Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Octavio Klimek Alcaraz

Crisis de la educación

 

En vista de la grave crisis, por la que atraviesa la educación en el país y en especial en Guerrero, debemos, comprender que no está a discusión la rectoría del Estado en la educación pública, ni que esta rectoría puede ser compartida, se trata de respetar el artículo tercero. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Si queremos ser una democracia, debemos aceptar las reglas del juego en ésta, comprender que cuando se realiza una reforma constitucional es producto de una gran concertación de las principales fuerzas de la sociedad representadas en el Congreso de la Unión y en los Congresos Estatales.

El querer, vía legislación secundaria estatal, promover una crisis constitucional a través de no aceptar de manera expresa las últimas reformas en materia educativa a la Constitución mexicana, nos puede llevar a una crisis política de mayor magnitud, en especial en Guerrero. La pregunta es quiénes son los que se benefician finalmente y quienes pierden con todo esto.

El magisterio organizado en Guerrero, nuestros maestros, nuestra inteligencia, está en su derecho de defender los derechos laborales de su profesión, bien por ello, que insistan en recalcar que la educación sea gratuita como lo señala la fracción IV del artículo tercero constitucional. Aunque en el día a día de Guerrero, de manera paradójica, como efecto bumerang, con tantos paros en las escuelas públicas a lo largo del ciclo escolar, los que pueden pagar educación privada para sus hijos los mandan a escuelas privadas, profundizando aun más la desigualdad e inequidad social en la entidad.

¿Acaso, suponen los maestros que la gran burguesía guerrerense envía a sus hijos a estudiar con ellos? ¿Quiénes son realmente los alumnos afectados con los paros? Cada día se profundiza el abismo entre quienes lo tienen todo y los que no tienen nada, no podemos condenar más a la mayoría de nuestra infancia y juventud.

También hay que aumentar el gasto público para la educación, no hablemos de la calidad del gasto, hablemos solo de la cantidad; no parece mal que este gasto se vincule al producto interno bruto estatal (PIB), que es el valor de todos los bienes y servicios que producimos en Guerrero. Pero, parece un contrasentido proponerlo por parte del magisterio y los estudiantes normalistas, si nuestro instrumento de presión para las demandas es paralizar la actividad económica a través de la movilización, secuestro de vehículos, cierre de carreteras, y sitios de trabajo, no hay justificación revolucionaria alguna cuando un trabajador daña a otro trabajador, por muy legítima y justa que consideremos sea nuestra causa. La ecuación final es, a menor PIB menos gasto para la educación, a mayor PIB más gasto para la educación. Estoy cierto, que esta reforma va a ser aprobada, entonces se debería pensar dos veces y decir a mayor PIB de Chilpancingo, Acapulco y Zihuatanejo, más gasto educativo para la región de La Montaña y Costa Chica. Así que es compresible, que impulsamos a un magisterio que dote a sus alumnos de los instrumentos y herramientas para que crezca el PIB estatal en su conjunto, así de claro debe ser.

Por ello, es urgente educar guerrerenses emprendedores y que sean ciudadanos insertos en el mundo global, que impulsen el PIB. Al día de hoy esto no existe, quienes destacan son ejemplos individuales, y no el resultado de un sistema público educativo de avanzada en este siglo XXI, que necesariamente tiene que cambiar con los maestros y nunca en su contra y sin ellos.

Más allá de las simpatías, que uno pueda tener por muchas de las demandas del magisterio movilizado, es necesario, comprender por parte de éste, que el defender sus derechos laborales, no pueden estar sobre los derechos de las demás personas. No es una buena práctica de evaluación de desempeño para el conjunto de los maestros realizar acciones ilegales, para impulsar acciones legales, que finalmente pueden ser incluso ilegales, como la abierta inconstitucionalidad de las reformas propuestas, que es otro gran contrasentido.

De hecho, el querer someter al Poder Legislativo estatal a una sola visión no es enviar una buena señal y convertiría a dicho Poder en una oficina de partes del Poder Ejecutivo y del magisterio, no es nada digno y respetable que esto se pretenda sea nuestro Congreso local. Aquí se verá de que están hechas y hechos, las y los legisladores del Congreso del Estado. Por cierto, Morelos, protegió a los legisladores del Congreso de Anáhuac. La pregunta, es: ¿Quién salvaguarda que nuestros legisladores locales realicen su trabajo legislativo como debe ser?

Además, preocupa, con todo este clima de provocación montada de manera constante, se esté incubando el huevo de la serpiente, siempre existe un límite e incidentes de violencia pueden darse si se traspasa dicho límite. Hay que enfriar los ánimos de cualquier beligerancia. La prudencia y tolerancia debe existir en todo conflicto, no necesitamos más mártires. Diálogo y más diálogo solo se pide. Se escucha en ciudades como Chilpancingo el pulso del hartazgo de amplios sectores de la ciudadanía atrapada de manera cotidiana en el fuego cruzado del movimiento magisterial.

Finalmente, me permito reproducir parte de un artículo, que publique en este diario hace más de cinco años, el primero de marzo del 2008, dicho artículo lo titulé “Por un país de los pequeños investigadores”. Lamento, que siga vigente, pero también están algunas lecciones y experiencias que se deben retomar. El artículo se refería a que en noviembre del 2007 se dieron a conocer los resultados del Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes 2006, su acrónimo en inglés es PISA.

Se comentaba, que en Oaxaca, Chiapas, Tabasco y Guerrero, más del 60 por ciento de los estudiantes de esos cuatro estados no tenían la competencia científica mínima para su vida futura. A nivel de los 57 países evaluados, solo Qatar y Kirgizstán estaban con porcentajes mayores de estudiantes con esos terribles niveles.

También citaba un artículo “Buen profesor, mejor resultado” (El País, 4 de diciembre de 2007), en este se daban a conocer los resultados de un estudio de la consultora estadunidense McKinsey and Company, sobre los sistemas educativos que han obtenido mejores resultados en el Informe PISA de 2000 y 2003, señalo textual las recetas para el éxito educativo:

“Selección. Los países más exitosos hacen pruebas de selección a los alumnos que quieren iniciar la carrera universitaria para ser profesor.

Formación inicial. Muy centrada en la práctica y muy ligada al apoyo de profesores veteranos.

Resultados visibles. Bajar el número de alumnos por clase de 23 a 15 mejora los resultados ocho puntos porcentuales; los estudiantes con un profesor de ‘alto rendimiento’ progresan tres veces más rápido.

Atajar el problema en cuanto aparece. Las evaluaciones continuas señalan las debilidades del alumno, al que se prestará apoyo de manera individual en cuanto se detecten las dificultades, sobre todo en Lengua o Matemáticas”.

Un ejemplo, en Finlandia, los que comienzan la carrera para ser profesor están entre el 10 por ciento de los mejores estudiantes de sus institutos. Otro ejemplo, para conseguir que los docentes sean muy buenos en clases, en Japón los docentes dan clases dos días a la semana apoyados por profesores experimentados como tutores.

Obvio decir, que no se puede echar la culpa del nivel de la educación en México solo a factores estructurales como es la formación del profesorado o el equipamiento de las escuelas. Tiene que ver con nuestro apoyo y cooperación como familias; la valoración que nosotros como sociedad le damos a la escuela y la educación.

Un resultado de PISA 2006 fue, que los estudiantes provenientes de familias con un entorno socio-económico más favorables tendieron a mostrar mayor interés en la ciencia. De hecho, una característica importante sobre el ambiente de los estudiantes fue si tenían un pariente dedicado a alguna carrera científica.

En conclusión, se tiene que hacer una verdadera revolución en el sistema educativo en México y Guerrero. Tenemos que comprender, que nuestra aptitud hacia la ciencia es clave para el desarrollo del país y la entidad,  tanto ahora, como a futuro.

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