Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Abelardo Martín M.

Una llamarada de paz

 

Sin lugar a dudas, la mejor temporada para Guerrero es la última semana del año y la primera del siguiente. Se establece, de facto, una tregua para atender a las decenas de miles de visitantes que ven a Acapulco y Zihuatanejo, principalmente, pero en general a todo el estado como el mejor refugio para esta temporada.

El mensaje de la llegada de 500 elementos del Ejército a Acapulco, es la mejor muestra del grado de preocupación de las autoridades federales, estatales y municipales. Sin embargo, esa no es, con mucho, la solución de un problema cuyo fracaso federal quedó más que probado en otros estados y en toda la nación.

El combate a la violencia, a la inseguridad, al delito o como desee llamársele a este cáncer social tiene múltiples caras o facetas y, no es con el Ejército en las calles como se resuelve. Requiere de una acción conjunta, organizada, inteligente y madura. Aunque suene simple, si desde el gobierno se modifican sistemas, estrategia y acciones se obtendrán resultados diferentes.

Por supuesto, vigilar es parte de las acciones, dar a los soldados el carácter y el trabajo de la policía es mejor que nada, pero no puede creerse que eso sea la solución. El gobierno que encabeza Ángel Heladio Aguirre lo sabe y más todavía Luis Walton, el presidente municipal de Acapulco, quien ya tuvo oportunidad de medir y evaluar el tamaño de la problemática heredada de sus antecesores. El Paraíso del Pacífico fue entregado por las autoridades a grupos delictivos que hoy disputan su preminencia.

La noticia de que unos 500 integrantes del Ejército mexicano llegaron este fin de semana al puerto de Acapulco para reforzar la seguridad de la ciudad y evitar que se presente algún incidente en esta temporada vacacional, fue anunciada con bombo y platillo.

Los militares llegaron a bordo de camionetas numeradas y causaron sorpresa entre las personas que vieron el convoy que circuló por la entrada de Acapulco, desde la carretera nacional México-Acapulco, bajar por la avenida Farallón, hasta la Costera Miguel Alemán para después tomar rumbo a las instalaciones de la IX Región Militar, que se ubican en la parte más alta del puerto. Su presencia coincide con las declaraciones del alcalde del puerto, Luis Walton Aburto, quien aseguró que en una plática con el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, le prometió ayudar con la seguridad durante esta temporada de vacaciones y posteriormente establecer un operativo en la zona turística. De acuerdo con fuentes de Seguridad Pública del estado, en estos momentos hay cerca de 10 mil policías que vigilan las carreteras y las principales ciudades de Guerrero, como parte del operativo de seguridad para todos los visitantes, poniendo mayor cuidado en los centros turísticos.

En las colonias más peligrosas del puerto, como la Zapata y Ciudad Renacimiento, lugares donde el grupo de Coordinación Guerrero decidió que fueran los militares quienes se encargaran de vigilar y realizar rondines, habrán más patrullajes. Se informó que en el puerto serán desplegados más de 700 policías municipales, 45 estatales, siete en prevención social del delito y 43 elementos de Protección Civil.

Como operativo coyuntural, emergente, puede funcionar, pero corre el riesgo de convertirse en una llamarada de paz y no en el inicio de la verdadera solución del problema.

Lo que verdaderamente urge es el reforzamiento de la institucionalidad y la gobernabilidad, la efectividad de los programas sociales y el crecimiento lo que garantiza, eso sí, que la paz se imponga por añadidura, no sólo por unos días porque cuando los soldados se vayan puede que regrese la violencia, esa normalidad que ya forma parte de lo cotidiano.

 

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