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Proponen en un foro alternativas para reconstruir el tejido social en Acapulco

Aurélie Daly

Entre las actividades del décimo Festival Francés, se abrió el viernes un foro social en el Grand Hotel sobre el tema Recuperación barrial y desarrollo social, que se inscribió en la línea de trabajo de la recuperación del Acapulco Tradicional, en colaboración con la Secretaría de Desarrollo Social del estado y el Comité France-Guerrero.
Cuatro conferencia reunieron a especialistas mexicanos y franceses para intercambiar experiencias nacionales e internacionales de reconstrucción del tejido social a través de los aspectos, cultural, educativo, social y económico.
La investigadora francesa, Catherine Barme, en su ponencia titulada Experiencia internacional de reconstrucción del tejido social a través de la cultura, presentó el ejemplo de los Laboratorios de paz en Colombia y su eventual aplicación al caso mexicano.
Describió el concepto de los Laboratorios de paz como una experiencia pionera de convivencia, frente a los conflictos armados, herramienta de cooperación técnica y financiera de la Unión Europea (UE) con Colombia. En los años 80, la UE emprendió una lucha contra las drogas y por la defensa de los derechos humanos en Colombia. Ya estaban presentes diversas asociaciones civiles y organizaciones no gubernamentales, con las que la UE empezó a trabajar para ayudar a las poblaciones desplazadas.
Precisó que el primer Laboratorio de Paz se instaló en 2002 en el Magdalena Medio colombiano, con una inversión de 106 millones de dólares, para crear un espacio de convivencia y de educación política con la meta de lograr un proceso democrático y el desarrollo económico y social de la población.
Para darle continuidad a este compromiso, la Unión Europea aprobó la ejecución de un Segundo Laboratorio de Paz para tres regiones de Colombia: Norte de Santander, Oriente antioqueño y Macizo Colombiano / Alto Patía, que tuvo como objetivo general la construcción de manera colectiva de las condiciones para una paz duradera y la convivencia pacífica basada en una vida con dignidad y oportunidades para todos los habitantes. Este segundo Laboratorio de paz se desarrolló bajo el control financiero del gobierno, lo que provocó varios conflictos porque en 20 años ninguna organización presente en el terreno había recibido apoyo por parte del gobierno colombiano.
El programa se ejecutó alrededor de tres ejes estratégicos, la aplicación de una cultura de paz basada en el fortalecimiento del diálogo de paz y el respeto de los derechos humanos; la gobernabilidad democrática, el fortalecimiento institucional y la participación ciudadana, y el desarrollo socioeconómico sostenible para mejorar las condiciones socioeconómicas de la población en armonía con el medio ambiente.
Detalló que se desarrollaron 119 proyectos que involucraron a miles de personas constituyendo un “archipiélago de comunidades” que reunió a 62 municipios y cuatro departamentos que ayudaron a 1.4 millones de personas, para “construir las condiciones para la paz duradera, por medio del rescate de la identidad y de la convivencia pacífica”. Destacó la idea que estos programas “no sólo (necesitan) la base, sino el tiempo”.
Insistió en que este programa “no pretende imponer su visión, sino dar un empujón a los varios movimientos” y “mutualizar” las distintas voluntades. Asimismo, precisó que son iniciativas ciudadanas que reflejan la heterogeneidad de las comunidades, por lo que declaró que “es indispensable tener un enfoque local y realizar un diagnóstico desde la base, (ya que lo que se busca lograr es una) democracia participativa” y agregó que es un proceso y que hay que volver a definir los objetivos.
En cuanto a su posible aplicación a la realidad mexicana dijo que “es una experimentación, (y que) hay otras soluciones”. Citó el ejemplo de los núcleos musicales que se desarrollan en México.
Catherine Barme está graduada en historia, ethno-arqueología y desarrollo económico y social en la Sorbona de París. Estudió en la Universidad Nacional Autónoma de México donde se incorporó a un equipo de investigación en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, con el que coordinó un proyecto de desarrollo económico y social a favor de pueblos indígenas de la Mixteca Alta, en el estado de Oaxaca. Realizó misiones de monitoreo y evaluación y de identificación de programas para la Unión Europea, entre otras colaboraciones. Ha trabajado con poblaciones desplazadas en Colombia y Birmania. Actualmente, estudia un posgrado en Manejo del patrimonio turístico, histórico, cultural y natural en el Conservatorio Nacional de Artes y Oficios, en París.
La secretaria de Desarrollo Social del estado, Beatriz Mojica Morga, dio una conferencia titulada Rescate del barrio histórico de Acapulco: Petaquillas, en la que presentó un programa piloto que se está desarrollando en el barrio histórico de Petaquillas para tratar de reinstaurar la confianza que existía entre los habitantes de la colonia.
Lamentó el hecho de que la violencia se haya convertido en algo natural, que ya no sorprende a nadie, en particular en un barrio como Petaquillas en el que todos tienen un familiar o un amigo a quien le ha tocado la violencia, lo que tuvo por consecuencia la pérdida del tejido social.
Criticó que al hablar de ayuda, la mayoría de las personas piensan en asistencia social, lo que sí es necesario, pero no resuelve los problemas de fondo, por lo que expresó la necesidad de alcanzar también una equidad de género, paralela a una equidad social.
Citó el ejemplo de la Fundación Carlos Slim, que proporcionó el acceso gratuito a internet en los barrios históricos, como es el caso en Petaquillas, pero destacó lo absurdo de tal avance, cuando pocos en estos barrios posee una computadora. “Los turistas pueden disfrutar de internet gratis, pero el pueblo no tiene computadoras”, declaró.
Asimismo insistió en la necesidad de desarrollar paralelamente seguridad y desarrollo social. “No hay política de seguridad que valga la pena sin una política social, sobre todo con el fortalecimiento del tejido social, la recuperación de la confianza en la sociedad, y el sentimiento de pertenencia”, declaró y destacó la necesidad de sentirse como perteneciendo a la misma comunidad para crear una verdadera cultura de paz y de confianza.
Insistió en la situación geográfica “simbólica” del barrio de Petaquillas, “a dos cuadras de la Costera” y recordó que es uno de los barrios más antiguos de Acapulco, porque las primeras casas se construyeron en el siglo XVII.
Citó a Morelos que “buscaba equilibrar la diferencia entre los pobres y los ricos” y la importancia de seguir esta meta a la hora de celebrar el bicentenario de Los Sentimientos de la Nación. “México es uno de los países más desiguales y eso provoca violencia”, juzgó.
Hizo el listado de las diversas acciones que se realizaron en el barrio, desde la refacción de ciertas fachadas muy dañadas, hasta la impartición de talleres de música, pintura y títeres; la recuperación de espacios para organizar sesiones de juegos tradicionales y la búsqueda de lugares de convivencia entre habitantes. Explicó que el barrio está compuesto de muchas escaleras y no cuenta con ninguna plaza bastante espaciosa para reunirse, por lo que se desarrolló un programa de embellecimiento de las escaleras para convertirlas en lugares de convivencia entre vecinos.
Constató que las escaleras, ahora pintadas, y los murales, se han convertido en atracción y en lugar de fotografías para las quinceañeras, lo que comprueba la eficacidad de este tipo de acciones. Además, comentó que, a punto de cumplir un año, estos espacios son respetados y cuidados por los habitantes que se los apropiaron. Destacó la idea del barrio de Petaquillas como “museo itinerante” y declaró que esto “sólo se puede hacer en la medida de que la gente participe”, dijo. “Sin participación, no hay apropiación ni cuidado”, agregó.
Declaró que es importante que este barrio “se pueda integrar a la oferta turística (porque) la gente quiere ver dónde vive el pueblo”.
Mencionó otras acciones, entre las cuales destacó el programa urbano de lucha contra la pobreza alimentaria con la creación de los primeros huertos y granjas urbanos que permitirán la autoproducción de una “despensa guerrerense” y un cambio cultural. Comparó esta iniciativa con lo que se hace en Francia, “algo que admiro”, declaró, para el “fortalecimiento local” por medio del consumo de productos regionales y destacó la idea de “canastas guerrerenses”.
“En Acapulco hay 780 mil habitantes, de los cuales 500 mil viven en la pobreza y 200 mil en gran pobreza”, informó.
Asimismo, citó los circuitos ciclistas con préstamo de bicicletas en las colonias Zapata, Renacimiento y Petaquillas y la creación de la primera orquesta infantil por el Instituto Guerrerense de la Cultura en Renacimiento.
“Aunque tardíamente es muy importante; la solución no es tener a un policía detrás de cada ciudadano, es otro tipo de política paralela a la política de seguridad”, concluyó.
La doctora Clara Judisman presentó una ponencia titulada Colaboración para la reconstrucción del tejido social, en la que hizo hincapié en la necesidad de una revisión profunda de los programas gubernamentales en materia de desarrollo social” en México. Lamentó la pérdida de valores de la sociedad e insistió en la diferencia entre imponer valores y dar el ejemplo a los niños y jóvenes.
Por su parte, el doctor Sergio Salmerón dio una conferencia sobre el turismo sustentable, en la que destacó la importancia de desarrollar energías limpias y renovables y la creación de un “pacto ambiental”.
El Comité France-Guerrero, organizador del encuentro en colaboración con la Secretaría de Desarrollo Social, es completamente “apolítico” como lo recordó el director del Centro afiliado Alianza Francesa de Acapulco y miembro del comité, Jean-Christophe Napias, en su discurso de introducción al encuentro, y destacó que tiene como objetivo de fomentar las relaciones culturales, educativas y económicas entre Francia y Guerrero, en particular con Acapulco.

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