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Humberto Musacchio

Mojigatería e ignorancia panista sobre drogas

Si alguien quiere explicarse la derrota del actual gobierno en la guerra contra el crimen organizado, las causas hay que buscarlas en la tradicional mojigatería panista, en el fanatismo de tintes religiosos, la sumisión frente a Washington y, sobre todo, en una profunda ignorancia en torno a las drogas, su producción, comercio y consumo.
En momentos en que se estima en más de 50 mil el número de mexicanos muertos en esta guerra desatada por Felipe Calderón, se celebra el foro internacional Drogas: un balance a un siglo de su prohibición, en el cual personajes del gobierno panista han salido a mostrar su desconocimiento sobre el fenómeno de las drogas.
En el citado Foro intervinieron funcionarios y representantes del gobierno federal y abundaron las afirmaciones sin base. Por ejemplo, doña Margarita Zavala, suponemos que en su calidad de presidenta del DIF, intervino en la reunión y aseguró que la legalización de la mariguana “sólo reduciría los costos de producción, pero no las ganancias de los narcotraficantes”, pues a su juicio, “aunque se legalizara esta droga (las bandas delictivas) seguirían peleando por controlar el mercado”. (Excélsior, 15/II/2012).
Doña Margarita, o más bien sus ineptos asesores, por alguna extraña e incomprensible razón parten de que a un severo abatimiento de los costos de producción no corresponde una baja sensible en el precio de la mercancía, lo que es un planteamiento absurdo, sobre todo en el supuesto de un mercado altamente competido como el que imagina la señora Zavala, quien en otra parte de su discurso empleó la expresión “mercados monopólicos”, en plural, lo que es un contrasentido.
Para el señor Alejandro Poiré, quien cobra como secretario de Gobernación, si Estados Unidos no legaliza las drogas a escala federal, “México no ganaría nada con hacerlo, pues seguiría la lucha por introducir los enervantes de manera ilegal en esa nación”. Sí, con una pequeña diferencia: que en ese caso el problema no sería nuestro, sino del país que es el principal consumidor, pues las mercancías que entren a Estados Unidos son asunto de su gobierno, no del nuestro, algo difícil de entender para los integrantes de este gobierno, que se asumen como meros sirvientes del imperio.
Y mientras aquí los representantes del gobierno federal insisten en que debe seguir la carnicería en nombre del combate a las adicciones, Otto Pérez, el presidente de Guatemala, propone la legalización de las drogas a escala continental. La fiscal general de ese país señaló que el “problema del narcotráfico se tiene que ver de manera global e integral” por su relación con otros delitos, como tráfico de personas, lavado de dinero, extorsiones, secuestros y corrupción.
En forma contundente, dos muchachos mostraron en el citado foro sendas camisetas: una preguntaba “¿Qué te parece más peligroso?”, mientras la otra decía: “Cero muertos por fumar mariguana”, lo que hacía una referencia implícita a los 50 mil muertos de la guerra sexenal. Dicho de otra manera, a los defensores de la muerte se les acabaron los argumentos, la despenalización gana adeptos y ahora el problema no es el qué, sino el cómo proceder a la legalización de la drogas y a la reglamentación de su producción, comercio y consumo. Pero nuestros gobernantes siguen pensando en el qué dirá el gobierno de Estados Unidos, país donde en 14 estados ya es legal y el comercio y el consumo cumpliendo ciertas condiciones. Pero aquí el gobierno, las mafias y las policías prefieren que se mantenga la prohibición y siga la orgía de sangre.

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