Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jaime Castrejón Diez

El presidencialismo

Los hechos recientes nos muestran que estamos regresando al presidencialismo clásico, donde el Presidente es jefe de Estado, de gobierno, de las Fuerzas Armadas y de partido. La Constitución establece esta figura del presidente fuerte. Desde la presidencia de Ernesto Zedillo, alejándose del partido y los doce años panistas el Presidente dejó de ser la figura fuerte, pues no contaban ni con mayorías en el legislativo ni con los gobernadores. En épocas anteriores el Presidente era omnipotente y en los últimos dieciocho años su poder estaba acotado. El regreso del PRI a Los Pinos parece que vino acompañado del regreso de la figura del presidente fuerte.
En un movimiento similar al del periodo del presidente Salinas, hemos visto en poco tiempo el retomar el poder real. Salinas destruyó fuerzas sindicales como las de La Quina y de Jonguitud Barrios, para utilizar a la profesora Gordillo para control del poder sindical. Durante el periodo de Ernesto Zedillo, su política de la sana distancia hizo que el PRI pusiera limitaciones para poner un freno al Presidente que la vieja guardia del partido consideró que era el inicio de la desarticulación del aparato partidista. Los doce años panistas no pudieron quitar las restricciones que impedían el desarrollo económico. Al hacerlo ahora significa que el viejo PRI está realmente de regreso, y cuidadosamente han ido construyendo el aparato partidista que por siete décadas manejó el país.
Pasados estos primeros meses que podemos considerar de restauración, la pregunta que todos nos hacemos es ¿qué sigue? ¿se trata de un regreso al pasado? Es natural que el nuevo gobierno busque mecanismos para establecer las bases para una nueva etapa del país, pero hasta ahora solamente hemos visto un intento de consolidar el poder, falta ver cómo van a usarlo para que el país evolucione y el crecimiento económico genere los empleos necesarios para bienestar de los ciudadanos.
La reforma educativa no es solamente el separar el sindicalismo del proceso educativo, aun cuando era necesario. La reforma ha sido una preocupación permanente. Desde los gobiernos de Díaz Ordaz y de Echeverría se ha buscado, entonces se centró primero en la planeación y luego en la planeación participativa, eran tiempos en que estaban en boga los conceptos pedagógicos de Paulo Freire, pero poco se aplicaron estos conceptos. En realidad en esos tiempos lo que se hizo fue tratar de atender la demanda social insatisfecha, es por eso que se crearon nuevas universidades y planteles de educación media superior.
En los sexenios siguientes se pugnó por homogeneizar el sistema, haciendo que el ciclo medio superior fuera homogéneo, así se logró que todos los bachilleratos fueran de tres años. La idea de tratar de establecer estudios interdisciplinarios fue la aspiración de la educación superior, pero el surgimiento de muchas universidades privadas sin cumplir con los requisitos establecidos vino a frenar las posibilidades de una evolución real y la calidad bajó. Es sintomático que la SEP haya hecho más de 7 mil notificaciones de incumplimiento de programas y objetivos a estas nuevas instituciones en el 2012. Entre los grandes fracasos está el de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México que a muy alto costo ha graduado a 44 egresados en 10 años.
Es claro y debe serlo para el nuevo gobierno que los problemas de los años 60 no han sido resueltos todavía, que sigue siendo alta la demanda, pero el problema de calidad y de relevancia no ha sido superado. La reforma educativa que ha sido el primer tema al que se ha abocado el nuevo gobierno será el indicador de que se buscan cambios de fondo o solamente es retomar el poder.

468 ad