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Manejaba encargado de Finanzas del Panal y secretario de Gordillo la chequera sindical

Abel Barajas y Sonia del Valle / Agencia Reforma

Ciudad de México

Las cuentas del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) tienen sólo cinco firmas para autorizar cualquier transacción o movimiento de dinero, pero la que es clave en los presuntos desvíos y transferencias ilegales es la de Héctor Jesús Hernández Esquivel.
Con base en la investigación de la Procuraduría General de la República (PGR) y la Secretaría de Hacienda, no hubo desvíos de las arcas sindicales que se hicieran sin el aval del ex coordinador de Finanzas del partido Nueva Alianza y con funciones de secretario particular de Elba Esther Gordillo.
Los otros jerarcas del gremio con rúbrica sobre las cuentas son Rafael Ochoa Guzmán, Francisco Arriola Urbina, José Ángel Ibáñez Montes y el actual líder sindical, Juan Díaz de la Torre, de acuerdo con la información bancaria de la causa penal 11/2013.
Oficialmente tenía el cargo de tesorero, pero Hernández Esquivel, conocido en el gremio como El Cajero, no sólo era el encargado de entregar los cheques, pagar viáticos y la nómina de los secretarios generales y los maestros comisionados al SNTE, también era una especie de todólogo para Gordillo.
Bajo las órdenes de la ex presidenta del sindicato, a Hernández Esquivel casi no se le escuchaba la voz, pero era quien siempre iba a su lado, obediente; el que le que cargaba a la maestra la bolsa y los teléfonos celulares.
A un chasquido de dedos de Gordillo, Hernández Esquivel se levantaba, acudía solícito a atender sus deseos.
En la causa penal que tiene a la dirigente en la cárcel, el tesorero aparece como presunto vínculo de los desvíos de dinero desde las cuentas del SNTE a las de particulares como Nora Guadalupe Ugarte Ramírez, Isaías Gallardo Chávez y Juan Manuel Díaz Flores.
Estos últimos hoy están presos por presuntamente recibir esos depósitos millonarios y pagar con ellos los gastos de la ex lideresa magisterial en cirugías, tiendas departamentales, tarjetas de crédito, viajes, hospitales, conferencistas, eventos y asesorías.
Al menos eso es lo que el pasado 28 de febrero declaró ante un juez federal Ugarte Ramírez, dentro del proceso 11/2013.
“Mi jefe inmediato fue el contador Héctor Jesús Hernández Esquivel, él era quien me daba indicaciones directas, el profesor Isaías Gallardo Chávez era auxiliar de la oficina; a José Manuel Díaz Flores lo conocí cuando él laboraba en el banco Serfín.
“Independientemente de las funciones que manifesté con antelación, mi trabajo también correspondía (sic) en elaborar transferencias, cheques de caja, éstos conforme me los fueran pidiendo o indicando mi jefe directo, Héctor Jesús Hernández Esquivel”, declaró la procesada.
A juicio de la autoridad, Ugarte es quien presuntamente recibió más dinero desde las cuentas del SNTE, para triangularlo en beneficio de Gordillo, pues 2 mil 27 millones 787 mil 95 pesos, del total de 2 mil 496 millones 474 mil 121 pesos desviados, pasaron por una de sus cuentas bancarias personales.

Multifuncional

Hernández Esquivel desempeñaba muchas funciones para Gordillo: era chofer, contador y negociador, tenía la llave perfecta “por órdenes de la maestra” y con ello aplacaba, acordaba y negociaba, lo mismo con maestros que con comisionados y proveedores.
Su oficina formal estaba en el quinto piso del Comité Ejecutivo Nacional del SNTE, justo donde se ubica la oficina de la presidencia y la sala de juntas. Ambas oficinas, desde que Gordillo ocupó la presidencia en 2004, casi siempre estaban vacías.
Las órdenes se transmitían vía telefónica.
José Escobedo Coronado, ex secretario general de la sección 26 de San Luis Potosí, autor del libro Elba Esther Gordillo: la dueña del SNTE, recuerda que Hernández Esquivel llegó al gremio desde 1989, cuando Gordillo fue impuesta como secretaria general.
“Era el encargado de las cuentas del sindicato, no ejercía la función ejecutiva, sino era el responsable el contador privado de Francisco Arriola”.
Los dineros del SNTE, señaló, se manejaban de manera discrecional.
“Yo fui presidente del Comité Nacional de Vigilancia y nadie, absolutamente nadie, es más, ni los mismos secretarios generales que ella puso, no conocían del manejo total de las cuentas que tenía la organización”, expresó Escobedo.
Otro “secreto de Estado”, dentro del SNTE, dijo, era el número de cuentas que se manejan.
“Para mí fue una sorpresa saber que el SNTE tiene 81 cuentas bancarias, sólo Francisco Arriola y el contador Héctor Hernández, el de su mayor confianza financiera, conocía de inversiones, intereses, etcétera”.
Cuando Gordillo llegó al SNTE en 1989, señaló, Francisco Arriola fue nombrado secretario de finanzas, y en el trienio de su reelección nombró a Humberto Dávila Esquivel, quien sucedió en la secretaría general a Gordillo.
“Los recursos financieros son el principal elemento de control, pues de manera discrecional se informa cuánto se da a los secretarios generales, y el apoyo extraordinario siempre se daba en nombre de la maestra Gordillo”, indicó.
Arriola Urbina, Hernández Esquivel y Edgar González, en ese orden, decidían sobre los recursos del SNTE.

Cerebro y operador

Para Escobedo, el divorcio entre Arriola y Gordillo fue más bien un pacto, pues él nunca dejó de ser el conductor de las finanzas gremiales, aunque no fuera secretario de finanzas, pues se le fueron creando carteras para que siguiera manejando los recursos, como la secretaría de la Contraloría, y actualmente las de Vigilancia y Rendición de Cuentas.
“Era el cerebro financiero, y Héctor Hernández el operador”, agregó.
Hernández Esquivel era un hombre de buen trato, acostumbrado a hacer lo que le indicaban, recordó Escobedo.
Ugarte Ramírez, detenida junto con Gordillo, aseguró que de la única persona que recibía órdenes para el manejo de los recursos del SNTE, era Hernández Esquivel.
A la hora de declarar ante el juez federal Alejandro Caballero Vértiz, la mujer aceptó que movía grandes cantidades de dinero para Gordillo, pero aclaró que nada de eso lo hizo por su cuenta, sino por órdenes de ese incondicional de la maestra.
“Nunca me mencionaba para qué eran (los depósitos), tomaron mi cuenta el señor Héctor Jesús Hernández Esquivel, para las transferencias y los cheques de caja por comodidad, ya que él por lo regular no se encontraba en la oficina y todo era mediante teléfono”, declaró Ugarte, quien anoche continuaba internada en el Hospital Central Militar.

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