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Presenta el IGC la primera colección de escritores guerrerenses contemporáneos

Aurélie Daly

 

La primera colección editorial del Instituto Guerrerense de la Cultura (IGC) se presentó ayer por la tarde en los jardines de las instalaciones del Instituto en Acapulco.

“Es un acontecimiento que debe regocijarnos a todos, no solamente a los escritores, sino también a los lectores”, declaró la conductora del acto, Iris García Cuevas.

Iris García leyó el texto que Carlos López escribió para la ocasión, dado que no pudo estar presente.

Presentó las dos obras de José Dimayuga publicadas en la colección de dramaturgia, Juan Ruiz de Alarcón, como “dos obras dramáticas de excelente factura. (El autor) saca a la luz verdades terribles, emociones contenidas, en escenarios cotidianos, en lugares comunes. (Toca temas como) el amor, la familia, la maternidad, la lucha por comunicar. Desenmascara a una realidad que duele, por su furia. No cae en lo solemne”.

Del libro de Geovani de la Rosa titulado Babélico, publicado en la colección de los Premios Literarios ya que fue ganador del Premio de poesía María Luisa Ocampo en 2011, destacó el “mundo propio” y el “lenguaje íntimo” que habitan la obra. Hizo constar un “tono de soledad y de tristeza” que “no cede a lo convencional”. Admiró la sencillez que no limita el lenguaje y el tinte irónico del texto.

La otra obra ganadora del Premio María Luisa Ocampo, pero en la categoría Cuento, El tigre de Astrid Paola Chávelas López fue calificado de “relato metafórico” en el que “se entretejen mundos fantásticos” por el juego de alegorías y metáforas y donde “la imaginación seduce hasta que el tigre se vuelva amenazante”.

De la obra de Edgar Pérez, Kabuki, el álbum pánico, publicada en la colección José Agustín, subrayó la “frescura” de esos “cuentos breves y certeros” con una “capacidad a transformar los lugares banales, con humor y fuerza”. Asimismo destacó “el poder de las imágenes y el fuerte poder de seducción”.

En la colección Ignacio Manuel Altamirano, el libro de Carlos F. Ortiz, Trenes para nombrar la soledad, interpretó al tren como símbolo del viaje y del recuerdo, con “una presencia real y fantasmagórica” y “una constante, la soledad. La imagen crea sueños que llevan el lector a buscar su propio viaje”.

En la colección Juan García Jiménez, dedicada a las narraciones identitarias en cuento, novela y poesía vernácula para escritores que viven en zonas rurales, se publicaron dos obras póstumas de Felícitos Hernández Roque, Lo que el ciclón no dejó y Al filo de la fantasía. De esta obra de “literatura tradicional y costumbrista”, destacó “la fluidez de las palabras” que calificó de “gozo”. “Es una expresión rica en humor y vivacidad con un poder expresivo”. Explicó como el aspecto histórico de México se mezcla con la mitología griega y como el autor “se divierte con tono de farsa para transformar la historia de México”.

En la colección Lenguas Indígenas, se publicó Xochitecuan / El tigre florido, en una versión bilingüe en náhuatl del escritor Gustavo Zapoteco Sideño que Carlos López describió como un relato que “fluye sin más poder que su canto, con algo más lejano y profundo que sabe retener el instante”.

“Sentimos el poder de la palabra, otros mundos habitan la palabra. Hay una “integración del mundo con la naturaleza no enemiga, un flujo vital que incluye a todos los seres vivos”

Del escritor chilpancinguense radicado en la ciudad de México, Andrés Acosta, también fue publicada su novela, Lengua de hierro, en la colección Ignacio Manuel Altamirano.

“Es un acierto total. (Tiene) un poder de observación. El lector es un testigo silencioso de los conflictos cotidianos, las infidelidades, la hipocresía, el deseo. (Posee) una alta calidad de ingenio”. Explicó como el autor levanta cuestiones sobre la imposibilidad de comunicarse, la forma en la que percibimos a los otros y en que nos perciben los otros, la complejidad de los seres humanos. Iris García hizo hincapié en el carácter activo del lector al leer la novela de Acosta.

El director de Radio Televisión de Guerrero, Misael Habana de los Santos, declaró en su calidad de comentarista: “no soy especialista en textos, ni filólogo, disfruto mucho la literatura como lector”. Mencionó las colecciones independientes hechas para “mandarlas a bibliotecas, luego a bodegas y al olvido (…) a manos de funcionarios que no leen periódicos”.

“Mis reconocimientos a los ya reconocidos escritores guerrerenses”, concluyó.

El novelista, Humberto Guzmán, se dijo emocionado por estar presente en el IGC lo que le recordó que su presencia no era “ni fortuita, ni ocasional”.

“Sigo pensando, ya que hace mucho tiempo que imparto talleres, es trágico que se trabaje tanto en el taller, en la mesa de disección, y no ver el premio de ver sus textos impresos. La literatura no es verbal, no es discursiva, es impresa”, declaró.

Hizo hincapié en la cantidad de los libros impresos por el IGC. “Son mil ejemplares, cuando en lo usual son 500, como para las publicaciones de la UNAM”.

El escritor Edgar Pérez saludó la iniciativa del IGC y destacó la primacía histórica en el estado, en la que “radica todo su valor.”

Gustavo Zapoteco expresó su alegría al ver un interés por la literatura indígena por parte de la editorial del IGC y esperó “que sirva como motivación para los escritores en lenguas indígenas y que sirva esta colección como acervo para la identidad de los pueblos indígenas”. Asimismo agregó que ya empezaban a presentarse en convocatorias del Conaculta. “No es ese folclorismo que se muestra y se vende, hay que meterse en la profundidad”.

Andrés Acosta, agradeció al IGC y “particularmente a Citlalli Guerrero que maquinó todo”. “Como dijo Edgar es la primera vez que se publican escritores guerrerenses contemporáneos. Es la piedra de toque para lo que puede ser una gran colección”, declaró. “Iris, Medrano, Vite, merecen estar en esta colección. Es el inicio, y conforme pasa el tiempo, nos vamos a dar cuenta de que es un paso valioso”, comentó.

José Dimayuga se dijo muy emocionado y compartió su “sensación de jubilo discreto, de haber publicado. Me siento realmente apapachado”, declaró.

Carlos Ortiz que ya había publicado en la editorial Tierra Adentro, su libro Trenes para nombrar la soledad lamentó de haber esperado ocho años para tener una obra editada en el estado. “Espero el IGC siga trabajando”, concluyó.

“Me acabo de dar cuenta de que soy la única mujer!”, constató Astrid Paola Chávelas López. “Agradezco a las personas que han hecho posible mi proceso, mi familia, mis padres y mis hijos y mi familia literaria, los compañeros de los talleres y mi maestro, Gustavo Martínez Castellanos. Es una parte de ellos porque han sido parte del proceso”, explicó.

Geovani de la Rosa se hizo la voz de los escritores. “Ni uno de los escritores nos podemos quedar callados”.

“En cuanto a la publicación de los premios, ganamos la edición 14, y las otras 13?, preguntó. “Es un premio estatal pero ni siquiera se quién ganó el primero o el 15”.

“No deja nada hacia los lectores, hacia la sociedad, si no encontramos el mecanismo, ¿de dónde van a salir los lectores? Marcan una pauta. Pediría que aunque haya cambio de gobierno no se trunquen los premios.

Por su parte el hijo de Felícitos Hernández, en representación de su padre, explicó las dificultades de éste para ser publicado en vida. “Mi padre trató de publicar hace más de 20 años. Sale su primera obra, es un homenaje justo. Hace más de 10 años le querían hacer un homenaje pero no quería porque decía que era para los muertos, y decía ‘los homenajes póstumos son mejores porque saben lo que perdieron’”, explicó.

La directora de Enseñanza y Patrimonio Cultural, Citlali Guerrero, creadora de la editorial del Instituto, expresó su felicidad. “De verdad que la literatura guerrerense está de fiesta. (Ahora) es muy competitiva con otra editoriales de cualquier estado”, aseguró.

Agregó que en cuanto a “la política de distribución, he platicado con el director, Manuel Zepeda, detallamos la estrategia. El 20 por ciento lo distribuye Praxis, el 10 por ciento, gracias a Manuel, lo distribuye la librería Gandhi, el 10 por ciento Educal, el 10 por ciento las Ferias de libros del Conaculta y el 50 por ciento restante por primera vez en una campaña de donación llamada Libro a domicilio”.

Asimismo anunció que se llevará a cabo una campaña de donación de libros en la colonia Zapata, en Renacimiento, en la Progreso y en Petaquillas, y precisó que la segunda etapa del proyecto consistirá en llevar la lectura a domicilio.

 

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