Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Anituy Rebolledo Ayerdi

Acapulqueños VI

Honor para dos acapulqueños por voluntad propia: Jeremías Marquines, premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2012, con su poema Acapulco Gold, y Pedro Pardo, tercer lugar del World Press Photo, entre más de cinco mil fotógrafos de 124 países. Comparto el orgullo de ambos.

Los lectores primero

El amable lector Héctor Godínez A., tercia en una vieja controversia en torno al inmueble de la calle de La Quebrada, donde se levantó la segunda y definitiva sede de la primaria Ignacio M. Altamirano. Escuela fundada solo para señoritas corriendo los primeros años del siglo XX, en la calle 5 de Mayo.
(¿Que por qué la primera directora de la Altamirano fue la maestra Hipólita Orendáin de Medina y no Felícitas V. Jiménez?. Básicamente porque ésta era aún una chamaca y primero debería embarnecer, entrarle a la méritocracia docente y al escalafón, ¿sabe usted?. La esbeltez y delicadeza de la profesora tixtleca, egresada de la escuela Normal para señoritas de Chilpancingo, la hacía aparecer incluso como una alumna aventajada. De otro lado, ningún acapulqueño pondrá en duda su influencia en el proceso creativo de la institución. Se llama como su paisano y guía, se inaugura el 6 de enero, día de la virgen tixtleca de la Natividad y ella aparece, no obstante su juventud, como guía moral).
Nuestro amable corresponsal estaría de acuerdo con una primera versión, aquí recogida, en el sentido de que el solar de la institución fue una donación del gobierno japonés. Un modo de agradecer las atenciones brindadas a un miembro de realeza nipona, pasajero de una embarcación salvada en el puerto de un peligro inminente.
Héctor Godínez se refiere en esa misma línea a otro obsequio para Acapulco, también por parte de parte de navegantes japoneses. A bordo de los navíos Kusagui y Assama (en versión del cronista Pasta Tagliabeau), agradecerían las atenciones de los acapulqueños obsequiando al puerto un quiosco muy al estilo oriental, por supuesto. Sería éste uno de varios inmuebles ocupando el centro de la plaza Álvarez, a lo largo del siglo XX. Los usos serán tan múltiples como clásicos: escenario para serenatas musicales, obras teatrales y toda clase de espectáculos. También, tribuna política, nevería, refresquería y todo cuando se le ocurriera el señor presidente municipal.
(El actual quiosco colonial fue traído de Tlaquepaque por el alcalde Febronio Díaz Figueroa (1978-1980). Para los gringos , “guanderful”, pero para algunos acapulqueños un feo chipote en el abigarrado estilo arquitectónico del corazón acapulqueño).

Alberto Chessal

Pregunta Ramón García Aguilera porqué Alberto Chessal no figura en la primera nómina docente de la Secundaria Federal No.22. Y no hay en ello ningún misterio. El maestro Chessal –amigo, escultor, pintor y escritor –, llegó al puerto ya cuando la Secundaria era la número Uno. Un chamaco, pues.
La Escuela Real

¿Que por qué llamamos “Real” a la escuela primaria para varones Miguel Hidalgo de Acapulco, fundada en las postrimerías del décimo nono bajo la presidencia de don Porfirio Díaz?
Porque la de Acapulco no escapó a tal denominación de todas las escuelas elementales de la provincia mexicana, así llamadas incluso a la mitad del siglo XX (fue Real la del escribano en San Jerónimo de Juárez). Una costumbre hija, seguramente, de un desconcertante atavismo del México colonial, cuando se adjudicaba al Rey de España la gracia de la educación popular y todas las demás gracias. ¡Un siglo más tarde de que en México se abollara la corona de los Borbones!
La realeza permeará otros bienes durante la República. Serán “Reales” los caminos, las monedas (un real equivalía a diez centavos), y hasta los pozos de agua para el abasto popular. Uno de los “pozos del rey” que surtió a los acapulqueños se localizó en la plaza principal, hoy Juan Alvarez. Será el hijo de este gobernador, Diego Álvarez, quien formule la contraparte republicana con la perforación del “Pozo de la Nación”, denominación que abarcará a toda una barriada de la ciudad. Se trataba de paliar la sed de aquellos acapulqueños, atacados por una epidemia de cólera cuando casi llegue a secarse el venero llamado El Chorrillo (que también dará nombre al barrio) del que se surtían.

El Instituto Wallace

Ya mencionamos aquí la formidable oportunidad que significó para muchos jóvenes acapulqueños el Instituto Wallace de Chilpancingo. Ahí podrán cursar estudios secundarios (1932), posibles en el puerto solo siete años más tarde. El entorno bucólico de la institución estimulará el estudio y las actividades agropecuarias de los internos. Atendidos por docentes pertenecientes a una misión evangélica.
El más tarde almirante y alcalde de Acapulco Antonio Argudín fue, con su hermana Tere, de los primeros en entonar junto al río Huacapa el nostálgico “que lejos estoy del pueblo donde he nacido”. Formaron el coro, además de los citados en una entrega anterior, Esperanza Morlet, Carmen Vidales, Consuelo Muñúzuri, Evencia Valeriano, Consuelo Orbe, Rodolfo Galeana, Ranulfo Montano, Andrés Deko Saucedo, Adolfo Velasco, José Estrada, Donaciano Durán, Martín Vélez y la más tarde acapulqueña Mirtila Beltrán.
Otra rememoración grata de Argudín fue que los porteños comieron por primera vez en el Wallace los “cónfleis” (corn flakes, pues), desconocidos en el puerto. Y eso solo cuando compartían la cena con la directora Miss Alice Mc Cleeland, mesa en la que se servían frijoles con jocoque.que fascinaban al más tarde marino.

La Preparatoria

La primera escuela Preparatoria de Acapulco se funda en 1957, dieciocho años más tarde de la primera Secundaria. La iniciativa es del doctor David Malváez de la Barrera, maestro de aquella y que lo había sido de la Normal Superior en la ciudad de México. Una mal cardíaco lo obligará a vivir al nivel del mar y qué mejor que Acapulco. Una bendición, decía él.
El propio Malváez consigue con el profesor Elpidio Cortés Exiga, director de la primaria José Azueta, de la calle del mismo nombre, la ocupación de esas instalaciones una vez terminadas sus actividades normales. Por ello el horario de la Prepa será vespertino-nocturno.
Luego, el maestro de biología se dará a la tarea de reclutar al personal docente. Lo hará llamando “al sacrificio en aras de salvar a la juventud acapulqueña de la influencia nociva del capitalismo yanqui”. No obstante que la escuela se declara como ordena La Magnífica: “sin cosa alguna”, las personalidades requeridas aceptarán dar clases de “oquis”, o sea, de a “grapa”.
Entre los primeros: Javier Campos Ponce, un viejo periodista comunista que edita aquí la revista Acapulco y quien acepta la dirección del plantel; el notario Julio García Estrada, el poeta chilpancingueño Lamberto Alarcón, el abogado Alfredo Díaz Garzón y el enorme poeta de Cuautepec Rubén Mora Gutiérrez (“yo no sé por qué te llaman Costa Chica, si es tan grande el amor con que te quiero”). ¡Pinchemente!

Una mujer una

No obstante que se abría una oportunidad reclamada por muchos durante muchos años, la matrícula no será abundante. No pocos egresados de la Secundaria Federal 1 asistirán a las primera clases, pero no le tendrán fe al proyecto emigrando a otros lares –caso de este escribano–. Solo una dama dará el paso y será la única que forme parte de la primera generación: Martha Rodríguez Rábago, hoy distinguida profesional.
Entre los primeros matriculados estarán Alejandro Arzate Jiménez (=), quien seguirá costeando sus estudios como bolero en el Zócalo; mi amigazo Aristóteles Muñoz Valente, quien me dejaba copiarle en la clase de matemáticas, hoy maestro del Tecnológico de Acapulco; Horacio Medina de la O (=), otro amigo inolvidable; el boshito Pedro Pérez Cámara, de quien apenas recibí saludos de Quintana Roo; el azoyuteco Rodolfo Chávez Molina, compadre de mi compadre Tadeo Arredondo, y el hoy abogado y no menos chómpira Lisandro Vielma Hernández.

Más docentes

El cuerpo docente se seguirá armando con maestros de la Secundaria como su director Eduardo Vega Jiménez y Alfredo Beltrán Cruz. De otras instituciones educativas como Gilberto León Berdeja, Manuel Linares Alarcón, fino poeta, padre del malogrado abogado del mismo nombre , Ambrosio Delabra, Julio Macosay Negrín y las profesoras de francés Sofía Ramón Lligé y Andrea Gaudry. Para entonces un patronato estaba a cargo de la subsistencia de la escuela, presidido éste por el doctor Armando Ruiz Quintanilla y como secretario el profesor Fidel Gallardo Arellano. A la renuncia de Campos Onces, el maestro Malvaez asumirá la dirección del plantel.
También formaron parte de la primera generación de la Preparatoria de Acapulco Héctor Álvarez Ramírez (descendiente de don Juan), Armando Meda Torreblanca, Armando Ruiz Massieu, Eduardo González Quezada, Ernesto Torres Reyes, Gil Arturo Castro Bahena, Mario Gallardo Guzmán, Orlando Salinas Antúnez y Ramón Romero Marino.
Profesionales distinguidos del puerto formaron parte de la planta docente y entre ellos los licenciados Roberto Palazuelos Bassols, Ricardo Suástegui, Nereo Mar Ramos, José Flores Romero y el arquitecto Luis Cardoso Medina.
La fiesta de clausura tendrá lugar el 2 de agosto de 1957 en el salón verde del hotel Papagayo, con una emotiva despedida del director Malvaez. El adiós a la escuela de Pedro Pérez y un reconocimiento para docentes y autoridades por parte de Cuquita Massieu de Ruiz.

anyrebolledo@hotmail. com

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