Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Anituy Rebolledo Ayerdi

Harold Robbins en Acapulco

750 millones de ejemplares

Harold Robbins, huérfano de hospicio sin la secundaria terminada, autor de una treintena de libros traducidos a 32 idiomas y con ventas de 750 millones de ejemplares, vivió en Acapulco. Su figura fue familiar en sitios públicos vistiendo bermudas floreadas, grandes gafas oscuras y sombrero lila. Armando’s Le Club, Bocaccio, Le Dome y Le Jardín, fueron algunas de las catedrales donde ofició todas las noches. Las fiestas en su residencia resultaban interminables y reunían a las más grandes celebridades del momento.
–Muy reventado en sus pachangas, rarísimo, extravagante y morboso –opina de Robbins el internauta acapulqueño Alberto Castillo Pérez, quien dice haber asistido a las báquicas fiestas del escritor.

¿Por qué Acapulco?

–Aunque parezca una pregunta obvia, Harold, ¿por qué Acapulco, por qué propiedades aquí y esta hermosa casa? –lo entrevista en 1981 el periodista James R. Fortson, para la revista Contenido.
–Bueno, yo establecí contacto con México a través del ex presidente Alemán hace veintitantos años, en Los Angeles. El me habló muchas veces acerca de las virtudes de Acapulco hasta que comencé a venir como turista. Hace 15 años compré unos terrenos en Las Brisas, que es una zona muy bella. Pero hace dos años cuando decidimos venir a vivir aquí parte del año, yo me rehusé a ir a Las Brisas.
–¿Por qué, Harold?
–Porque para mí es un ghetto para extranjeros. Yo pensé que si íbamos a vivir en México, debíamos hacerlo en una zona mexicana del puerto, con amigos y vecinos mexicanos. Si me hubiera ido a Las Brisas… pues mejor me habría quedado en Beverly Hills, en Nueva York o en Europa, porque a la gente de allí me la encuentro en esos lugares todo el tiempo. Por eso, pues, me vine aquí…
–No tienes sentimientos de culpa o de vergüenza cuando contemplas tanta miseria a tu alrededor en Acapulco, siendo tu tan excepcionalmente rico?
–No, porque yo contribuyo con parte de mi tiempo, de mi esfuerzo y de mi dinero… Yo creo que en México debería haber una mayor interacción de las varias estructuras de la sociedad. Yo amo a este puerto y a su gente y obviamente no te estoy hablando de los turistas ni de los comerciantes, sino de mis amigos y de la gente que trabaja. Es gente buena.
“¿Excepcionalmente rico? Bueno, sí. A partir de 1949 el fisco de mi país me audita anualmente y desde entonces jamás he ganado menos de un millón de dólares por año. Los últimos, la verdad sea dicha, ha subido a tres… ¡millones, por supuesto!

La hermosa Grace

A Grace, la sexta esposa de un Robbins de 75 años, joven y hermosa, presente en la entrevista, no le molesta que él presuma de una infidelidad casi patológica.
–El sabrá por qué lo dice. Yo sólo sé que está conmigo y que jamás me aburre. No es mi caso, por cierto, el de la tercera o cuarta esposa que se puso histérica y lo insultó cuando le informó haber renunciado de un trabajo. No deseo pelear contigo, le dijo Harold, lo único que quiero es que salgas de mi vida, ¡ahora mismo!
–Grace: comparando sus casas de Los Angeles, Francia (Le Cannet) y ésta de Acapulco, ¿cuál gozas más, y por qué?.
–Es muy difícil responder a esa pregunta. Cuando estamos en donde estamos es porque allí queremos estar y, consecuentemente, esa es la casa que estamos gozando más.
(En realidad fueron cinco esposas ya que con una de ellas se caso dos veces. Los arrepentimientos post etílicos, pues).

¿Pornógrafo?

Harold Robbins tuvo muchos problemas con la censura oficial, los púlpitos clericales y las sentencias moralinas a causa de su “amarillismo literario”. El elevado contenido erótico de sus obras, sus fuertes escenas sexuales, homosexuales, bisexuales y el consumo de drogas escandalizó a una sociedad gazmoña. Enmarcado todo ello en idílicos romances, suspenso, lujo, paisajes paradisíacos, poder y dinero. Cuando el periodista dio en el blanco, el escritor tuvo la respuesta precisa:
–El mundo es como es aunque haya muchos hipócritas a quienes la verdad disgusta en razón de su propia y muy peculiar moralidad.
El escritor recuerda el caso de su primera novela No amarás a un extraño (1948), acusada por un funcionario público de Filadelfia de corromper la moral pública. Mismo funcionario que fue procesado cuatro años más tarde por figurar en la nómina de todos los burdeles de la ciudad. Dónde está, pues, la moralidad, preguntó.
Hoy mismo –metemos nuestra cuchara–, en algunas escuelas del sur de California se prohíbe el uso del diccionario The Merriam Webster, porque contiene palabras relacionadas con el sexo y la sexualidad.
Un año más tarde de la entrevista en Acapulco, el escritor será reducido a una silla de ruedas a causa de una derrame cerebral. Su producción no parará, sin embargo, sino hasta el año de su muerte: 1997.

Tony Rullán

Tony Rullán, uno de los grandes amigos de Harold Robbins en Acapulco, habla de él como un bon vivant que sabía disfrutar los placeres simples de la vida: un hombre que irradiaba talento y buen humor.
Un día –recuerda–, le pregunté a qué se debía su semblante siempre joven y vital. Su respuesta fue rapidísima, acompañada por una sonora carcajada.
–Sencillo, Tony, ¡porque como mucho coño!

Harold por Harold

Harold Robbins se retrata a sí mismo en Acapulco:
Sin padres, fui a parar al orfanato de Nueva York. Allí me adoptó un matrimonio judío con el que viví cuatro años y medio. Me fugué de aquello que parecía un hogar. Me enrolé en la Marina aumentándome la edad, pero a los 17 años descubrieron el engaño y me botaron. Regresé a Nueva York y conseguí chamba paleando la nieve de las calles.
Ingresé más tarde a una tienda que vendía comida enlatada a cinco centavos. Cuando cumplí los 20 años me metí al negocio de los alimentos y ahí gané casi dos millones de dólares y entonces me entró la ambición. Lo perdí todo cuando pretendí especular con azúcar portorriqueña, vendiéndola a 4.85 dólares el kilo. Por la guerra Roosevelt la bajó a 4.65 dólares, haciéndome perder mis dos millones de dolares y dos más que me habían prestado.
Quebrado y humillado Robbins encuentra trabajo como bodeguero en los Estudios Universal. Allí, luego de una vertiginosa carrera, asciende a vicepresidente. Será entonces cuando los hados del destino le marquen el suyo. Alguna vez se niega a comprar un libro cinematográfico, no por caro sino por malo.
–Pero tu que chingaos sabes de literatura, le reprocha el ejecutivo del área especializada.
–¿No?, pues te apuesto cien dólares a que puedo escribir algo mucho mejor que estas pendejadas.
Tres semanas más tarde, Harold entrega a su subordinado un texto titulado No amarás a un extraño, basado en su propia experiencia en el orfanato y en las calles de Nueva York. El hombre cobró los 100 dólares de la apuesta y a partir de entonces ya no dejará de escribir hasta convertirse en uno de los escritores más vendidos del mundo.

La obra

Harold Robbins no escondía sus riquezas, por el contrario, alardeaba de ellas con la convicción de que cada centavo era producto de su trabajo. “Está cabrón escribir cinco mil palabras al día”, justificaba. Figuraban entre sus bienes 14 automóviles de diversas marcas, un yate de lujo de 85 metros y, como ya se ha dicho, residencias palaciegas en Acapulco, Beverly Hills y Francia.
Aunque Harold tuvo sueños guajiros de colocarse en el cenáculo de los mejores escritores del mundo y de todos los tiempos, los severos críticos literarios estadunidenses lo pondrán en su lugar. No pocos lo calificarán de “pornógrafo despreciable”. No obstante, recibirá aplauso y aliento de importantes medios de su país.
1.- Uno de los cinco escritores con más best seller del mundo: Saturday Review
2.- Un incomparable narrador de historias: UPI
3.-Las novelas de Robbins están llenas de acción y de colorido: The Wall Street Journal
4.- Un maestro: Playboy
5.- Diálogos espectaculares, una vez comenzada la lectura es imposible dejarla: Publisher
El cine y la televisión se nutrieron ávidamente de la obra de Robbins, casi siempre con resultados espectaculares y muy rentables. Entre estas figuran Los Insaciables, basada en un libro del mismo título, un esbozo de la vida alucinante de Howard Hughes, quien por cierto vino a morir a Acapulco. Más tarde, Sam Peckimpah hará del tema un western con el título de Nevada Smith. También basada en un libro de Robbins, la cinta El barrio contra mí, con Elvis Presley.
Dónde ha ido el amor, es la cinta que reunió a las grandes divas Bete Davis y Susan Hayward; El Betsy, “un coche de maravilla”, con Laurence Olivier; Avenida del Parque 79, la vida del hampón Bugsy Siegel; No ames nunca a un extraño, con John Drew Barrymore; La señora sola, con Pia Zadora; Aguja, crimen, violencia y erotismo con Britt Eklun y El pirata, con Franco Nero.
Ahora que si lo prefiere en negro sobre blanco: La maldición, El narrador, El semental, El magnate, La sábana santa, Descenso a Xanadú, Adiós, Jannete, Los herederos, Pirañas, El empujador, Los aventureros, Memorias de otro día y Nunca me sale. Y más.

Acapulco y Grace

Quizás que algún día se encuentre entre los archivos del escritor algún texto que tenga como escenario Acapulco, puerto del que estaba enamorado aunque no tanto como de su esposa Grace.

Paredón

–Harold Robbins, Acapulco y el éxito increíble, por James R. Fortson, revista Contenido 1981
–Consultas internautas

Anyrebolledo2@ hotmail.com

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