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Dice Ernesto Gómez Cruz que no le interesó ir a Hollywood porque ama el español

Oliver Zazueta / Daniel Garibay / Agencia Reforma

Guadalajara

Es inevitable ver al primer actor Ernesto Gómez Cruz, de 79 años, y no acordarse de Don Ru de El callejón de los milagros (1995) o de Don José Reyes el líder criminal de El Infierno (2010), aunque hay varias canas de más en su cabeza, ahora se ayuda de aparatos para oír.
“La edad no perdona, no es que me sienta ancianito, bueno, estoy ancianito, pero con mucha energía. No me he ganado nada, no me siento el ‘uyuyuy’ de la actuación, siempre estoy a la espera de la oportunidad y cuando me llega la aprovecho”, dice el homenajeado nacional de este año en la Festival Internacional de Cine en Guadalajara.
Con 172 papeles, tanto en cortos y largometrajes, y algunos esporádicos en televisión, –su última película fue Las armas del alba (2013)–, el histrión asegura que la pantalla chica no es de sus regiones predilectas. Últimamente ha hecho sólo algunas cosas para la productora Argos.
“En televisión casi no he trabajado porque los productores son muy jóvenes, y, como que no te conocen y te tratan como cualquier actor que comienza. Uno tiene su dignidad, no soy carero pero tampoco quiero regalar mi trabajo. Tengo ya muchos años en esto y reconocimientos como para ser un portero o jardinero”, declara.
Ir hacia la gran industria del cine tampoco le interesó mucho, siempre fue un amante del español, aunque últimamente, le ha dado por aprender inglés.
“No he cruzado los mares, no he ido a probar suerte a Hollywood, porque la verdad no me interesó mucho el idioma, como me está interesando actualmente, pero no para hacer películas allá, simplemente me entraron las ganas de aprender otro idioma”, dice.
Las amistades son un bien escaso en el medio de la actuación, considera, y a sus amigos del medio los cuenta con los dedos de la mano.
“Considero amigos a María Rojo y Salvador Sánchez, desde hace muchos años, a Damián Alcázar, he trabajado poco con él, pero nos conocemos, somos gente sencilla. Son muy pocos los que puedes llamar amigos, somos compañeros de trabajo, no somos enemigos pero muchas veces hay actores que quisieran desaparecerte del mapa”.
Gómez Cruz recuerda que descubrió su vocación a los 27 años, ya con esposa e hijos, y dejó su natal Veracruz, para estudiar actuación en el Instituto Nacional de Bellas Artes en la ciudad de México, donde pidió una oportunidad.
Al salir, probó suerte en una audición con el director Juan Ibáñez para un papel en Los Caifanes (1967) y se quedó siendo El Azteca.
Desde entonces ha sido cura, un hombre de barrio, un político corrupto, un narcotraficante, maestro, militar y un sin fin de personajes más a los que llega de una forma bastante peculiar.
“Muy humildito, muy sencillo pero por dentro con las ganas de salir adelante, porque carita bonita no la tengo. La estatura, tampoco, soy chaparro, trompudito y morenón, pero con un talento que Dios me dio, que espero que me lo siga conservando un buen tiempo, dijo el actor.
Exhiben en película bambalinas del teatro

Bien dicen que el teatro es un acto de fe y Francisco Franco, director de Tercera Llamada, logró capturar esa esencia en la cinta que presentó ayer en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara.
La presión y crítica de la protagonista del montaje, la inestabilidad emocional de la directora, el primer actor que ya no retiene sus líneas de memoria y los cambios de último momento de la producción son algunos ingredientes que dan un panorama del show que es hacer teatro.
“La película trata de unir dos cosas: que no solamente es el amor al teatro sino el amor a lo que haces, a lo que sabes hacer y el dedicarte de lleno, y la otra parte sería un elogio al esfuerzo o una crítica a la indolencia”, aseguró Francisco Franco.
Silvia Pinal, Irene Azuela, Karina Gidi, Rebecca Jones, Fernando Luján, Mariana Treviño, Lalo España, Cecilia Suárez, Moisés Arizmendi y Ricardo Blume, son sólo algunos nombres de quienes comparten la aventura que viven al realizar sus proyectos profesionales.
“Es una historia que refleja todo el universo que se vive en el teatro; todo lo que sucede, las emociones, las pasiones, la vida íntima de todos elementos que intervienen para levantar un teatral. Me llega muy en particular por dedicarme a este oficio”, contó Lalo España.
“Es una declaración de amor al teatro”, agregó Irene Azuela, “los que nos dedicamos a esto encontramos un significado brutal en lo que hacemos todos los días, desde que nos llega el libreto hasta que se abre el telón”.
La cinta, que está en búsqueda de una distribuidora, según declaró la productora Laura Imperiale, resulta exquisita para el espectador que puede darse cuenta, de una manera divertida, lo que hay detrás de la realización de un proyecto teatral.
“Después de leer el guión”, agregó Fernando Luján, “supe que iba a hacer una estupenda película. Cuando ya me dijeron quién iba estar en el reparto, quién era el director, la productora, fue como una fiesta de saber que haríamos una película que es una realidad”.

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