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Jesús Mendoza Zaragoza

El caso del barrio de Petaquillas: ¿empoderamiento comunitario?

En su conferencia sobre Colaboración para la reconstrucción del tejido social, la doctora Clara Jusidman señaló que lo estratégico de esta actividad tan urgente es la construcción de ciudadanía y el empoderamiento de la comunidad. Dentro de las actividades del festival francés del pasado fin de semana, se desarrolló un foro social con el tema recuperación barrial y desarrollo social, a propósito de la intervención de la Secretaría de Desarrollo Social del gobierno del estado en el barrio histórico de Petaquillas en Acapulco. De hecho, está vigente aún el plan de seguridad del gobierno federal Todos por Acapulco, enfocado a la reconstrucción del tejido social en cinco polígonos ubicados en Acapulco, en perímetros del mismo barrio de Petaquillas, de Ciudad Renacimiento, de la colonia Emiliano Zapata, de la colonia Jardín y de la colonia Progreso, con recursos del Subsidio para la Seguridad en los Municipios (Subsemun).
Hay un consenso general sobre la necesidad de reconstruir el tejido social como condición necesaria para combatir la inseguridad y para la construcción de la paz. Esto tiene implicaciones económicas, sociales y culturales que tienen que ponerse de relieve. Entre las condiciones necesarias para reconstruir el tejido social está la recuperación de los espacios públicos. Esta acción es eso, sólo una de las condiciones que, vinculadas con otras, pueden dar dicho resultado. Los gobiernos municipales han insistido en esta recuperación de espacios públicos sin una visión estratégica. Se han conformado con habilitar o remodelar parques, jardines, canchas deportivas y otros espacios como si por sí solos tuvieran un impacto social de bienestar y de fortaleza comunitaria. El caso es que muchos de esos espacios recuperados no han tenido este impacto, ni son apropiados por las comunidades, al contrario, se deterioran, se arruinan y se mantienen en el abandono.
Los espacios públicos son eso, espacios que favorecen la interacción entre personas, las relaciones comunitarias y el fortalecimiento del tejido social mediante actividades educativas. El principal componente de la reconstrucción del tejido social es educativo. No basta la inversión para disponer el espacio físico; se hacen necesarios procesos educativos en esos espacios para que puedan darse cambios en las personas, en las relaciones y en los entramados comunitarios. Hay que invertir en educación para que se vaya construyendo la comunidad como sujeto colectivo. Estos procesos educativos generan vínculos, promueven a las personas, desarrollan iniciativas comunitarias y, sobre todo, construyen un sujeto colectivo con capacidad de interlocución pública y de desarrollo comunitario.
En otras palabras, se construye ciudadanía y se va empoderando a la comunidad. Para que esto suceda, hay que pensar en procesos, en ocasiones, largos y sinuosos. Hay que generar una cultura solidaria y de responsabilidad social y pública. En estos términos, el desarrollo social se encamina a fortalecer a la comunidad, a apoyar iniciativas de organización y a construir capacidades para la responsabilidad social y política. Como puede verse, no se trata, solamente, de la promoción de los así llamados programas sociales para sectores vulnerables, sino de ayudar a que la gente salga de la situación de pobreza de capacidades. Se trata de despertar la creatividad, la imaginación, de desatar procesos de participación y de producción, de que la gente se haga protagonista de su propio desarrollo.
Los espacios públicos tienen su valor en la medida en que se convierten en espacios comunitarios, en espacios de participación y de colaboración. Este es el sentido que la red Acapulco por la Paz está dando a su lucha por rescatar el Jardín del Puerto, de manera que se convierta en una oportunidad para generar vínculos comunitarios. De suyo, la ciudad de Acapulco tiene un gran déficit de espacios públicos. La concepción de los fraccionamientos y las unidades habitacionales no prevé esta necesidad y son lugares de hacinamiento y de fragmentación social.
Acapulco no tiene ni ha tenido capacidad para incorporar a las oleadas de inmigrantes que han llegado en las últimas décadas. Por ello, muchos segmentos de población no tienen sentido de pertenencia y prefieren mantener sus vínculos con sus pueblos de origen. Esta fragmentación social nos ha hecho muy vulnerables ante las dinámicas desastrosas del crimen organizado que han enclaustrado a la gente en sus casas y han provocado el desplazamiento de muchos otros. No hay que olvidar, por otra parte, que las dinámicas generadas por los procesos políticos, tanto desde el poder público como desde los partidos, han contribuido a debilitar a la sociedad.
Generar vínculos, fortalecer el sentido de pertenencia y empoderar a la comunidad son tareas indispensables en el ámbito de la sociedad. Necesitamos una sociedad que tenga fortaleza y que resista los embates de la violencia. Necesitamos provocar que la gente salga de sus casas y se encuentre con sus vecinos y desarrolle procesos de colaboración en acciones culturales, deportivas, económicas y políticas. Necesitamos vencer los miedos y transformar el enojo social en oportunidad para la participación comunitaria. Necesitamos aprender a defendernos y a protegernos unos a otros abriendo las puertas y favoreciendo el encuentro para bien de la comunidad. Necesitamos aprender a tomar decisiones en común y a exigir que se garanticen los derechos humanos de todos. Esta es una gran tarea. Ojalá que en el Barrio de Petaquillas nos pongan la muestra. El tejido social no se reconstruye con un barniz superficial sino con una transformación educativa profunda con efectos culturales, económicos y sociales que mejoren las condiciones de vida de la gente.

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