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Acompañada de música con una banda sinaloense sepultan a Julia Pastrana La Indescriptible

Silvia Isabel Gámez / Agencia Reforma

Sinaloa de Leyva

La banda Ola del Pacífico acompañó ayer con su música el cortejo fúnebre de Julia Pastrana. Cerca de 300 personas siguieron a pie, y muchas más observaron desde las calles, a la carroza que contenía el ataúd blanco de La Indescriptible, como blancos eran los alhelíes arrojados a su sepulcro.
Había dispuestos 25 mazos de flores para homenajear a la indígena en un día alegre, soleado, donde las notas de El Sinaloense sonaban cuando el ataúd cruzaba las puertas del Panteón Histórico Municipal. Alrededor de las 14:15 horas, la tumba comenzó a ser cubierta por el concreto que caía de un brazo hidráulico.
No más de diez pasos separan la entrada del cementerio de la lápida de granito de Julia Pastrana (1834-1860). Para evitar actos de vandalismo se decidió enterrarla en algo equivalente a un cubo de hormigón.
“Va a quedar como una mosca dentro de un cubo de hielo”, ejemplificó el antropólogo Joel Barraza.
El saqueo de cementerios como el Panteón de San Juan de Culiacán, donde más de una tonelada de placas y cruces fueron robadas a finales del año pasado, según el cronista Luis Antonio García, obligó a no utilizar metal en la lápida de Pastrana: sólo la adorna un cristo de estaño.
El ataúd con los restos de la indígena llegó el domingo por la noche a la capital sinaloense, donde permaneció resguardado en el hangar del gobierno estatal hasta su traslado ayer en la madrugada a Sinaloa de Leyva, donde el inicio de la jornada estaba programado para las 11:00 horas. El gobernador Mario López Valdez prefirió no recorrer el camino de tres horas que separa a Culiacán de esta ciudad señorial, y se desplazó en un helicóptero en compañía de la artista Laura Anderson Barbata.
Con más de media hora de retraso llegó a la carpa instalada en la plaza cívica municipal, donde lo esperaban más de 500 personas, entre quienes se repartieron botellas de agua mientras sonaba música de la región interpretada por el Cuarteto Sinaloa.
Aunque en días pasados habitantes de Ocoroni, donde la leyenda popular atribuye el nacimiento de Pastrana, amenazaron con llegar para exigir que fuera sepultada en el lugar, sólo aguardaba al gobernador una solitaria pancarta solicitando apoyo para la construcción de la universidad indígena de Playitas de Casillas, ubicada en el municipio, que según el profesor José Román Rubio permitirá superarse a la etnia mayo yoreme.
Quienes sí lograron la promesa pública de Malova fueron los sacerdotes de la Iglesia de los Santos Apóstoles Felipe y Santiago, donde se celebró la misa en honor de Pastrana, con quienes se comprometió a impermeabilizar el techo del templo.
Durante los discursos oficiales se insistió en el carácter humanitario de la repatriación de Pastrana, cuyo cuerpo embalsamado permaneció olvidado 15 años en la Universidad de Oslo, y se subrayó su condición de artista más allá de la deformidad física que la hizo ser conocida como La Mujer Simio.
“Esta tierra renueva su grandeza al recibir los restos de una entrañable mujer”, dijo el presidente municipal Saúl Rubio Valenzuela. “(Regresar a Julia Pastrana) es una acción civilizada y humanista”.
“Hay que enfrentar la vida siempre buscando justicia, como hoy se hace en este acto”, agregó el gobernador, tras confesar que no supo de su paisana hasta que Anderson Barbata le propuso repatriarla.
Ambos atestiguaron en primera fila la inhumación de La Indescriptible. Por la tarde, terminada la pompa oficial, sólo quedaban unos cuantos pobladores junto a la tumba, cubierta de alhelíes que no dejaban ver el texto que la recuerda como una “artista sinaloense reconocida por su trayectoria internacional”. Y que cierra: “Julia Pastrana. Descanse en paz”.

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