Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Tlachinollan

“De la zona 24 del área naua éramos más maestras que maestros las que estábamos en la autopista. Fuimos todas con muchas ganas a protestar porque ahora sí que está en peligro nuestro trabajo. Usted sabe que es lo único que tenemos para irla pasando…Por eso venimos a Chilpancingo, a luchar con todos los compañeros y compañeras que estamos en el plantón. En la autopista nos sentíamos con mucha fortaleza porque ahí estaban muchas mujeres y hombres de diferentes lados. Había algunas maestras me’ phaa de Acatepec, que estaban con sus bebés. Muchos compañeros no pudieron comer en el campamento, por eso los que estaban comisionados  les llevaron tortillas y frijoles… Conforme pasaban las horas se empezó a correr la voz de que los granaderos nos iban a desalojar. Los compañeros nos decían que  nos colocáramos en medio, para poder protegernos. Nos daba miedo porque empezamos a ver cómo los helicópteros daban vueltas y acarreaban a los policías de Acapulco. De a ratos me llenaba de valor, pero también pensaba en lo peor. Me acordaba de los estudiantes  de Ayotzinapa que fueron asesinados por los policías. Nunca pensé que en una autopista se podía decidir nuestro destino, y sólo por defender lo que es nuestro derecho”.
“Como maestra llevó 23 años en el servicio y desde 1991 he tenido que luchar al lado de mis compañeros y compañeras. Desde que inicié supe lo que era enfrentar a los granaderos. En México viví momentos difíciles cuando en las manifestaciones llegaban los granaderos a golpearnos, para dispersarnos. Yo en lugar de correr me mantenía quieta y veía que a los compañeros que corrían les pegaban más duro. Con mi esposo aprendimos a luchar juntos y nos acostumbramos a enfrentar estos riesgos… Ese día viernes 22 en la autopista tuve miedo cuando aparecieron los helicópteros. Era clara la señal de que el gobernador ya había decidido desalojarnos. Entre nosotros también estaba esa convicción de permanecer en la autopista. Sabíamos que eso podía suceder. Usted sabe que en La Montaña estamos acostumbradas a luchar, a enfrentar en todo momento problemas difíciles que vivimos como pueblos. Por eso ese día estábamos decididas a lo que viniera… Como maestra del pueblo naua desde que salí de mi casa en Temalacatcingo nunca se me olvida lo que me han enseñado mis padres; a ser fuerte, a saber enfrentar con serenidad los peligros y a tener claro que lo que es una lucha buena con el tiempo tendrá su recompensa…Me admira ver a compañeras que estuvieron con nosotras en la autopista abrazando a sus bebés… Todas las maestras tenemos mucha fuerza y mucho amor y eso se ve en este movimiento. No importa que nos quedemos sin comer y sin cenar, porque entonces no sería lucha…   Aquí están nuestros hijos porque nuestro movimiento es por la vida y por la educación de la gente pobre, que el gobierno no ve ni le interesa… Esas maestras cuando vieron pasar los helicópteros decidieron retirarse al campamento para proteger a sus bebés. Los demás nos quedamos a esperar a lo que el gobierno decidiera”.
Estos testimonios de Eugenia y Fabiola, maestras del pueblo naua de La Montaña que participaron en el bloqueo de nueve horas de la autopista México-Acapulco el pasado viernes 22, nos dan lecciones de fuerza, de valor y de dignidad. Han dejado por unas semanas las aulas maltrechas de su escuela  para hacer público su enojo, por la forma como están actuando los gobernantes, que se han acostumbrado a decidir de manera autoritaria qué derechos van a confiscarle a la clase trabajadora.
Este movimiento magisterial contra la reforma educativa, forma parte de todo el proceso de desmantelamiento que se viene urdiendo a nivel global contra los derechos de la clase trabajadora. A nivel internacional por parte del gran capital y toda la clase empresarial existe una desvaloración de la fuerza de trabajo y una flexibilización laboral, que actúan conjuntamente para elevar la tasa de explotación; comprimiendo salarios, desmantelando contratos colectivos, destruyendo la organización sindical y confiscando derechos laborales. En nuestro país esta tendencia ha cobrado fuerza y carta de naturalización con los tecnócratas, empresarios y políticos, que conforma la triple alianza encargada de consumar las reformas legislativas que requiere el modelo económico neoliberal. La apuesta es revertir cualquier vestigio de legislación social que se logró plasmar en la Constitución del 17, como producto de las luchas campesinos y expresión del movimiento emancipador de los trabajadores. El Estado protector de derechos tiene que mutar al Estado que promueve y protege la libre empresa y la propiedad privada. Por lo mismo, todo movimiento que reivindica derechos de los trabajadores o que hace patente su fuerza sindical para oponerse a las reformas neoliberales, es colocado fuera de la legalidad. Se le criminaliza y se judicializa su movimiento de protesta.
Para Adolfo Gilly las actuales contrareformas a la Constitución conforman un proyecto coherente y de largo alcance, de desmantelamiento jurídico de las relaciones sociales surgidas desde la Revolución Mexicana y de las Reformas Cardenistas de los años treinta. La reforma educativa no está exenta de esta visión hegemónica de las cúpulas partidistas encompadradas ahora en el Pacto por México. La reforma oficialmente aprobada el 6 de febrero de este año, ignora problemas medulares de la educación en México: la pobreza extrema y el analfabetismo crónico. Según datos de la UNAM el analfabetismo es un problema grave. Muchas personas viven y trabajan sin que puedan poner en el papel su nombre. En 2010 no sabían leer y escribir cerca de 5.4 millones de personas, es decir, el 6.9 por ciento mayores de 15 años. Más e la mitad de ellos son mujeres e indígenas. Más de medio millón son jóvenes entre 15 y 29 años y más de 2 millones han cumplido entre 30 y 59 años de edad.
Existen además alrededor de 10 millones de mexicanos y mexicanas que no terminaron la primaria y 16.4 millones que no concluyeron la secundaria. Lo que representa en términos duros que en México hay 32 millones de personas que viven en rezago educativo, es decir, que cuatro de cada diez ciudadanos no pudieron ejercer el derecho a la educación obligatoria conforme lo ordena  la Constitución. A nivel nacional 12 estados se encuentran por debajo de la media nacional. En el sótano se ubican Chiapas, Guerrero y Oaxaca, los más pobres del país. Las tres entidades tienen los niveles más altos de analfabetismo, los mayores porcentajes de personas de más de 15 años que no concluyeron su primaria y con un promedio de escolaridad por debajo de los siete años, siendo la media nacional de 8.7 por ciento.
En cuanto al personal que se asignan las autoridades educativas para que vaya a trabajar a las regiones más rezagadas y abandonadas, se habilita a jóvenes que terminaron sus estudios de secundaria, a quienes se les da una capacitación al vapor y que obviamente no reciben un salario sino un apoyo mínimo, y es la misma  comunidad la que tiene que sufragar los gastos de comida, hospedaje, compra de materiales didácticos y el mobiliario.  Este tipo de trabajadores son los que prefieren las autoridades, porque no establecen ninguna relación laboral estable. Esta sobreexplotación los anima a negarles plazas a los egresados de las normales públicas.
Esta situación calamitosa es la que no ven los políticos, por el contrario, la ignoran. La reforma educativa que aprobaron, cuanta con un diagnóstico erróneo y por lo mismo sus propuestas no son las más apropiadas, sino equivocadas y peligrosas. Luis Hernández Navarro en su reciente libro titulado No habrá recreo comenta que la reforma no considera los factores económicos, sociales y culturales que determinan la vida escolar y sus resultados. Tampoco hay una sola reflexión autocrítica sobre las fallidas reformas previas. Lo más grave es que no sólo excluye a los maestros y maestras en su diseño y ejecución sino que los considera el problema central. El verdadero objetivo de esta reforma es cambiar la naturaleza del trabajo de los docentes.
Esta reforma está generando un malestar que se va generalizando en el magisterio y Guerrero es la primera entidad que se ha puesto al frente para dar la primera batalla. La desobediencia magisterial está en marcha y en nuestro estado la disputa está al borde de la confrontación. Los gobiernos tanto federal como del estado, no sólo  quieren endilgarle al magisterio su responsabilidad por el bajo nivel educativo, sino que le quieren cargar  todos los problemas económicos, sociales y culturales que venimos arrastrando desde hace décadas a causa del abandono,  desatención y desvío de recursos financieros que impúdicamente se transaron los políticos en turno. Los quieren presentar ante la opinión pública como los protagonistas del caos y la ilegalidad (por ejercer su derecho a la protesta) y como los responsables del atraso del estado.
La realidad es otra. Son los maestros y maestras los que han luchado contra un Estado bárbaro, sin ley, gobernado por caciques y guardias blancas, reprimidos por el Ejército, las policías de diferente cuño y perseguidos por autoridades que violan los derechos humanos que siempre actúan por consigna política o por intereses mercantilistas. El magisterio ha sido un protagonista importante en las luchas por la democratización de nuestro estado. Los maestros y maestras son los que han acompañado a los pueblos indígenas en sus luchas para defender su patrimonio y sus derechos colectivos; son los que han reivindicado nuestras raíces culturales y lingüísticas para darle a nuestro estado una identidad que nos enorgullece. Con el apoyo del magisterio los campesinos encontraron los interlocutores ante el gobierno para hacer llegar sus reclamos y exigencias en torno a la defensa de sus tierras y el reconocimiento de sus derechos agrarios.
A pesar de toda esta contribución histórica el gobierno amenaza con someterlos con una reforma hecha a sus espaldas. Por eso ahora están emplazando al Ejecutivo y al Legislativo para que enmienden en el plano estatal la reforma educativa federal que atenta contra la educación pública, gratuita y laica y que tiene toda la marca de la derecha empresarial. Si esto no se cumple como acordaron con el Ejecutivo, a media semana volverán las jornadas de resistencia y las batallas históricas de un magisterio combativo, al que no le queda de otra que salir en defensa del derecho propio y de los derechos del pueblo pobre de Guerrero.

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