Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Anituy Rebolledo Ayerdi

Botica 4

A la memoria de Amado Ramirez Dillanes, hermano.

6 de abril es la fecha
2007 el calendario,
de luto está la prensa
y se apagó un noticiario
que sonó con fuerza
en una estación de radio*

Fuerte de San Diego

Dentro de los criterios acordados durante la Conven-ción del Patrimonio Mun-dial, realizada en mayo de 2007 en Chengdo, República Popular China, para inscribir dentro de la lista indicativa nacional al fuerte de San Diego dentro de la categoría de bienes militares, como bien material con valor excepcional universal, se están considerando dos criterios que se tienen que valorar:
a) Ser manifestación de un intercambio de influencias considerables durante un determinado periodo, además del desarrollo tecnológico, su arquitectura y planeación urbana. Ejemplo sobresaliente de un tipo de construcción que ilustre una o varias etapas significativas de la historia de la humanidad.
b) Ser un ejemplo sobresaliente de un tipo de construcción, de un conjunto arquitectónico, tecnológico o de paisaje que ilustre una o varias etapas significativas de la historia de la humanidad.
(San Diego, un fuerte con valor excepcional universal, por Manuel Ruz I. Vargas y Zulma B. Carrillo Avendaño, revista Arquitectura Tlamati)

Aquella tarde de abril
Acapulco un caso vive
cobardemente a balazos
se murió Amado Ramírez
con sentimiento en mi canto
y gran tristeza su fin escribe

Agua para Acapulco

Fue hasta la tercera década del siglo XX cuando Acapulco fue dotado con un sistema hidráulico a la medida de una muy escasa población. El sistema Palma Sola, llamado así por el manantial que lo abastecía, fue inaugurado en 1932 por el presidente Pascual Ortiz Rubio (1930-1932), uno de los tres presidentes fugaces impuestos por Plutarco Elías Calles, el Jefe Máximo de la Revolución. (Cubrieron el período para el que había sido electo el malogrado Alvaro Obregón. El que, se decía, pudo escapar de la bomba pero no de la Bombilla).
Apodado Nopalito y Caracol, dizque por baboso y arrastrado, Ortiz Rubio no fue tanto, lo primero. ¡Qué va! Junto con su secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, Juan Andrew Almazán, paisano de Olinalá, se agandallaron, centímetro a centímetro, la superficie total del litoral de la bahía. Se utilizó el recurso de la “expropiación por causas de utilidad pública”, pagando “cualilas” (moneda de dos centavos) por el metro de tierra cultivada con miles de palmeras. Metro que, a la vuelta de los años, ya con la Costera, costará miles de pesos.
Y mire usted qué casualidad. Será otro de los presidente efímeros de este país, Emilio Portes Gil (1928-1930), quien construya en 1942 el sistema hidráulico conocido como El Chorro, por ser ese el nombre del manantial que la surte desde Coyuca de Benítez. Hoy todavía lanzaría por lo menos chisguetes si los coyuqueños lo permitiesen. Apodado el Manchao (¿vitiligo?) Portes Gil se desempeñaba aquí entonces como presidente de la Junta de Mejoras para el Saneamiento y el Alumbrado de Acapulco (antecedente de las alemanistas Juntas de Mejoras Materiales), designado por su cuate el presidente Manuel Ávila Camacho. El ciudadano Portes Gil, personaje clave de la Revolución Mexicana pasará aquí largas temporadas en su residencia de la playa de la Langosta. Por las tardes se reunía con periodistas acapulqueños en la cafetería El Tirol, junto a la Catedral.
–Nuestros respetos para usted, señor licenciado –le expresó alguna vez el periodista Reemberto Valdez Ortega. Siendo usted un civil acabó con la Guerra Cristera y, lo mejor… ¡enterró a todos los cabrones generales de la Revolución!
El hombre nomás sonrió.
(Como gobernador de Tamaulipas, Portes Gil fue mecenas del famoso “Cuarteto Tamaulipeco”, integrado por Lorenzo Barcelata. Ernesto Cortázar, Federico Planes y nuestro José Agustín Ramírez Altamirano. Hay dos leyendas musicales en torno a Pepe , como lo llamaban sus amigos. Una le adjudica la autoría del huapango El Cuerudo, un himno para los tamaulipecos (Yendo de Tula a Jaumave / me encontré con un ranchero / iba en su cuaco retinto / todo vestido de cuero…) y otra lo hace coautor con Barcelata del vals María Elena ( Tuyo es mi corazón, oh, sol de mi querer…).
Según la misma leyenda , Ramírez y Barcelata habrían creado la hermosa canción encerrados en un baño de la residencia poblana del empresario Anacarsis Carcho Peralta. Este les había advertido que solo los dejaría salir y beber cuando le entregaran una canción dedicada a su esposa, María Elena, cuyo cumpleaños festejaban. Dicen que todo fue resuelto por un volado, aunque no se descarta el generoso desprendimiento del autor de Acapulqueña.

Corresponsal en Guerrero
de la empresa Televisa
distinguido reportero
e hijo de la noticia
Su voz muy fuerte y sin miedo
siempre se escuchó precisa.

El río Grande

Acapulco nunca tuvo problemas para satisfacer las necesidades hídricas de sus habitantes, ni cuando estos sumaban dos mil y tampoco diez mil ya en pleno siglo XX. Y es que allí estaba el río Grande que nacía en la sierra de Carabalí y descendía caudaloso como serpentina hacia el mar. Los hispanos Fernández lo aprovecharon antes que nadie estableciendo a su paso la fábrica La Especial, de aceites y jabones (hoy Idasa, de agua y hielo, de los Carriles Ontañón) siendo conocido por ello como Río de La Fábrica, nombre también del Barrio.
Otro nombre de la corriente será Aguas Blancas por serlo las suyas, efectivamente, incluso azulosas. “Cristalinas, livianas y pobladas con varias especies de peces”, las rememora Rubén H. Luz Castillo (Recuerdos de Acapulco). Por su parte, el almirante Alfonso Argudín anota en El Acapulco que perdimos: “el Río Grande tenía muchos pozos profundos en los terrenos propiedad de Facundo Castrejón (papá del oftalmólogo Luis Rafael), hoy Infonavit. De aquellos se abastecían los aguadores que surtían a la ciudad. Lo hacían mediante latas alcoholeras transportadas en acémilas, conocidos por ello como “burreros”. Muy populares Chuy García, Maco, Cleto, y los que servían a doña Hermelinda “N”, Emilio Hurtado y Yuyo Castrejón.
El propio ex alcalde de Acapulco ubica grandes pozas en el área ocupada hoy por el mercado central. Conocido como “Los Llanitos,” al aguaje concurrían muchas mujeres a lavar ropa propia y ajena sin nunca descuidar a los hijos chirundos aventándose clavados. Montados sobre las rocas o detrás de los árboles, muchachillos ya “verijoncitos” y siempre calientes se dedicaban a “bisnear” a las augustas matronas con las “chichis al aire”, como describían aquellos mismos. “Chamacos arrechos, les va a caer nube en los ojos por andar viendo chingaderas”, los amenazaba a gritos doña Flavia Meraza, del barrio de El Placer.
El río Grande o Aguas Blancas o de La Fábrica, el de aguas cristalinas, zarcas y livianas, habitat de peces, crustáceos y garzas, es hoy un arroyo inmundo y pestilente que corre confinado herméticamente bajo el paso elevado de Hurtado de Mendoza. Una obra mas de la modernidad, dicen.

Muchas veces recibió
las amenazas de muerte
pero nunca se rajó
siempre se mostró valiente
hasta que alguien le quitó
la vida cobardemente.

El Camarón

Por su parte, el río del Camarón nace en Palma Sola y es llamado así por la abundancia de ese crustáceo en Dépocas pretéritas y cuyo desarrollo era interrumpido por legiones para consumirlo a las maneras clásicas del puerto. Los 14 metros de ancho del Camarón fueron disminuidos por la mancha urbana a poco mas de la mitad, esto es, 7.8 metros. Aquella noche terrible de octubre de 1977, el Paulina convirtió el dócil riachuelo en una corriente impetuosa y destructora cuya altura superó los 2 metros.
Según informaron los medios, tan brutal golpe de agua derribó 100 edificaciones, entre ellas la parroquia de la Sagrada Familia, y provocó la muerte de, al menos 13 personas.

Quién sigue, gritan unidos
el pueblo y los periodistas
por todos los que han caído
piden que se haga justicia
que no quede en el archivo
de los jueces penalistas

Los pozos

Durante la época colonial Acapulco tuvo una población fluctuante de dos mil a cuatro mil habitantes fijos, multiplicada durante la feria anual celebrada con motivo del arribo de las naves de Oriente. La población se abastecía de agua entonces de dos pozos abiertos por el virreinato con el nombre de Pozos del Rey, El más visitado estaba localizado en la actual plaza Alvarez (edificio Pintos) del que incluso se abastecían los Galeones de Manila. El otro se ubicaba en el actual barrio de Petaquillas, para servicio de las familias de la guarnición del fuerte de San Diego. Dentro, contaba con su propio venero.
–¡Pozo del Rey, mis güevos! –exclama molesto el gobernador Diego Alvarez, hijo del patriarca don Juan, cuando alguien de su comitiva haga referencia de aquellos antiguos abastecimientos de agua.
Y es que el mandatario visitaba Acapulco para poner en servicio, entre otras obras, la construcción de un pozo profundo en un céntrico barrio del puerto. Sus habitantes se lo han pedido angustiados porque sus vecinos les han prohibido tomar agua de El Chorrillo , venero inmemorial del que da nombre al barrio y del que también se habían servido los galeones. Y para que no hubiera dudas sobre sus palabras, el gobernador Álvarez anuncia al inaugurar la obra:
–¡Este no será el pozo de ningún pinche rey, será de ahora en adelante el Pozo de la Nación Mexicana. Solo les pido que lo cuiden!
Y Pozo de la Nación se le quedó al barrio entero.

Otras fuentes

Pozos profundos fueron perforados en los patios de muchas casas del puerto, pero muy pocos ofrecían agua buena para tomar. Por lo regular se trataba de agua llamada “pesada” y un poco salobre. De ahí que serán muy concurridos los pozos que la ofrecían potable, lo que era un decir, simplemente era cristalina y tenía sabor agradable. Entre ellos: El Pozo del Venado, en La Mira los pozos de Yuyo Castrejón en Los Tepetates; el pozo de Salsipuedes, en el Barrio Nuevo (hoy Cuahutémoc), el pozo de Los Parazales, (hoy Artesanías). El Pocito surtiría de agua a un ferrocarril que nunca llegó, aguaje que terminó llamándose El Pasito (Guerrero y Pie de la Cuesta).

Cayeron dos delincuentes
que están en el reclusorio
a Amado le dieron muerte
según el interrogatorio
pero al decir de la gente
son chivitos expiatorios

Las Cajas

Las Cajas Redonda y del Hospital fueron dos aguajes instalados en el último tercio del siglo XIX y primer lustro del XX, respectivamente. La primera fue construida en el barrio de La Adobería por la empresa estadunidense Pacific Mail Ship Company, para abastecer a sus barcos con servicio regular entre Acapulco y los Estados Unidos. La Pacific tenía su propio muelle (actual gasolinera del malecón) de 30 metros dentro del mar y techumbre de madera y lámina de zinc. A los lados del muelle se ubicaban un astillero y una bodega. A la altura de la escuela Azueta se levantaba un enorme depósito. El agua era bombeada hasta el muelle y de ahí era transportada a los barcos por un tanque remolcado por un bote con seis remeros.
La segunda caja se localizaba en el barrio de Las Crucitas. La había construido el alcalde Cecilio Cárdenas Miranda, del barrio del Rincón (La Playa), para surtir al hospital Juárez en el cerro de Las Iguanas. Construido por el acalde gallego-cubano Antonio Butrón Ríos, el nosocomio fue destruido por el gran terremoto de 1909 (a las 4 de la mañana, con ¡dos minutos y medio de duración!). Uno nuevo será edificado más tarde con el nombre de Morelos, por el presidente municipal Antonio Pintos Sierra, de Tepecoacuilco.
Mas agua correrá.

Te fuiste Amado Ramirez
que Dios te tenga en el cielo
a tu esposa y a tus hijas
que Dios les mande consuelo
tus amigos no te olvidan
te recuerda todo el pueblo.

* Corrido a Amado Ramírez.  Gru-po Raza Costeña, autoría e interpretación.

468 ad