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Concientización sobre desarrollo y justicia, primer paso para la paz, dice analista

Karla Galarce Sosa

 

 

La construcción de la paz debe de comenzar en cada individuo para replicarlo a su comunidad, afirmó el catedrático y analista de la Universidad de San Diego, Charles Reilly, quien expresó que el primer paso a seguir en el proceso es la concientización sobre el desarrollo y la justicia, la capacitación de líderes y de personas que les apoyen, y la organización de la comunidad, un pueblo y un municipio para la recuperación de espacios públicos.

En conferencia impartida en la Universidad Loyola del Pacífico, Charles Reilly insistió que el problema de la violencia debe ser atacado en el seno de cada comunidad, pues no existen soluciones globales ni “a medida”. El autor del libro Construcción y Desarrollo de la Paz en Guatemala e Irlanda del Norte mencionó que la pobreza, la injusticia y la falta de oportunidades contribuyen a la generación de la violencia.

Los asistentes, cuya mayoría participan en el diplomado Construcción de la Paz convocado por la universidad Loyola, pidieron al ponente una solución al problema de violencia en Acapulco y en la entidad, originada por los grupos de la delincuencia organizada.

Un asistente a la conferencia indicó que “la situación de violencia en comunidades que buscan impedir más secuestros, extorsiones y delitos ¿cómo puede sanearse el sentido de justicia en este caso particular, toda vez que la pobreza, la injusticia y la falta de oportunidades son lo que originan?”, a lo que Reilly contestó: “cuando viví en Guatemala pasaron cosas similares, la gente armaba sus propios sistemas de justicia. La policía nacional es ineficaz. Tuve que meterme y decir ‘sin violencia’ (…) hay manera de establecer un diálogo entre víctimas y victimarios, hay manera de establecer hábitos de violencia restaurativa, una justicia que restaura relaciones”.

A los comentarios de que los militares ocupan las calles de las ciudades y comunidades de la entidad, dijo que “los militares no están preparados para trabajar con las comunidades, hay que pedir al gobierno que destine más dinero a otras cosas que no sean las Fuerzas Armadas”.

Otro asistente de la Universidad Autónoma de Guerrero indicó que hay desconfianza hacia las autoridades que se encargan de impartir justicia y “parece ser que estamos acostumbrándonos a sortear la violencia”.

Charles Reilly esquivó a responder y acotó que “tenemos que ser nosotros e insistir en que los gobiernos gobiernen”.

Otro asistente mencionó a los habitantes de comunidades desplazadas a causa de amenazas del crimen organizado, como Puerto Las Ollas en el municipio de Coyuca de Catalán.

“Estamos desarticulados, las autoridades y la ciudadanía. Hay desplazamiento al interior del país. ¿Qué hacer en función de tu experiencia? Es difícil pensar en perdón cuando me entregan a mi familiar hecho pedacitos a pesar de que pagamos el rescate. (…) Ahora se están llevando a cualquiera para reunir el dinero de los canjes y han descabezado a los (…) ¿Cómo le hacemos en un lugar concreto, en mi colonia?”, preguntó otro asistente.

Y el expositor atajó: “No puedo pretender saber qué hacer en tu colonia. Lo que hicimos en Guatemala es un programa de concientización sobre el desarrollo y la justicia, fue la capacitación de líderes y de personas que les apoyaron; y en un tercer nivel fue la organización de la comunidad, un pueblo, un municipio. Pero eso fue en un tiempo en el que Guatemala tenía una dictadura de ultra derecha. Creo que la idea de concientizar y conceptualizar como lo hemos venido haciendo es una alternativa, con maestros que enseñen la ‘no violencia’ desde el principio. Aquí creo que los religiosos son importantes, el mensaje de Cristo es clarividente, Gandhi decía que no conocía a ningún católico que promulgara el mensaje de Cristo”.

Charles Reilly agregó que cuando volvió 30 años después a Guatamela mataron a muchos por ser líderes y tener la valentía de decir las cosas claras, “otros llegaron a ser políticos”.

Convocó a los asistentes a reconocer que la construcción de paz, lleva mucho tiempo. “Hay que empezar donde estoy y conocerse a sí mismo hasta saber quién soy con mis realidades inmediatas”, dijo ante una audiencia de apenas unos 15 asistentes.

Antes de la sesión de preguntas y respuestas, el ponente se dijo “impresionadísimo” de la capacidad de convocatoria para el movimiento de Acapulco por la Paz, “en un período relativamente corto (…) en muchos sentidos van a la delantera en cuanto a grupos organizados tratando de responder a los desafíos actuales y crear nuevos espacios de participación ciudadana, responder a la violencia y sus ciclos, que son hábitos en todas las naciones, siguiendo una vocación, una llamada, tratando de generar sinergias, motores a favor de la paz y respuestas que no son violentas”.

Mencionó las tragedias en las que hubo uso de armas contra civiles en escuelas en Estados Unidos hace unos meses y expuso que en “una forma terrible, todas las páginas del USA de ayer se habla de los pro y contras de cómo responder la violencia”.

Consideró que nadie puede necesitar un arma de alto calibre para cacería, “porque esa es la justificación para su adquisición”, sin embargo mencionó que son utilizadas para asesinar.

“La búsqueda de paz es una cuestión muy local y especial. No puedo decirles lo que pueden hacer en Acapulco, pero es tan internacional en que no pueden pensar en que el gigante del norte no sabe cómo salir de sus ciclos de violencia cotidianas”, añadió.

“El estado nunca va a lograr orden en su territorio aunque muchos politólogos creen que es posible; desde sociedad civil se encuentra la realidad, pero necesita el tercer nivel que es el mercado: la sed y hambre de consumo de drogas crean problemas que son tránsito para el mercado. Falta rediseñar las políticas públicas e integrar al Estado, al mercado y a la sociedad civil”, dijo.

“Tenemos seres humanos y tenemos que encontrar la forma de salir de ciclos de violencia que se reproducen constantemente y crear una sinergia para paz con movimientos, y eso implica cambios profundos para nosotros porque no somos criaturas para violencia”, concluyó.

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