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Autocensurarse y no informar, tan grave como colaborar en la comisión de delitos

Jorge Ricardo / Agencia Reforma

Ciudad de México

“Creo que autocensurarse y no informar es tan grave como colaborar a que los delitos se cometan, la obligación de los periodistas es informar sobre lo que está pasando”. Lo dice Sergio González Rodríguez (DF, 1950), quien ha sufrido dos secuestros intimidatorios, golpizas, hospitalización, amenazas de muerte y una desaparición y quien ayer ganó el Premio Casa América Catalunya a la Libertad de Expresión en Iberoamérica.
El autor de Huesos en el desierto (2002), una las primeras investigaciones sobre los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, ha recibido un premio otorgado en las siete ediciones anteriores a autores como Lydia Cacho, Mónica González y el periódico Página 12 de Argentina.
Dado el contexto de violencia contra el periodismo que se vive en México, González Rodríguez dedicó el premio a los periodistas que han sido asesinados y desaparecidos y comenzó a pensar en el discurso que dará en la recepción, en Barcelona, el 6 de mayo.
Para el escritor, colaborador del diario Reforma, el periodismo en México se mueve entre dos líneas de fuego: la imposibilidad de las autoridades de dar protección y la impunidad y crueldad del crimen organizado.
A esta situación, dijo, se añaden los discursos de medios de comunicación electrónicos: una especie de censura generada por los monopolios que crean una versión oficial de los hechos. “Creo que el trabajo de los periodistas es cuestionar la versión oficial impuesta. No puede ser que las libertades constitucionales sean subsumidas a intereses monopólicos y del capital”.
Narrador, crítico y ensayista, ganador del Premio de Periodismo Cultural Fernando Benítez, González Rodríguez fue blanco desde la pasada década del crimen que se ensaña contra quienes lo denuncian. La situación reciente, en la que la varios medios han sido atacados y más de 14 periodistas asesinados desde 2006, le inquieta tanto como el hecho de que esto ya había sido denunciado.
“Desde los 90 ya había periodistas y medios, como Reforma, previendo que si no se contenía la degradación institucional se iba a extender a todo el país y, por desgracia, México completo se convirtió en una frontera”.

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