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Tras los festejos de Fin de Año llenan turistas y porteños las playas de Acapulco

Salvador Serna

Miles de turistas se dieron cita en las playas de Acapulco para curarse la resaca del Año  Nuevo.
Tras el festejo, los turistas llegaron a playa Papagayo para terminar de “pestañear” o echarse un “coyotito” bajo una sombrilla para protegerse del sol.
“Está dura la cruda”, dijo ayer don Armando, originario del estado de México, que acompañado de su esposa reposaba en la franja de arena de la playa Papagayo.
Además de la cerveza no podía faltar el caldito de camarón, “bien calientito, joven, por favor, si no pues no me sirve”, le dijo Don Armando al vendedor ambulante que insistía en servirle camarones frescos bien bañados de salsa búfalo, aguacate, cebolla y galletas saladas.
“Se terminaron las fiestas, ahora sí viene lo mero bueno, el regreso al trabajo y la cruda realidad…y de pilón el pinche Peña Nieto. Ya nos cargó el payaso con el pinche PRI. Si De la Madrid nos madreó, el Peña nos la va a hacer pelar”, señaló por su parte Don Santiago, que se dijo “perredista del deefe”, a quien aún se le notaba el desvelo de la noche anterior.
Los visitantes con menos dinero se acomodaban en la franja de arena de las playas Papagayo y Carabalí. Solamente pagaban las sillas y las sombrillas. Otros turistas más pudientes se dirigían a los restaurantes como la Unión, La Bocana y otros, donde pedían las cervezas, el tequila y el clamato para amortiguar los dolores de cabeza y hambre.
–¿Oiga tiene cruda moral?– se le preguntó a quien dijo llamarse Oscar Pérez.
–Para nada amigo, es normal. Toda una semana de fiesta pues te quedas sin dinero para disfrutar de más. Sólo tenemos asegurada la última noche de estancia de hotel y los boletos del camión para regresar a Cuatitlán.
Las familias capitalinas prefieren la cerveza Corona sobre la Sol y la Indio. Al llegar a los restaurantes y percatarse de que no hay Corona prefieren retirarse y buscar otro lugar.
“La Indio sabe a pura sal, no nos gusta”, comentó Jesús Malpica, que de esa manera se mantiene fiel a la marca antes mexicana, hoy belga.

Salud, brother

También hubo ayer acapulqueños disfrutando de sus playas y el ejemplo lo pone la familia López Gómez, que con sus niños disfrutan del oleaje en la playa Papagayo.
“La playa ideal para la chiquillada”, afirmó el padre de familia Marco Antonio.
Indica que lo malo es el eterno acoso de los ambulantes porque no los dejan en paz. “Friegue y friegue como siempre. Llega uno y se va el otro y luego regresa otro. Así ni te dejan disfrutar a la familia”.
Su cuñado, Esteban, no disfruta de las bondades del agua salada. Prefiere el agua dulce del brandy mezclado con Coca Cola. “Salud, brother”, dijo ceremonioso.
Comparte el cuñado que no ha dormido ni un segundo desde el pasado sábado y que hasta ahorita está matando la cruda y las náuseas: primero con su dotación de 3 alkaselter, luego un caldo de pescado bien caliente, “hirviendo hasta la madre” suelta, y remata con 3 cervezas bien frías.
De repente, del equipo de sonido de uno de los restaurantes se desprende la melodía La Isla Bonita pero en versión en español, cantada por Byanka, y algunos turistas ya entrados en años se ponen a tararearla y bailarla a ratos.
Pasada la minieuforia, uno de los parientes le dice a otro que no están en una isla, que están en una playa, pero que al cabo es lo mismo y le dice al gerente del restaurante que “a ver si tiene la de los Joao, las que están buenas y famosas”, pero el gerente ni caso les hace.

Caminar y caminar, que el año va a empezar

Rompiendo con el estereotipo de la gente que frecuenta la playa, hay un joven ataviado con camisa corta, pantalón de vestir y zapatos, bien sentado en la franja de una casi desolada playa La Bocana.
Para nuestra sorpresa sólo le acompaña una botella de agua y lee un libro de poesía.
El joven afirma que el nuevo año nos da 365 nuevas oportunidades para ser mejores personas y auxiliar a nuestros semejantes, con la convicción de dar sin esperar recibir.
Al comentarle que la gente es materialista, asegura que tenemos que desprendernos de nuestro materialismo y dar paso al espiritualismo para ayudar a los débiles de espíritu y presos de la carne.
Los prestadores de servicios turísticos y acuáticos de playa La Bocana y El Morro también, a su manera, se curan la cruda.
Reconocen que en estas vacaciones han ganado mucho dinero por ofrecer diversión y paseos en bananas, parachutes y embarcaciones. También que pasando el 7 de enero comienza la realidad de pagar salarios e impuestos atrasados del año pasado y del nuevo mes que comienza.
Sentados en su mesita de trabajo, tienen 4 cervezas que con limón y sal.
Por supuesto que hay turistas que aprovechan las últimas horas de diversión porque a partir del 2 de enero todos los empleados de la iniciativa privada entran a trabajar.
A los del gobierno todavía les queda una semana de descanso, porque hasta el 7 de enero regresarán a laborar. Mientras tanto, seguirán aprovechando para decir “salud”.

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