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Eduardo Pérez Haro

Las transformaciones en curso y por venir serán de las sociedades informadas

Para Jorge López Portillo

Se ha dicho que los fenómenos de la sociedad y la naturaleza mantienen su curso independientemente de nuestro calendario, y es verdad, no terminan el 31 de diciembre ni empiezan el 1º de enero, pero también tiene lugar la psicología individual y colectiva con la que hacemos un alto para reflexionar o establecemos un corte para reembobinarnos e ir a lo que sigue.
El mundo no es igual que siempre ni la vida es de una manera, como consigna repetidas veces la tía Carmela que todos tenemos. Tampoco el mundo y la vida son sólo una revelación de injusticias cuyo remedio se reduce a encontrar las vías para que deje de serlo y asunto arreglado. Que los ricos sean generosos y que los pobres dejen de ser rejegos, ¡buena idea!, pero  eso no va a suceder por simple que parezca. Tampoco las revoluciones han sido panacea para el mundo deseable.
El mundo se despliega en un movimiento constante de cambios que de pronto derivan en expresiones que parecen regresivas. En la edad avanzada suele evocarse que todo pasado fue mejor; los filósofos e historiadores hablan de un movimiento pendular, como si la historia fuera y viniera. Y al paso del tiempo existe zozobra por esta interminable travesía en la que las cosas no se acomodan en la idea de un mundo bello, bueno, de todos y para todos.
Los instrumentos y mecanismos que hemos dispuesto han sido insuficientes: la filosofía, la religión, la estética, la ética, la ciencia, la política, la administración, el trabajo, el deporte… todos parecen ser portadores de una propuesta que se desvirtúa y no alcanza. No obstante, la historia nos ofrece episodios de clímax, de auge, de culminación de luchas, de esplendor donde las fuerzas progresistas protagonizan cambios indiscutibles en la ciencia y en el conocimiento y apropiación de la naturaleza.
La revolución francesa, la revolución industrial, las revoluciones sociales del siglo pasado incluida la de México, todos los movimientos han precipitado cambios; la teoría de la relatividad, y el descubrimiento del espacio en expansión, la mecánica cuántica y la electrónica, el mundo globalizado y la información en tiempo real a nivel planetario, su almacenamiento capsular y su despliegue exponencial, no hay duda el mundo es diferente y cada vez más capaz. Sin embargo, en su juego de contradicciones pervive desigual.
Sus progresos se centralizan y se tornan privilegios. Se ensanchan las brechas de participación-exclusión y se crean desequilibrios que terminan por tirar el nivel de la resultante, se abate el desarrollo, se frena el progreso y se enajena el mundo feliz, todos pierden. Tendremos que volver a tomar la iniciativa, volver a pensar. No habremos de tirar el acervo reunido en 10 mil o 5 mil o en 3 mil o en 2 mil o en cien años, donde quiera que queramos localizar el mejor punto de partida, para la humanidad no hay periodo inservible de su tiempo transcurrido.
Empero, hay un momento muy importante y es el del tiempo actual en el que el mundo, la sociedad, los dirigentes, la gente, puede recapitular, replantearse y actuar.“No hay tiempo mejor, este es el tiempo mejor”, como lo consignó el poeta cubano Antón Arrufat. Desde la perspectiva de México, habrá que hacerse cargo histórico no sólo de la épica de la Independencia, de la Reforma o de la Revolución sino también de su felonía (Los dioses tienen sed, consignó Anatole France a propósito de la perfidia contra la libertad, igualdad, y fraternidad que designó la Revolución Francesa).
La sociedad mexicana no ha hecho uso pleno del fruto de sus luchas o mejor dicho, sus triunfos no le han redituado, han sido usurpados, no voy a discutir en qué grado sólo sé que esto no debe regatearse. Pero cierto: hay un responsable –y no son los dueños de los privilegios, ellos están en lo suyo–; es la forma que han adoptado las contradicciones del devenir y no estamos discutiendo con el destino ni con la historia sino con los procesos vivos y claro, cómo negarlo, también con las herencias de la historia que están presentes.
Las gestas revolucionarias, los procesos de cambio han contado con la participación de los pueblos. Pero las sociedades lo han hecho con elementales y suficientes razones que otorga la explotación, la marginación, la necesidad y el hartazgo al fragor de la batalla, más no claramente dotadas de la conciencia y la organicidad, de la idea y de la propuesta de hacer funcionar el mundo de una manera más equilibrada y menos desigual; más democrática y justa, fraterna e industriosa acorde al tiempo actual, que se le ha dejado a las elites gobernantes que sucumben ante el brillo del dinero y la vanidad del poder.
Esta es una lección de la historia remota y reciente, del mundo y de México. La clave de las transformaciones contemporáneas y la evitabilidad de su retroceso radican en la calidad de las sociedades en movimiento y hoy existe una base material (tecnología digit@l) que le da su mejor oportunidad, y es el acceso a la información, característica de la sociedad del conocimiento. Base material de la nueva etapa de la producción de bienes y servicios, y por ende de la sociedad misma. Sólo que no se procesa en automático, será necesario que converjan la demanda social y la voluntad del Estado.
Es sin duda un asunto que no se circunscribe a sí mismo, presupone la no monopolización empresarial de los medios de comunicación, la competencia y la pluralidad, la facilitación de acceso universal y la regulación de contenidos, no a la censura de las ideas sino al comercio de “fantasías y productos milagro”, a la veracidad de la información y más aún a su conversión en instrumentos principalísimos de la educación y la cultura.
Las transformaciones en curso y por venir serán de las sociedades informadas. La contención de los cambios será de los controladores de la información. Si la reforma a la educación pasa por el gradual desmantelamiento del control corporativo de la relación de trabajo con los maestros y el compromiso con la calidad educativa, no hay espacio para dejar ir la gradual democratización de los medios y el compromiso con la más amplia y veraz  información. Es una idea de fin de año con la que deseamos abrir un buen 2013 para todos ustedes amables lectores.

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