Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jorge Zepeda Patterson

Autopista: los buenos y los malos
Quizá sea políticamente incorrecto aceptarlo, pero el desalojo del bloqueo de la autopista del Sol era necesario. Ni las causas ni los métodos de los maestros de Guerrero justifican el daño que representa para la región la interrupción de la vía de comunicación más rápida entre Acapulco y el Distrito Federal.
Ciertamente las imágenes de granaderos embistiendo a los manifestantes no es fácil de asimilar para alguien como su servidor, quien ha buscado estar al lado de las causas de los desesperanzados y los débiles en su eterna brega frente a los poderosos. Pero hace tiempo que el mundo dejó de proporcionarnos imágenes en blanco y negro en las que los buenos siempre estaban del mismo lado y los malos no escondían sus pérfidas intenciones.
Para empezar, cuesta trabajo entender las buenas causas en el movimiento de los maestros de Guerrero y Oaxaca. Su rechazo a un sistema profesional de evaluación de los docentes no concita simpatías. La protección de supuestos derechos laborales perpetúan la ineptidud en detrimento de un bien común mucho más importante para la sociedad: la calidad de la educación de las nuevas generaciones. La reforma educativa es perfectible, por donde se le mire, pero hay amplios consensos entre críticos y especialistas de que constituye un avance importante para remover obstáculos y mejorar la calidad del magisterio.
Y si las causas son cuestionables, los métodos tampoco parecen adecuados. Afectar la vida cotidiana de miles de ciudadanos que transitan por esta vía pública no me parece un recurso aceptable para exigir una reivindicación gremial. Otra vez, la imposición unilateral de una exigencia particular sobre el interés general. Recuerdo el caso, hace varios años, de una mujer que murió en una ambulancia que quedo atrapada durante horas en un bloqueo de carretera por un tema de aumento de becas a normalistas rurales. ¿Cómo explicar a sus familiares que su muerte había sido un sacrificio político en aras de una causa sobre la que no tenían vela, pero sí entierro?
Hace muchos años impartí clases en la escuela de Economía de la Nicolaita, en Morelia, atraído por un proyecto piloto de “excelencia académica”. Entre otras cosas, incluía un gobierno a través de un comité académico formado por cuatro profesores y cuatro alumnos. Las cosas resultaron interesantes hasta el momento en que terminó el primer ciclo y lo delegados estudiantiles exigieron que desapareciera la posibilidad de reprobar a cualquier alumno sin importar su desempeño académico. El argumento era que muchos de los malos estudiantes eran de extracción social humilde, arrastraban infancias de desnutrición y años de escolaridad con nivel paupérrimo. En su lógica la Escuela de Economía debía mostrar sensibilidad social y no “castigar” a estudiantes que hasta ahora habían sido víctimas del sistema.
No había manera de hacerles ver que con la desaparición de toda exigencia de calidad nos hacíamos daño todos, comenzando por ellos mismos. Quizá lograrían un ascenso social momentáneo al obtener un título, pero dañábamos a la sociedad entregando profesionales ineptos y perjudicábamos a todo egresado porque convertíamos a ese título en un papel sin valor. Equivalía a ofrecer odontólogos que no sabían sacar dientes e ingenieros a los que se les caían los puentes. Los profesores que nos oponíamos a ese populismo absurdo fuimos acusados de ser elementos clasistas al servicio del sistema.
Quisiera pensar que una izquierda auténtica es capaz de ofrecer respuestas de cara al interés de la sociedad en su conjunto y trascender reivindicaciones puntuales a favor de intereses específicos, así sea de sectores desprotegidos. No siempre es fácil entenderlo.
Por otro lado, una vez más el gobierno de Peña Nieto supo aprovechar la ocasión para seguir embolsándose ahorros y créditos para los malos tiempos políticos. Dejó que el bloqueo provocara malestar en la opinión pública, esperó a que los medios ventilaran la pobreza de los argumentos de los maestros movilizados, y preparó el operativo con un ojo en la logística y otro en la venta de la pulcritud del desbloqueo.
Habría que ver las reacciones de la izquierda que van desde Andrés Manuel López Obrador hasta Los Chuchos, pasando por Ebrard y otras tribus del perredismo. Son temas delicados, pero no pueden dejar al gobierno de Peña Nieto toda la iniciativa y, por ende, el usufructo político. La izquierda tendría que comenzar a hacer propuestas de fondo y no sólo a reivindicaciones de intereses específicos que afectan el bien común. En todo caso, no puede ni debe defender o apoyar con su silencio a grupos que no tienen otro mérito que oponerse al Estado con argumentos espurios.

@jorgezepedap
www.jorgezepeda.net

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