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Llaman en el Viacrucis de Hogar Moderno a “construir la paz” y a “perdonar a quienes generan la violencia”

Aurora Harrison

 

Unas 300 personas acudieron al Viacrucis de la parroquia de San Antonio de Padua de la colonia Hogar Moderno, y en el mensaje dado por el padre Bulmaro Hernández en cada estación se exhortó a todos “a construir la paz”, en contraste con los constantes hechos de violencia y “perdonar a quienes la generan”.

En el tradicional recorrido religioso que representa el camino de Jesús a la crucifixión, el párroco Bulmaro Hernández Morales dijo que la iglesia forma parte del proyecto piloto de atención a víctimas de la violencia y está dando acompañamiento integral a unas 40 personas que han perdido a familiares en hechos violentos, producto de la inseguridad en el puerto.

Este viernes, en punto de las 10 de la mañana salieron los fieles católicos de la iglesia ubicada en la calle Río Grande de la colonia Hogar Moderno, y ahí el padre recordó que están “celebrando el año de la fe, como convocó el papa Francisco, y utilizaremos el lenguaje de símbolos y signos para entender el evangelio”.

El sacerdote recapituló: “el año pasado fue de la paz, ahora es de la fe, profundizar en las estaciones en las que pasó Jesús y meditar sobre las cosas”.

Después reconoció la participación de familias que buscan la fe en este contexto de violencia e inseguridad y se refugian en Dios.

En el Viacrucis participaron adolescentes, jóvenes, familias completas, y parejas, quienes cargaron la cruz y las figuras de María y Jesús.,

En las estaciones, los fieles mostraban objetos o realizaban alguna actividad alusiva al momento de la pasión.

Por ejemplo, en la segunda estación cuando Jesús carga la cruz, todos los presentes después besaron la cruz, que en las primeras estaciones fue cargada por el mismo párroco de la iglesia; luego otra persona se encargó de cargarla hasta llegar a la siguiente etapa del Viacrucis.

Los feligreses siguieron el recorrido que duró más de dos horas. Pasaron por la calle Álamo se incorporaron a la calzada Pie de la Cuesta, y luego bajaron por la calle Revolución, donde se realizó el encuentro de Jesús con su madre, la virgen María.

Ahí, una de las catequistas que leyó dijo que a “los ciudadanos lo que nos hace falta es creer para que nuestros corazones se limpien, porque es una manera de vivir en paz”; y el sacerdote le pidió a todos los presentes que quién quisiera podía besar el “manto de Dios”.

En la sexta estación del Viacrucis, cuando Verónica enjuaga el rostro de Jesús, el sacerdote pidió que miraran a la persona que tenían en frente y le dieran un abrazo, la mayoría de los que participaron abrazaron no nada más al que tenían enfrente sino a varios.

En la séptima estación, cuando Jesús cae con la cruz por segunda vez se invitó a las familias a transmitir a sus hijos la fe, y dijo que “cuando sentimos que nos hundimos por la violencia y no tenemos rescate hay que tener fe, para que nos fortalezca y vivamos en paz”.

Cuando se llegó a la calle Aguas Blancas, en la zona de tolerancia, se representó la octava estación, cuando Jesús se encuentra con las mujeres de Jerusalén, ahí, frente a nuna cantina, el padre pidió a todos que se agarraran de la mano y rezaron.

Las mujeres que se encontraban en las puertas de las cantinas observaron pasar a todos los católicos, quienes iban coreando canticos, mientras algunos se asomaban por las ventanas, y otros en las azoteas aprovecharon para tomar fotografías a los santos.

Al concluir, el padre pidió que tanto la cruz, la virgen y Jesús fueran cargadas solamente por mujeres y se siguió el trayecto por la calle Aguas Blancas. Cuando llegaron a la décima estación en la que Jesús es despojado de su ropa, una señora llevó un vestido viejo y explicó el porqué, dijo que a “las familias a veces nos despojan de nuestras cosas”.

“Las madres a veces somos despojadas de nuestros hijos por tanta violencia que existe, nos quitan a un familiar cuando es secuestrado, nos piden dinero para extorsionar y a uno no le queda dar más lo que tiene ahorrado, a veces pedir para poder completar”, dijo.

Con la voz entrecortada, la señora, pidió “a todos los que viven en las tinieblas y que hacen daño, que se encuentren con Dios, que busquen un mejor camino, que no hagan daño, que no haya tanta violencia, secuestros, extorsiones, y los que tenemos hijos ponerles atención”.

En las siguientes cuatro estaciones participaron los adolescentes, los jóvenes, y las parejas.

Ahí, el padre dijo que en la parroquia se hizo el Viacrucis de la fe: “hemos utilizado este lenguaje de los símbolos y de los signos para que el mensaje del evangelio quede más impregnado y se pueda captar, y para que la gente participe, que los laicos sean los constructores de la evangelización y no solo los sacerdotes”, sentenció.

 

“La Iglesia apoya a víctimas de la violencia”

 

El padre Bulmaro explicó que la participación de las personas aumentó en primer lugar por el proceso de evangelización que se desarrolla en la iglesia; la segunda causa es que en esta situación de violencia e inseguridad las personas acuden más seguido a la iglesia y tercero, por el anhelo de esperanza.

“Lo que fue antes la zona de tolerancia, pertenece a la iglesia San Antonio de Padua y este sector de la población lo hemos tratado de atender y acompañar. En este año quisimos que el Viacrucis pasara por la zona tolerancia porque queremos estar cerca de las personas y que sepan que en la iglesia hay un lugar”, invitó el sacerdote.

Finalmente, el párroco explicó que la iglesia de San Antonio de Padua “forma parte de las siete parroquias que desarrollan un proyecto piloto de atención a la violencia, atendemos a unas 40 víctimas, la mayoría mujeres, a quienes le damos acompañamiento integral, para reintegrarlas a la vida social”.

Fue hasta la una de la tarde que se regresó a la iglesia de San Antonio de Padua, donde se celebró una misa de reflexión sobre las siete frases que dijo Jesús durante el Viacrucis, mismas que fueron leídas por siete mujeres, que han perdido algún familiar por la violencia del crimen organizado.

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