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Relata niño en reeducación por la autodefensa la brutalidad con que actúan los delincuentes

Zacarías Cervantes

Chilpancingo

A sus 12 años, ha visto casi todo dentro de la delincuencia organizada: descuartizamientos, decapitaciones, ejecuciones, secuestros, distribución de droga, pues lo estaban entrenando para ser un “pinche sicario”.
Para proteger su identidad le llamaremos Toño. Flacucho, cubierto del rostro con un paliacate y con una voz de púber, el 31 de enero habló en la Primera Asamblea Popular que se instaló en El Mesón, municipio de Ayutla, en la que fueron presentados los 54 detenidos por el movimiento de autodefensa en contra de la delincuencia organizada.
“Mi mensaje es, sobre todo, a las madres, a los padres. Cuiden y vigilen a sus hijos vean lo que hacen”, pidió el niño ante unos mil asistentes de los municipios de Ayutla, Tecoanapa, San Marcos y Florencio Villarreal (Cruz Grande).
“Yo, por mis pendejadas anduve un rato porque allí se gana dinero fácil, y ahora me anda buscando uno que es el más buscado de mi pueblo y yo lo que no quiero es meterme en más broncas. Yo he visto como han matado gente. Me han llevado por todas partes, apenas por Las Mesas descabezó a un compa, no sé qué le debería”.
Su voz de niño contrasta con la madurez de sus reflexiones, “después me llevaron por Tixtla y de allí a Chilpancingo, como quien dice me estaban entrenando para ser un pinche sicario, y mi abuelita eso no quiere, me vino a entregar aquí con los comunitarios, para que siga un camino bien y no me vaya para otro lado, como quien dice pal’ camino chueco”.
Toño habló casi al final de la Asamblea integrada por autoridades municipales y agrarias, así como principales de 69 pueblos de esos cuatro municipios de la Costa Chica.
“Yo por eso les digo a todos los padres de familia que no descuiden a sus hijos, porque ese es el problema, que tantito los descuidan ya andan del otro lado, como sicarios. Yo, por ejemplo, estaba ya casi metiéndome, porque allí se gana dinero fácil. Ahorita el compa que me dice que me meta con él me sigue buscando, pero la mera neta yo no quiero tener problemas con toda la gente”, dijo ante un público integrado también por víctimas de la delincuencia organizada.
Siguió, “lo que yo quiero ahora es seguir el buen camino, ya no quisiera ver cómo hacen esa degollación o ver matar gente. Apenas que me fui a Chilpancingo vi como mataron gente. También asaltaron un taxi lleno de pasajeros y pues de qué sirvió que llevaran (dinero) de todos modos los mataron”.
Del caso de los asaltados del taxi relató, “yo vi cómo los bajaron casi a la entrada de Chilpancingo, después los llevaron a una casita por el monte, después les comenzaron a quitar los dedos de sus manos con un cuchillo largo, después siguieron con sus dedos de sus pies, luego sus brazos. A todos los hicieron pedazos, como cuando destazan a una pinche vaca”.
Toño no reparó en detalles, “los despedazaron todo, sus tripas se las iban dando a los perros, después agarraron su cabeza y se las quitaron, una la echaron a una caja y la envolvieron como regalo y escuché cuando dijo el patrón, esto llévenselo a su familia a la puerta de su casa, yo dije versos. Me asusté”.
El niño relató que el jefe le preguntó entonces, “¿o tu se la quieres llevar?, ¿Quieres una feria? Yo le dije, no, yo no. Gracias”.
Contó también que fue testigo cuando fueron a levantar a un comerciante del mercado en Chilpancingo, a quien le dijeron: “te vamos a despedazar, así como despedazas la carne. Yo escuché porque estaba con ellos. Después lo subieron en una camioneta y se lo llevaron a la salida en donde lo despedazaron  y después lo fueron a tirar a los puentes de la Autopista”.
Toño también recibió la propuesta para ser distribuidor de droga. Contó que un día el jefe le preguntó si quería repartir mercancía, que constaba de “mariguana, cocaína, la piedra”.
Sin embargo, dijo que pidió ver el procesamiento y fue así que una vez vio que “el jefe” llegó con un pastel grande lleno de mariguana, mismo que fue distribuyendo en rebanadas entre algunos comerciantes del mercado, a quienes les decía, “esto es para que lo vendan, más al rato paso por el dinero”.
Agregó que observó cómo se distribuía “la mercancía” entre los boleros, quienes pagaban muy bien por las “bolsitas de helado” a tal grado que pensó, “no manches, se ve que sí jala el dinero aquí”.
Pero añadió que uno de sus compañeros le dijo que no se metiera allí, “porque aquí con tantito que nos falte algo, el jefe nos manda matar. A ti no te conviene meterte, porque si algo pasa luego empiezan a rajar palo, fue por eso que me asusté y me vine para mi pueblo”.
Al final insistió, “yo por eso les digo a los padres que no descuiden a sus hijos. Yo a mi madre ya no la tengo, a mi padre sí, pero es como si no lo tuviera, se fue a Estados Unidos, me dejó, lleva dos años, no se acuerda quizás que tiene un hijo por acá, por eso yo me empecé a descomponer y a hacer mis mamadas”.

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