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Pescado fresco y uno que otro congelado, compran consumidores en la playa de Las Hamacas

Mariana Labastida

Pescados recién salidos del mar y uno que otro no tan fresco por haber sido congelado uno o dos días son vendidos por los pescadores en tablas colocadas sobre hieleras en la playa de Las Hamacas.
Allí se ven las lanchas, redes, motores y cubetas, herramientas diarias de trabajo de quienes pescan toda la noche y salen en la mañana a la playa.
¿Quiere pescado? es lo primero que preguntan los pescadores al ver a los ciudadanos acercarse a las cinco tablas donde tienen el pescado en exhibición, en un tramo de arena mojado por el agua con la que rocían el producto para mantenerlo fresco.
Hombres en bermuda, con camisetas o playeras, descalzos, algunos con gorra, y solo una mujer, se pueden ver ofreciendo pescado fresco en Las Hamacas. Sonríen cuando se enteran de que los precios que se les piden es para información de un periódico.
“¿Cuánto vamos a ganar? la información también tiene un precio”, responde uno de los pescadores provocando la risa de dos más que le ayudaban a meter unos cuantos pescados en una bolsa entre reproches, porque un día anterior no le dieron la dotación que le correspondía.
Se voltean a ver cuando se les pregunta si volverán a pescar en el día o a tirar el chinchorro en la bahía, y explican que no tienen permitido por la temporada turística, que su horario es antes de las 9 de la mañana y después de las 8 de la noche, por lo que prefieren no utilizarlo; los que salen en sus lanchas se embarcan a partir de las 6 de la tarde y otros lo hacen en la madrugada, para que haya pescado a partir de las 6 de la mañana en la playa hasta las 5 de la tarde, que levantan las tablas y guardan las hieleras.
El ojotón es un pescado pequeño: “50 pesos el montón”, ofrece un pescador.
“Me da la mitad”, es la frase que hace que todo se empiece a mover y uno de los pescadores agarra la una parte, otro se ofrece a ayudarle y empiezan a salpicar escamas por todos lados.
Otra señora se acerca a preguntar por los que están amontonados sobre la arena: “se los damos pero es su responsabilidad, es que tienen mucha espina”, le explican a la compradora que no le importa y pide que se los pongan en una bolsa.
En las mesas hay ronco, cocinero, pampano, doradita, buzo, turbina, sierra, flamenco o huachinango, cuche, cabrilla y pez diablo, “con éste se espanta el sancho y si lo pones en la puerta ya no regresa”, asegura el pescador al enseñar porqué se le llama así y es que sus branquias y hocico que están abajo parecen una cara con cuernos.
También  palomera, cuatete y mojara se pueden encontrar en Las Hamacas.
“La seguridad de venir aquí es que es pescado fresco”, dijo Elena Cristóbal, turista del Distrito Federal, que por segunda ocasión acude con los pescadores de Las Hamacas a conseguir un “buen pescado” para prepararlo. A 280 la sierra que le gusta, 220 es lo menos en la que se la dejan y acepta, aun cuando ofrecía 180 pesos.
Puerto Marques, Revolcadero, La Roqueta, Piedra del Pelícano, Ensenada, Punta Bruja y Piedra del Elefante son los puntos donde van todos los días los pescadores a conseguir producto fresco, dijo  Richi Balanza, como le llaman a uno de los pescadores que recuerda que la primera vez que fue lo hizo con su abuelo a los 9 años de edad.

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