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Muestra la cineasta Otilia Portillo que el amor tiene fecha de caducidad

Aurélie Daly

La película Diario a tres voces, que se proyectó en el Festival Ambulante Gira de Documentales, retrata a tres generaciones de mujeres mexicanas frente al desencantamiento del amor a través de tres personajes sensibles que entregan al espectador sus secretos y abren las puertas de sus espacios personales.
Con este segundo documental la joven directora de cine Otilia Portillo Padua logró una película intimista sin caer en el voyeurismo al que nos acostumbraron innumerables programas de tele-realidad.
Lejos de provocar curiosidad malsana, la película consigue invitar al espectador a echar una mirada en las vidas privadas de estas tres mujeres con gran sutilidad, como si la película pidiera permiso a sus personajes para introducirse en sus vidas.
“La idea era que el amor es algo que termina. La sexualidad es implícita en la película pero es otro tema. Quería retratar cómo todo es bien bonito al principio y cómo va cambiando hasta el desencantamiento. Hay una reflexión en los personajes de su proceso de desencanto amoroso”.
“Empecé con la idea de que el amor es un proceso que tiene fecha de caducidad. Al principio, había siete mujeres pero algunas estaban más del lado del sensacionalismo. Escogí mujeres cotidianas, cercanas, familiares. Marqué una distancia para no caer en los clichés de las películas de amor. La señora es mi tía abuela, es de Mochitlán, un pueblito a media hora de Chilpancingo. No nací en Guerrero, nací en el Distrito Federal pero soy guerrerense, mi familia es de Chilpancingo y tengo muchos recuerdos ahí. La casa abandonada que se ve en la película es la de mi tía abuela en Mochitlán. Ahora vive en el DF.”
“A Nora la conocí porque es amiga de un primo mío. Buscaba el estereotipo de la mujer mexicana divorciada. La pequeña fue un accidente; mi mamá le hizo su coreografía para el tango de sus 15 años. Hubo menos casting para ella”, explicó.
“La película es un retrato generacional. No tenía la idea tan clara, pero en estos tres años de trabajo pasaron muchas cosas en mi vida y el proyecto se fue transformando”, reflexionó.
A la joven directora le ha inspirado el cineasta alemán Douglas Sirk. “Juega con los colores primarios para plasmar los estados de ánimo. Por ejemplo en mi película, todo se pone azulado cuando Nora habla de su matrimonio. Trabajé la corrección de colores pero sin caer en el melodrama”, precisó.
Otra referencia que citó la directora es la artista plástica, fotógrafa, escritora y cineasta francesa, Sophie Calle, a quien tiene por eje conductor en sus creaciones de vida íntima. “Un novio la bota por e-mail y ella reinterpreta esta carta con la participación de varias personas que leen la carta, o cantan ópera, como una instalación”, explicó.
La idea de hacer público con algo tan íntimo y de compartirlo con otras personas se acerca a un proceso de sicoanálisis, confesó la directora: “El proceso creativo es un poco como una catarsis. Te aliviana un poquito el alma”.
“Al principio terminaba más triste pero cambié el final en celebración, agridulce pero una celebración a la vida”, comentó.
Recibió una beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, una ayuda de los Estudios Churubusco y el finanzamiento de la post producción por parte del Festival Internacional de Cine Documental DocsDF. “Lo demás fue inversión de los amigos”, agregó.

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