Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Carlos Pérez Aguirre

Gobernar o provocar

 

La cerrazón vetusta del gobernador para entablar diálogo con los maestros es un síntoma ominoso de la falta de sensibilidad y desapego –una vez más–, de las responsabilidades mínimas que debe tener un gobernante, quien debe saber que entre sus obligaciones. que tendrá que recordarle alguno de sus asesores, está la de generar y estar abierto al diálogo cuando se le reclame, puesto que en todo momento debe de escuchar a sus gobernados.

Un principio fundamental de todo gobierno es el no ser el que rompa la posibilidad de entendimiento ante el menor desacuerdo. No obstante que sabemos que el gobernante no puede resolver todo lo que se plantee, es su obligación por lo menos ser correa de trasmisión y. sobre todo. salvaguardar la tranquilidad de la entidad y no con su actitud complicar la problemática.

El gobierno estatal rompió el dialogo con los maestros y estos en consecuencia han radicalizado su movimiento, pero ¿cuál es la intención del gobernante? para ello tendremos que hacer un poco de historia.

Ángel Aguirre no se ha distinguido nunca por ser un demócrata o un gobernador con tintes progresistas, sino al contrario, más bien se ha distinguido por su actitud demagógica y cambiante según las circunstancias, muy acorde con el priismo mas retardatario y cavernario. Aguirre, recordemos, en su primer periodo de gobierno fue ungido al modo de Elba Ester Gordillo, por un dedazo del gobernante saliente (Rubén Figueroa) y con el fin de cuidar los intereses mas oscuros; después del caso de Aguas Blancas, sirvió en el vergonzoso caso de El Charco y para no mencionar su larga trayectoria represiva sólo mencionaré dos casos relevantes: la represión a los maestros en Acapulco cuando estos demandaban seguridad y el más reciente caso de los jóvenes normalistas asesinados (este ultimo capítulo, por cierto, aun no completamente cerrado, en los órganos de defensa de los derechos humanos y en aquellos que persiguen delitos de corte genocida).

Para llegar a la gubernatura como un redimido debió echar mano de sus dotes histriónicos de demagogia y actuación, transformándose por el arte de la publicidad en un “demócrata jurado”; sin embargo, desde el primer momento de su periodo de gobierno, asomó su verdadero rostro: nombró a individuos desprestigiados represores y corruptos, también otorgo a diversos y múltiples miembros de su familia y amigos cargos inmerecidos y de altos sueldos en la administración gubernamental, ganándose por ello el mote de nepotista –no entendemos por qué ahora truena con índice de fuego contra los maestros que quieren heredar, después de décadas de trabajo, una modesta plaza a sus hijos– Angel Aguirre debe reflexionar muy bien y evitar la represión y la insensibilidad, debe sobre todo buscar el diálogo con los maestros y evitar seguir cometiendo la torpeza de la prepotencia.

Ahora la máscara ya se le cayó, su verdadero rostró afloro con facilidad, por ello lo conminamos a que sea gobernador y no provocador.

 

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