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El lado oscuro del Papa Francisco, durante la dictadura militar en Argentina en los años 70

Agencia Reforma

Madrid,  España

En su libro El Silencio, el periodista Horacio Verbitsky trató de arrojar luz sobre la actuación de la jerarquía católica argentina, incluyendo el nuevo Papa, Jorge Bergoglio, durante la dictadura militar en ese país en los años 70.
En esta obra, Verbitski denunció la complicidad del Vaticano y del grueso de la jerarquía católica argentina con la dictadura y con sus métodos represores en aquellos tiempos de tortura y muerte, y definió su libro en una entrevista en 2010 como “una investigación que devela la hipocresía de una jerarquía eclesiástica de manos no manchadas, sino cubiertas de sangre”.
Verbitski decía entonces que el papel del Cardenal Bergoglio era desmemoriado ante los graves sucesos acaecidos entonces.
“Es un hombre muy culto y tuve buena relación con él, incluso en el libro agradezco su colaboración para conmigo. Pero Bergoglio tuvo la desgracia de que yo encontrara en la Cancillería la documentación que lo implica directamente con la represión en términos de complicidad terminante”, explicó el periodista.
“Palmeaba a los sacerdotes con fuerte trabajo social y luego los denunciaba como subversivos ante los militares. ¡No inventé nada!… ¡Lo dicen los propios documentos oficiales de la dictadura!”.
Por otra parte, durante un acto realizado por las Madres de la Plaza de Mayo hace pocos meses, cinco testigos aportaron sus testimonios sobre la complicidad de la jerarquía católica con el terrorismo de Estado ejercido por la dictadura militar, además de señalar el rol que jugó Bergoglio, Arzobispo de Buenos Aires, en la desaparición de los curas de la Compañía de Jesús, Orlando Yorio y Francisco Jalics.
En ese acto, el académico Rubén Dri relató el rol que jugó Bergoglio en el secuestro de los curas de la Compañía de Jesús, Orlando Yorio y Francisco Jalics, quienes permanecieron en la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA) durante cinco meses, en 1976.
De acuerdo con Dri, cuando los sacerdotes fueron expulsados de la Compañía de Jesús, que dependía de Bergoglio, éste le recomendó a Yorio que fuera a la diócesis de Morón, a cargo de Monseñor Raspatti. No obstante, Raspatti le dijo que no tenía lugar para él, respondiendo a un pedido del actual Arzobispo de Buenos Aires, quien por bajo de la mesa le pidió que no los recibiera por subversivos.
“Yorio entonces recurre a Monseñor Aramburu, quien les quita (a los sacerdotes) las licencias dejándolos en manos de los militares”, señaló Dri.
En otro “episodio oscuro”, Bergoglio fue acusado de cómplice en la relación entre la Iglesia católica argentina y la dictadura cívico militar, por lo que fue citado a declarar, en calidad de testigo, en el marco del juicio a genocidas por el plan sistemático de robo de hijos de desaparecidos.
En el marco de ese juicio a cargo del Tribunal Oral y Federal (TOF) número 6, Estela de la Cuadra, hija de una de las fundadoras de las Abuelas de Plaza de Mayo, quien además sigue buscando a su sobrina, Ana, manifestó que el Cardenal estaba al tanto de su caso y que a través de sus gestiones pudo saber que su hermana Elena había parido una niña.
“¿Por qué no lo citan? ¿No amerita que diga qué pasó con Ana de la Cuadra?”, dijo ante los jueces.
Estela dio detalles sobre la búsqueda de su sobrina, arrebatada de los brazos de su madre, mientras estaba secuestrada en la comisaría 5ª de La Plata.
“¿Qué pasó con Ana? ¿Qué pasó con todos los niños?”, preguntó.
Bergoglio eligió hablar de ello por escrito, haciendo uso de un privilegio legal que se le permite a los miembros de la Iglesia, evitando así ir a una audiencia pública.
Sin embargo, el Cardenal, que ya se había excusado de otra citación a presentarse para declarar en la megacausa ESMA, tuvo que recibir a una delegación del TOF, que haciendo una excepción a la regla, decidió ir hasta el Episcopado a tomarle declaración, en la que sostuvo que se enteró de la apropiación de menores hace tan sólo diez años, algo que se contradecía con la declaración de Estela de la Cuadra.
No obstante, tal como investigó y denunció la prensa argentina hace poco tiempo, y como lo hizo en su momento el ex presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales Emilio Mignone, se presume que hay pruebas más que suficientes para que el Cardenal tuviera que dar cuentas ante la Justicia por su actuación durante la dictadura.
Pero Bergoglio se mantuvo fiel a su convicción de proponer el perdón y la reconciliación. Hoy ya es tarde. Habemus Papam.

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