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Se cumple este año el 115 aniversario de la llegada del cine a Monterrey

Félix Barrón / Agencia Reforma

Monterrey

Eran salas de cine con personalidad: Encanto, Florida, Palacio, Lírico, Elizondo, Maravillas, Reforma, Zaragoza… pero de ellas sólo quedan el recuerdo, ruinas y algunos vestigios de lo que fue un antiguo esplendor.
Con el paso del tiempo, los complejos de múltiples salas y las modernas urbanizaciones derrumbaron esos y otros viejos cines que marcaron la cartelera local y el entretenimiento familiar por décadas.
Este año se cumple el 115 aniversario de la llegada del cine a Monterrey. En marzo de 1898 se proyectaron las primeras imágenes en la ciudad, tres años después de que los hermanos Lumiére, creadores del cinematógrafo, mostraron en París su invento al mundo.

Primeras emociones

En una imprenta de la calle Hidalgo, a unos metros de la plaza del mismo nombre, se realizó la primera proyección el 11 de marzo de 1898. Fue en una pantalla improvisada donde se mostraron las primeras imágenes en movimiento.
El lugar era propiedad del impresor y periodista Desiderio Lagrange, mientras que el cinematógrafo lo había conseguido el tipógrafo Lázaro Lozano, quien lo trajo desde la ciudad de México.
“Fue algo que fascinó a todos”, indica el historiador Roberto Reyna, autor de 100 Años de cine en Nuevo León.
En 1900 se instaló el primer cine como tal en la ciudad, llamado Fausto, en un edificio ubicado en Corregidora. A la par existían también cines improvisados en bares, restaurantes y plazas.
“Se comenzaron a exhibir películas con argumento, aunque todas las películas eran francesas. El cine era silente”, cuenta Reyna, quien trabajó como proyeccionista durante 40 años en cines locales.
Durante los primeros años del siglo XX, los hermanos Adolfo y Antonio Rodríguez, empresarios de la época, lograron formar un imperio de salas llamado Circuito Rodríguez.
Más adelante, en 1930, causó sensación la primera película sonora que se estrenó en la ciudad, Río Rita (1929), en el Cine Rodríguez, sala que estaba ubicada por la Avenida Juárez.
“Sin embargo, los años de oro de las salas de cine en Monterrey fueron a partir de 1940”, dice Reyna.
El Cine Florida, en Galeana y Calzada Madero, abrió sus puertas en 1942. Uno de sus atractivos era su techo, que tenía un efecto luminoso para dar la sensación de que estaba poblado de estrellas.
De la época, el más famoso era el Cine Elizondo, inaugurado en 1945 y derrumbado en 1982 para la construcción de la Macroplaza. El recinto contaba con mil 792 butacas (las salas actuales en promedio tienen entre 125 y 220 butacas) y una elegante decoración oriental.
A su apertura –se exhibió la película China sky– asistieron María Félix, Mario Moreno Cantinflas, Domingo Soler y Jorge Negrete.
En 1947 abrió sus puertas el Cine Monterrey, el más grande de la ciudad, en Aramberri, frente a la Alameda, con una capacidad de 4 mil 650 personas divididos en tres niveles.
De todo ese esplendor queda sólo el recuerdo.

Nostalagia en pantalla

“Yo nací prácticamente adentro de un cine”, expresa Reyna, de 71 años, ya que su familia fue propietaria de una sala en Guadalupe, el Cine Reyna, que existió de 1945 a 1955.
“Era algo muy entretenido para mí, me desvelaba porque era el cine de mi papá y cuando comencé a estudiar en la primaria me iba bien con los compañeros porque los metía a ver películas”, cuenta con una sonrisa.
Aunque ha avanzado mucho la tecnología y la forma de proyectar las películas, Reyna extraña las antiguas historias que se contaban en el cine, y critica el abuso actual en temas vinculados a adicciones, sexo y violencia.
Francisco Esparza, ex proyeccionista de 74 años, considera que la tecnología y los nuevos efectos especiales han echado a perder esa capacidad de realidad que tiene el cine.
“No había tanta tecnología por la computadora, se miraba la realidad, sobre todo en las películas vaqueras. Ahora no es tan real, se ven increíbles”, opina.

Cines abandonados

Gran parte de las salas antiguas de cine fueron derrumbadas, otras sucumbieron en incendios o fueron abandonadas. Pocas sobreviven como tal.
En un recorrido realizado por Reforma  se observaron fachadas deterioradas en la mayoría de las salas antiguas que quedan en pie, como el Cine Lírico, el Encanto, Alameda y Monterrey.
Sobreviven con películas “para adultos” con temática sexual el cine Aracely, Cometa y Chaplin, mientras que los cines Río 70, Raly y Cuauhtémoc continúan en la cartelera actual.
Todas estas salas abrieron sus puertas a mediados del siglo 20.
Genaro Saúl Reyes, investigador e historiador de cine, explicó que cada sala tenía su personalidad y proyectaba películas de varios países, algo que ya no sucede.
“Los cines antiguamente en Monterrey tenían cada uno un sello distintivo. Eran muy grandes, con capacidad de casi 4 mil personas, que se llenaban y hasta había filas para entrar”, dice el investigador.
“El nombre nos indicaba cosas: Florida, Encanto, Elizondo, de alguna manera uno podía distinguir de un cine a otro. Ahora es simplemente el nombre del complejo y salas numeradas. Se extraña que aquí en Monterrey se exhibía todo tipo de películas y de todas nacionalidades”, dice.

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