Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Turistas gay, una familia defeña, un quesadillero y dos jóvenes acapulqueños con deslizadores, historias en la zona Dorada

Salvador  Serna

 

Las playas de la zona Dorada revivieron ayer la esencia del viejo Acapulco Gold de los años ochentas y principios de los noventas.

En playa Condesa, se observó a un nutrido grupo de turistas de la onda gay. Originarios de la ciudad de Guadalajara, los visitantes mencionaron que en esta ocasión, prefirieron conocer las playas de Acapulco sobre las de Puerto Vallarta y Bahía de Banderas, en Jalisco y Nayarit.

Ataviados en minúsculos trajes de baño, los turistas comentaron que una de sus ilusiones es conocer la vida nocturna de Acapulco, especialmente conocer el antro Ibiza Mix Club, donde las parejas lésbico gay se pueden besar y abrazar sin restricciones y departir con personas heterosexuales, sin prejuicios.

Uno de los turistas, de nombre Juan Pablo Germanes compartió que sus padres son de Acapulco, y que le han platicado cómo era la vida nocturna en los ochentas y parte de los noventas. Dijo que por medio de las palabras de sus familiares ha conocido la historia de los desaparecidos antros Gallery, Picot, Nine y Tequilas Le Club.

Germanes, de 26 años de edad, expresó que por circunstancias de la vida, sus padres emigraron a Guadalajara, que allá se conocieron y formaron una familia con valores y respeto a la onda gay.

 

Playa El Morro

 

Completamente achilangada es como lució la otrora playa preferida por el turismo extranjero, la famosa playa El Morro.

Turismo cien por ciento defeño atiborró el balneario, que hace 27 años albergaba la presencia de luminarias nacionales e internacionales como Lucía Méndez, Crystal, Daniela Romo, Omar Fierro, Yuri, la venezolana Karina y hasta los grupos juveniles Menudo, Los Chamos y los Chicos de Puerto Rico.

Ayer, y desde hace un buen de años, las “estrellas” que visitan esta playa son otras y menos relucientes. Como por ejemplo, Doña Feliciana y toda su parentela, venida de la delegación Cuajimalpa de la Ciudad de México.

A la doña, que no quiso dar entrevista, se le vio a gusto repartiendo empanadas a los que, al parecer, son sus sobrinos y nietos. Tal parecía que doña Feliciana estaba en Caletilla, porque sólo le falto el anafre y el tanque de gas.

Por supuesto que también se vio a la llamada gente bonita y de regular glamour. Unas jovencitas hospedadas en el hotel Playa Suites tomaron como pasarela la franja de arena para presumirle al público masculino el último grito de la moda en bikinies juveniles. Claro, todas ellas menores de 18 años que llamaban la atención de hombres mayores de 30.

 

Playa La Bocana

 

Solitaria como siempre lució esta playa, que en sus mejores años era frecuentada por millonarios mexicanos que gustaban de relajarse con sus segundos y terceros frentes, sobre todo en temporada baja.

A pesar de la falta de clientela, los ambulantes anduvieron por ahí. Platicamos con Orión, quesadillero de profesión con 20 años de experiencia.

El obrero del turismo, con 32 años de edad, comparte que casi toda su familia se ha dedicado a la venta en la playa.

Dijo que su abuelo le ha contado historias increíbles de Acapulco. Dice que su favorita es la del actor dominicano Andrés García, que fue lanchero y parachutero y un auténtico desconocido, hasta que fue descubierto por directivos de Telesistema Mexicano, hoy Televisa, que viéndole “el potencial y madera de actor”, lo adoptaron y se lo llevaron a la Ciudad de México.

Sobre la actual temporada vacacional, Orión menciona que las ventas están buenas en playa Papagayo y El Morro, que en La Bocana no tanto porque en la franja de arena hay puro condominio, que los únicos hoteles son el Ritz y el Avalon, pero que la franja de arena está cercada y los vigilantes privados, con tolote en mano, les prohíben acercarse a los turistas que reposan en camastros y sillas en la arena.

 

La frontera con playa Papagayo

 

La franja de arena donde está el hotel Avalon, antes Plaza Las Glorias y mucho más antes Marriot, se ubica en la línea donde termina La Bocana e inicia playa Papagayo.

Con un oleaje regular, los turistas saltan entre olas y contraolas, dándose un espectáculo suigeneris, digno de tomar video para el recuerdo.

Dos jóvenes hacen uso de sus tablas para aventarlas a la orilla y brincar la última ola que revienta. Los dos chavos dicen que son de Acapulco, estudiantes preparatorianos, de buen porte y figura atlética.

Reconocen que el deporte que practican es extremo pero no famoso en México, pero que les sirve para entretenerse y conocer chicas de su edad.

Jerónimo, de 17 años de vida, comenta que algunos turistas defeños le piden prestada la tabla. En eso estamos, cuando se acerca un turista y le pide de favor que le preste el artefacto de madera. Jerónimo se lo presta y el turista tomar aire, se encarrera, tira la tabla al agua…y no la alcanza. Cae de panzazo y el turista “muere” en el primer intento. Parece fácil, pero no es así.

Mario, el amigo de Pablo, nos pone la muestra correcta de cómo se debe correr tras la tabla, montarse en ella, romper la ola y disfrutar el impacto con la superficie acuática. Tras dos años de práctica, enseña que es un joven maestro. Un turista extranjero, al parecer canadiense, les quiere tomar una foto a ambos chicos, parados. Ellos se niegan argumentando que no es bueno ni oportuno. En inglés le dicen que lo sienten mucho, pero es por seguridad personal, no por otra cosa, que en todo caso, si quiere fotografías, que se las tome haciendo deporte en el mar, pero en pose no, porque luego se hace mal uso de ellas en el internet.

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