Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Tomás Tenorio Galindo

OTRO PAÍS

* Acapulco violento y agónico

El tránsito protagonizado por el alcalde de Acapulco de un día a otro, de la desorientación y la torpeza al abatimiento y la desesperación, refleja el estado de ánimo que produjo entre las autoridades de Guerrero el terrible ataque sexual contra las seis turistas españolas.
Aunque hasta ayer por la tarde todavía no había señales de que los responsables del ataque hubieran sido capturados, de su aprehensión depende que Acapulco empiece a salir de la peor crisis internacional que haya sufrido, más profunda y catastrófica cuanto más tarde la Procuraduría del estado en dar con los criminales. Y los cuatro días transcurridos sin que el caso sea resuelto son ya muchos, demasiados bajo la presión de España y Europa.
Lo sabe Luis Walton, y es esa angustia la que el miércoles lo llevó a quebrarse en público y demandar casi llorando el auxilio del gobierno federal. “Me dirijo al presidente de la República Enrique Peña Nieto, quien vino a Acapulco y ofreció que le iba dar apoyo al puerto. Acapulco tiene bastantes necesidades, el día de hoy no hemos visto el apoyo del Presidente, le estamos exigiendo que regrese a ver a Acapulco, que también es parte de la República”, dijo afligido en su reunión con restauranteros y comerciantes de Barra Vieja.
Walton no se refirió solamente al caso de las turistas españolas, sino al déficit financiero del ayuntamiento y la crisis generalizada de inseguridad que sufre el puerto. Tiene razón en la demanda al gobierno federal, pero no parece pertinente que meta en ese saco la coyuntura derivada de la violación a las turistas, porque no es necesariamente Peña Nieto quien sacará de este trance particular a Acapulco, y sería mejor que no fuera así, sino las autoridades locales. El mismo Walton ha dicho que no cree que los atacantes pertenezcan a la delincuencia organizada, sino a una banda de malvivientes de Barra Vieja. Si es así, entonces la solución será local.
Es posible que el alcalde de Acapulco haya dicho lo anterior porque sabe de otros casos de ataques similares contra turistas, ocurridos desde noviembre en esa misma zona y de los cuales la policía se desentendió, como se publicó ayer en este diario a partir de testimonios vertidos en la televisión. De ello no podría Walton culpar al pasado, porque esos hechos empezaron a manifestarse durante su gobierno, y si la ola de asaltos y violaciones hubiera sido combatida entonces, probablemente no se hubiera producido la agresión del lunes.
Es inevitable atribuir a la policía de Acapulco un acto de negligencia, si no es que de complicidad, frente a la ola de atracos de esa clase que se desarrollaron en esa parte del municipio. Más aún, por la policía misma es por donde debió comenzar la investigación del caso de Playa Encantada, pues es sencillamente imposible que pasara desapercibida para los agentes municipales la existencia de esa banda de delincuentes que había sido denunciada en varias ocasiones (a menos, claro, que la policía no se digne a recorrer de vez en cuando esos parajes). Si es por esto que el alcalde Luis Walton dijo que los responsables son delincuentes del lugar, entonces cabe esperar implicaciones y complicaciones comprometedoras para su gobierno.
Ninguna disculpa borrará las desafortunadas palabras con las que Luis Walton pretendió la noche del lunes reducir el ultraje a un acontecimiento ordinario, expresión con la cual agravió a las víctimas y escondió la responsabilidad que las autoridades debían asumir sin regateos de ninguna especie en la investigación y castigo de los hechos.
Sin embargo, le debe ser reconocido al alcalde el esfuerzo que hizo para tratar de componer lo que descompuso, y que proporcionara una medida del trauma histórico que significa esta agresión al recordar que nunca había ocurrido en Acapulco una violación colectiva (al menos no de turistas). No satisfizo a las diputadas federales del PRI (secundadas por las del PRD y el PAN) la disculpa ofrecida el martes pasado por Walton, pues ayer le exigieron otra mediante un acuerdo avalado por la Cámara de Diputados, en la que le reclamaron la ligereza de su desliz. El partido de Walton, Movimiento Ciudadano, sabía ya que se presentaría ese acuerdo, pues se anticipó e hizo publicar ayer mismo en el diario Reforma un desplegado para defenderlo de lo que seguramente considera un ataque político. En ese mensaje, formalmente de los diputados federales de Movimiento Ciuda-dano aunque sólo firma uno de ellos como responsable, se pone el acento en el quebranto económico del ayuntamiento y la crisis de inseguridad. Declaran los diputados de MC su apoyo a Walton “frente a las críticas injustas que ha recibido por una declaración sacada de contexto”, y exaltan las acciones que ha tomado ante la violación de las turistas. Se entiende la politización del caso, pues todos los partidos hacen lo mismo para golpear o defenderse, pero este desplegado no le ayudará mucho al alcalde de Acapulco. Porque ni las críticas a Walton son injustas, ni su declaración fue sacada de contexto. Lo único que le ayudará es el esclarecimiento del caso y el encarcelamiento de los violadores. Y más, mientras más pronto sea, aunque desde luego no es el confort del alcalde lo que sobre todo importa. Lo que importa es que haya justicia para el sufrimiento de las turistas.
La procuradora Martha Elva Garzón Bernal adelantó el martes que existían indicios sobre la identidad de los atacantes de las españolas y se ha difundido que varias personas han sido interrogadas como posibles testigos. Si no fue una simple declaración periodística de la funcionaria para salir al paso, como hace con frecuencia, debería ser inminente la detención de los agresores. Sin embargo, dos días después de esa declaración nadie había sido detenido.
Quien sabe si la mejor táctica para buscar a los atacantes sea el despliegue masivo de efectivos, como dispusieron los encargados de la Operación Guerrero Seguro, pues eso podría entorpecer la búsqueda e impedir el trabajo de inteligencia que –se supone– debe estar en curso en este momento. Como dijimos, por los antecedentes dados a conocer la clave del caso está en la policía municipal, que algo debe tener que ver con el hecho de que Acapulco sea la segunda ciudad del mundo con las peores estadísticas de violencia.

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