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La Danza de Los Diablos, manifestación de la fuerza cultural que los afrodescendientes tenían reprimida

El baile proviene de la costa de Guerrero y Oaxaca, es una conjugación de las culturas de los pueblos mexicanos y africanos, explica el académico Bulmaro García Zavaleta

Sergio Ferrer

Tlapa

La tercera raíz, la que vino de las tribus de África, llegó a América a partir de 1442 cuando los portugueses instalaron la primera factoría esclavista, cuyo tráfico devastador para el continente africano persiste hasta la actualidad según confirman investigadores y no cesaría hasta fines del siglo XIX.
Los que habitaron tierras africanas fueron traídos desde la zona costa occidental del río Senegal al río Cuansa, Cabo Verde, Congo, Ángola principalmente, los tratantes de esclavos utilizaban tanto métodos brutales como la cooptación de jefes e incitación a peleas entre tribus.
En México, serían llevados a minas en Pachuca, Guanajuato, Zacatecas, Morelia, plantaciones en Veracruz, Tabasco y Morelos así como a Oaxaca y Guerrero, no sin contar en la historia con cimarrones que se rebelaron y fundaron palenques quitándose los grilletes de la esclavitud.
En la Costa Chica de Guerrrero, distintas comunidades preservan y ejecutan una la Danza de los Diablos. Durante los festejos del 17  aniversario de la Policía Comunitaria, jóvenes afromexicanos de la Unidad Académica Cuajinicuilapa de la Universidad Intercultural de los Pueblos del Sur (Unisur) ejecutaron dicha danza.
De la Unisur egresó este mes la segunda generación de estudiantes de las licenciaturas de Gobierno y Lengua, Memoria y Cultura, cuyo nombre de generación fue en memoria de Salvador Clavel Zavaleta, que murió asesinado, hermano del coordinador de la Bulmaro García Zavaleta.
García Zavaleta indicó que desde su perspectiva, la Danza de los Diablos no es originaria de África sino es proveniente de la costa de Guerrero y Oaxaca, “en una conjugación de la cultura recogida entre los pueblos mexicanos y de un pensamiento mexicano porque “no somos de un solo pueblo, venimos de varios lugares del continente africano por lo tanto somos distintas culturas que conformamos la descendencia de los que llegaron por mar”.
La Danza de los Diablos, según el coordinador, es una manifestación de la fuerza cultural que los afrodescendientes traían reprimida por lo que pidieron a los hacendados hacer bailes pero la Iglesia no aceptaba por lo que al existir prohibición y no poderle bailar a los santos ni a dios porque no eran considerados seres humanos, solamente podían bailarle al diablo.
Fue así que en sus vestimentas asemejaron lo que la Iglesia consideraba como diablo poniéndose cuernos, barba para que dieran miedo utilizando movimientos, coreografías de una recomposición de las tradiciones de pueblos afros e indígenas por lo que no puede considerarse una danza netamente de África, asegura García Zavaleta sin ser tajante.
La danza, que continúa vigente, está compuesta desde 12, 16, 24 hasta 36 elementos que se mueven en círculos de frente, círculos de espaldas, movimientos de atrás para adelante, zapateando o no, mostrando la máscara haciendo movimientos con fuerza, gruñendo tirándose al piso contra la represión.
El dueño de la danza es El Terrón, El Pancho, Tenango como se le conoce acorde a la región aunque también resalta sin el traje negro ni la máscara con vello y cuernos, una mujer blanca mezcla de blanco con negro que tiene rasgos negroides, siendo parte del resultado genético que se hace acompañar de una muñeca blanca que quiere decir la mezcla del blanco con negro.
Esta mezcla inminente representada en la muñeca significa el rompimiento simbólico de que a los negros les faltaba alma porque aunque los occidentales dijeron que los negros no tenían alma, los blancos tuvieron sexo con las mujeres de África bajo la sensualidad de la mujer africana que movía por igual a blancos, indios y negros lo que dio lugar al nacimiento de nuevas generaciones que fueron clasificadas en castas.
García Zavaleta afirmó que los conquistadores tenían cuidado de no juntar a la gente de los mismos pueblos para no provocar movilizaciones que permitieran la libertad, ya los pueblos indígenas se habían ido a los cerros  por lo que la fuerza de los africanos fue utilizada en los trabajos de las minas, la ganadería, agricultura por la similitud de las condiciones climatológicas lo que permitía la sobrevivencia a trabajos forzosos que los afros podían soportar.
En Cuajinicuilapa, los primeros días de noviembre es cuando decenas de personas ejecutan la Danza de los Diablos aunque es llevada otras fechas a eventos especiales. El legado musical de los pueblos afromexicanos ocupa también un lugar especial así como el actual interés de los jóvenes por rescatar los instrumentos tradicionales dentro del cúmulo cultural de la historia y presente de Guerrero.
“Tienes que bailar, tienes que ir a Cuajinicuilapa y bailar la Danza de los diablos para que sientas verdaderamente” aseguró un joven después de ejecutar la danza en Miahuichán.

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