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Ha apoyado la parroquia de la Zapata a unas 30 víctimas, dice el padre Barajas

Mariana Labastida

Casos de secuestros, extorsiones, levantones y asesinatos son los que atiende la Comisión Diocesana de Justicia, Paz y Reconstrucción, hechos que en su mayoría no han sido denunciados por las víctimas por miedo a represalias y poca confianza en las autoridades de que se haga justicia.
El sacerdote Rafael Barajas Solorio, integrante de la comisión y párroco de la iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en la colonia Emiliano Zapata, una de las zonas con mayor índice de hechos violentos, dijo que se han atendido 30 casos, y que a las víctimas principalmente les dan acompañamiento espiritual y psicológico.
En la conferencia de prensa del domingo, el arzobispo Car-los Garfias Merlos convocó al Foro de Derechos de las Víc-timas de la Violencia y Cons-trucción de la Paz el próximo sábado, el cual se desarrolla porque “día a día” aumenta el número de personas que han su-frido algún hecho de violencia de manera directa o indirecta.
La parroquia de San Antonio de Padua, en la colonia Hogar Moderno, y la de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en la Zapata  son dos de las iglesias donde se brinda atención a las víctimas de la violencia, y en el caso de la segunda ha recibido a más de 30 personas, dijo el sacerdote Rafael Barajas.
Expuso que no tienen un registro puntual de todas las víctimas que han acudido a la iglesia en busca de apoyo espiritual y psicológico, y que extorsiones, levantones, asesinatos y secuestros son los hechos de violencia que han vivido las víctimas que llegan a la parroquia de la Zapata.
“Aunque la mayoría de las familias ha pagado el rescate los secuestrados no fueron liberados, están como desaparecidos o se encontraron muertos”, señaló Barajas Solorio, quien agregó se atiende a los familiares de secuestrados y que no volvieron a verlos, que lo que hace la iglesia es escuchar y “compartir el dolor, rabia e impotencia”.
Barajas Solorio dijo que son pocas las víctimas que acuden a denunciar el hecho de violencia, que el motivo es el miedo a las represalias por parte de sus agresores y por la desconfianza de que las autoridades no hagan justicia.
“No han visto que hagan justicia en otro casos, por eso deciden no denunciar por la desconfianza”, reiteró el sacerdote, quien enfatizó que las víctimas que han denunciado agresiones lo han hecho por estar animadas por otras personas que también los han acompañado en el proceso.

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