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Jorge Zepeda Patterson

Un Góber para todos los disgustos

Hay góber precioso, góber bailador, el químico, el yunquista, el etílico mocho, el biennacido. Hay mandatarios para todos los gustos (o para ser precisos, para todos los disgustos). Gobernadores de chile, de dulce y de todos los partidos. Pero eso sí, ninguno sale pobre.
Recuerdo que hace seis años cuando Andrés Granier Melo tomó posesión del gobierno de Tabasco, la opinión pública festejó el arribo al poder, por fin, de un “ciudadano”. Era una falsa imagen, pues había sido presidente municipal de la capital del estado. Pero es cierto que El Químico había hecho carrera en las áreas técnicas vinculadas a su profesión: jefe de laboratorios en el IMSS y en la Procuraduría Estatal, y luego director de Desarrollo Social.
De hecho, su candidatura dentro del PRI se impuso gracias a su popularidad, pese a que no era el favorito de los ex gobernadores Roberto Madrazo y Manuel Andrade Díaz que habían optado por un delfín netamente político.
Pues resulta que El Químico salió peor que los dos gobernadores anteriores, y mire que no era fácil superar la deplorable gestión de Andrade. Una cosa es el enriquecimiento inexplicable, y otra querer entrar a las listas de multimillonarios de Forbes en un sexenio. Sólo a su hija le fue congelada una cuenta por 3 mil millones de pesos, depositados durante el ejercicio del padre. La revisión de la cuenta pública del estado arroja anomalías por 23 mil millones de pesos durante su sexenio.
El problema es que no se trata sólo de un abuso en provecho propio. A la lesión contra el erario público se sumaría una absoluta inhabilidad para ejercer la administración pública. Endeudamiento preocupante, desmantelamiento de auditorías, caos en la gestión de proveedores y licitaciones, desaparición de documentos.
Desde luego Granier tiene la gran desventaja de que su partido, el PRI, perdió las elecciones y el gobernador entrante, Arturo Núñez, del PRD, lo está investigando a fondo.
Sólo podemos imaginar los escándalos que se ventilarían si la mayoría de los ex gobernadores fueron objeto de tal examen. Por desgracia, eso sucede en raras ocasiones. Imagínese lo que sabríamos de Humberto Moreira si el sucesor no fuera su hermano. Y en la mayoría de los casos, los gobernadores salientes han podido imponer a su propio candidato, con lo cual consiguen en la práctica una patente de inmunidad.
Incluso cuando se trata de partidos de alternancia, en muchas ocasiones el gobernador entrante prefiere hacerse el desentendido, por una u otra razón. Tal es el caso, por ejemplo, de Rafael Moreno Valle, gobernador de Puebla por una alianza de PAN y PRD, quien no ha tocado al ex Góber Precioso, Mario Marín, ni con el pétalo de la rosa. Y todavía seguimos esperando que arranquen investigaciones acuciosas sobre la gestión del aliancista Juan Sabines (PRD, PAN), de parte de su sucesor, Manuel Velasco, del Partido Verde. Hay suficientes indicios para  sospechar que la gestión de Sabines sería  otro caso de antología.
Me queda claro que no se trata de un asunto de partidos. Panistas y perredistas no han salido más honestos que los priistas. El asunto tampoco se resolvería optando por candidatos “ciudadanos” versus candidatos políticos. Ni tampoco los empresarios han sido necesariamente mejor que los funcionarios. Ya ven cómo nos fue con los Bibriesca Sahagún, hijastros de Vicente Fox, ranchero y ex ejecutivo de la Coca Cola. O con Eduardo Bours en Sonora, acaudalado hombre de negocios y líder empresarial.
Ni se trata de escoger personas aparentemente decentes. Allí está la cara de chico bueno de Emilio González Márquez, el gobernador de Jalisco de ex abruptos alcohólicos a favor de la Iglesia y cuentas oscuras en Juegos Panamericanos.
Lo que necesitamos son normas que obliguen a la transparencia y a la rendición de cuentas, contrapesos y controles estrictos en el manejo de dineros y asuntos públicos; prensa libre en los estados para ventilar y cuestionar malas prácticas.
De esa manera dará lo mismo que sean de un partido u otro, ciudadanos o políticos profesionales, empresarios o funcionarios, que tengan cara de buena gente  o se parezcan a Mario Villanueva.
Prevenir y erradicar la impunidad. Lo primero se resuelve con el diseño de instituciones y normas; lo segundo, llevando a juicio a dos o tres de los infractores. Supongo que luego de los 24 horas del Niño Verde en El Torito, a pocos políticos les darán ganas de intentar el charolazo la siguiente ocasión que pasen por el alcoholímetro . ¿Qué sucedería si uno o varios de estos ex gobernadores es enviado algunos años al reclusorio?

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@jorgezepedap

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