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Documenta cineasta argentino el sueño de transexual mexicano hecho realidad

Oscar Cid de León / Agencia Reforma

Ciudad de México

Hay mujeres que nacen en un cuerpo equivocado y se les orilla a la marginalidad.
Flavio Florencio, cineasta argentino, habla de países como México, cuya sociedad considera lejana a la tailandesa, por ejemplo, donde se advierte una total aceptación hacia las chicas transexuales. Recuerda que en el país existe incluso una aerolínea donde todas sus azafatas son ladyboys. “No hay leyes que las protejan porque la sociedad no las castiga”, advierte.
Lo contrario sucede en lugares como el DF, donde hay legislaciones de protección pero es la sociedad quien las margina y castiga.
El tema asoma a través de un documental, Wondertrans, protagonizado por Morgana, Morgana Love, una chica mexicana que, como cientos de mujeres alrededor del mundo, viajó a Bangkok para alcanzar un sueño que se concretaría como un segundo nacimiento: una operación de reasignación de sexo que en México pocos médicos están capacitados, y, sobre todo, dispuestos a realizar. En la clínica del doctor Preecha Tiewtranon, tras someterse a la cirugía de su vida, le cantaron incluso el Happy Birthday.
Tiene 32 años y había nacido en el cuerpo equivocado. A los 16 había intentado mutilarse los testículos porque simplemente no comprendía en su cuerpo la presencia de unos genitales masculinos. “Yo me vi siempre con un defecto físico, sabía que ‘eso’ no iba a allí… Era un defecto físico importante que al final de cuentas no me dejaba vivir”.
Habla tras volver de Tailandia, ya convertida en la mujer que siempre se consideró.
Morgana habla cuatro idiomas y estudió para cantante de ópera en el Conservatorio Nacional de Música. Fue contratenor hasta hace cuatro años y soprano después, cuando inicio a los 28 años un proceso de hormonización que concretó en su figura la apariencia femenina que le era exigida por los directores para interpretar un papel de mujer, aunque los rasgos finos y, sobre todo, la voz, ya los tenía… Pero Florencio no la conoció envuelta en ese mundo, sino cantando en El Lugar de Roshell, sobre la calle de Lorenzo Boturini. La propietaria del bar, Roshell Terranova, la presentaba como La Voz y ganaba 200 pesos por show.
Wondertrans, hoy en busca de patrocinios para concluir el proceso de postproducción, buscaba documentar la vida de una chica como Morgana, Morgana Love, por lo general empujada a un ambiente de marginalidad y violencia sólo por nacer en un cuerpo equivocado. “Con Morgana, la naturaleza se equivocó. La naturaleza es imperfecta”, subraya el realizador.
Decidió hacer el documental porque, desde que llegó a México, le sorprendió la cantidad de shows travestis que había en el DF y la relación de los mexicanos con ellos: “Iban a la cantina y consumían al personaje, le aplaudían como se le aplaude a una estrella, pero fuera del show, ya en la calle, no había ningún tipo de reconocimiento; ellas podían salir por el pan y les tiraban piedras, las insultaban, asesinaban. Esa doble moral me generaba mucha injusticia”.
A través de Morgana habría de contar entonces esa historia y emprender el sueño.
El sueño –aunque lejos de la familia, porque apenas pudo comprenderla– era ser operada; hasta el momento Morgana se había sometido solamente a un proceso de hormonización, pero el órgano masculino seguía allí. Para ello debía juntar 9 mil 500 dólares más gastos de viaje y volar a Bangkok para internarse en el Preecha Aesthetic Institute, dirigido por Preecha, quien a lo largo de su carrera había realizado la cirugía de reasignación de sexo a unas 3 mil 500 pacientes de todos los lugares del mundo, incluso Irán.
Una oportunidad para hacerse de ese dinero era participar en Pattaya, Tailandia, en el Miss International Queen 2012, para chicas transgéneros o transexuales. De ganar, se embolsaría 10 mil dólares.
No ganó, pero el doctor Preecha, al igual que el embajador mexicano en Bangkok, Jorge Chen Charpentier, quien siempre le apoyó, acabaría por convertirse en una suerte de “angel”, dice Florencio, pues no le cobraría un solo dolar buscando aportar a un producto fílmico que exaltaba el reconocimiento para chicas como Morgana y con ello la disminución de la discriminación sexual en México.
Hoy Morgana se siente completa y muestra una sonrisa grande, los dientes blancos, pero no se olvida de las chicas que no han corrido con su suerte y desea devolver algo de lo que ella ha recibido: “Quiero que no nos vean como monstruos”. Ha pensado en abrazar el activismo o simplemente imprimir fortaleza a las demás e impulsarlas a alcanzar un sueño con su ejemplo. Pero eso quizá sea después, porque ahora lo que le urge es volver a cantar.

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