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Da Agustín Hernández organicidad a su propuesta arquitectónica con la tradición prehispánica y colonial

Aurélie Daly

 

 

El arquitecto Agustín Hernández recibió un homenaje en el Fuerte de San Diego el miércoles, para celebrar sus casi 50 años de carrera, a través de una conferencia titulada La mirada de un arquitecto, en la que presentó sus proyectos realizados y no realizados que han marcado su trabajo.

El arquitecto mostró las maquetas de sus proyectos arquitectónicos y describió cada uno de ellos a las numerosas personas reunidas, alumnos del departamento de arquitectura de la Universidad Loyola del Pacífico en su gran mayoría.

Destacó la necesidad de adaptar cada proyecto al uso futuro de los edificios y de conferir el grado de importancia o de formalismo requerido, por ejemplo, para un edificio de gobierno, como fue el caso con el proyecto de la nueva sede del Senado de la República, en la ciudad de México.

Todos los proyectos de Agustín Hernández se caracterizan por una concepción orgánica de la arquitectura con la construcción alrededor de un eje central, especie de columna vertebral del edificio. Su estilo es marcado por el uso de formas naturales que se asemejan a la constitución interna de un ser vivo.

Expresó su voluntad de hacer una arquitectura que reflejara la identidad mexicana de manera moderna, por lo que su trabajo conjuga el legado de los pueblos prehispánicos, incluyendo a veces glifos en sus edificios, y de la arquitectura colonial.

Asimismo explicó que su trabajo se basa en la armonía entre la estructura, la forma y la función del edificio.

Inspirado por la naturaleza, como lo mencionó, diseñó su taller de arquitectura Casa en el aire, a partir de la forma de las palapas que observó en Acapulco, durante una estancia en el puerto. Escondido en el follaje de los árboles de la colonia Bosques de las Lomas en la ciudad de México, el edificio se caracteriza por su inclusión, natural, en el paisaje.

El arco del Bicentenario de la Independencia, proyecto que fue rechazado, presentaba una estructura dinámica y abierta, con una gran circulación y fluidez en el paisaje urbano del Paseo de la Reforma, explicó.

Egresado en 1954 de la Escuela Nacional de Arquitectura, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Agustín Hernández fue maestro de la Cátedra Extraordinaria en la UNAM y es jefe de Talleres Vertical en la Universidad Anáhuac del Norte, desde 1994. Entre otras distinciones ha recibido el Premio Nacional Instituto Mexicano del Edificio Inteligente, en 1996; el primer premio Urban Land Institute, el Premio Internacional Washington, D.C. en 1998, y el Premio Nacional de Arquitectura en 1999.

Entre sus realizaciones más destacadas despuntan la Escuela del Ballet Folklórico en 1968; el pabellón mexicano de la Expo de Osaka en 1970; el Taller de arquitectura, en 1970; el Heroico Colegio Militar, realizado en colaboración con Manuel González Rul, en 1976; la Casa en el aire, en el Bosque de las Lomas, en 1991 y el Centro Corporativo Calakmul, en 1994.

Al finalizar la conferencia, el arquitecto, Ramón Fares del Río saludó la carrera del maestro y contó su encuentro con el trabajo del arquitecto un día que caminaba por el Centro Histórico de la ciudad de México cuando descubrió el edificio de la Escuela del Ballet Folclórico, a partir del que empezó a conocer “lo excelente” de su obra, por lo que lo calificó como “uno de los mejores del siglo XX”. Lo interrumpió el arquitecto y exclamó: “¡y del XXI también!”

“Tu obra trasciende las fronteras de México. Todo está sintetizado en tu obra, la arquitectura prehispánica y la arquitectura colonial. Las nuevas generaciones de arquitectos de Acapulco te admiran”, concluyó Fares.

El rector de la Universidad Loyola del Pacífico, Enrique Félix Narciso Pasta Muñúzuri, dijo que era “un honor para la universidad” recibir a un arquitecto de esta envergadura y le entregó un reconocimiento por parte de la universidad.

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