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Carlos Pérez Aguirre

El vandalismo de Ángel Aguirre

 

 

Existe en el estado de Guerrero un elemento altamente desestabilizador de la gobernanza y del desarrollo democrático, se llama Ángel Aguirre, quien de manera calculada ha hecho todo lo posible por incrementar el problema magisterial para llevarlo a un punto de no retorno y luego se lo ha endilgado al gobierno federal.

Para poder realizar este asalto a la razón ha logrado incorporar en su contingente a sus famélicos, en ideas, funcionarios públicos y legisladores –muchos de ellos, por cierto, sus familiares–, favorecidos no solo con los altos sueldos y prebendas, sino también por negocios.

El operar con torpeza e hipocresía parece ser una norma del actual gobierno, pues en su proceder sólo logró enturbiar y finalmente romper toda posibilidad de diálogo con el magisterio guerrerense representado abrumadoramente por la CETEG. Nadie podrá negar la persistente actitud de diálogo del magisterio, que una vez tras otra, aceptó sentarse a la mesa con diversas autoridades y desarrollar extenuantes mesas de trabajo para llegar a algún acuerdo que destrabase el conflicto, pero que también le diera certeza en el respeto de la llamada reforma educativa, a la gratuidad de la educación, el respeto claro de los derechos laborales de los trabajadores de la educación y las garantías de que ahora sí, mediante diversas acciones, no sólo los de corte docente, se incrementara de manera real la calidad de la educación.

El gobernador simuló en varias ocasiones estar de acuerdo con los compromisos institucionales con él pactados, pero al siguiente momento los desconocía, lo cual provocó que se le considerara un interlocutor inválido. Así se fueron cerrando caminos, que por cierto algunos diputados con sensatez lograron reabrir, generando un enésimo documento aceptado por los maestros –continuando con su buena fe– y los diputados que logró salir a la luz pero fue dinamitado por el “gobernante”, situación que exasperó los ánimos populares que buscaron dar respuesta a la burla que se cometían con ellos, con el sistema educativo estatal y con la ciudadanía, arremetiendo contra los edificios de los partidos que se habían prestado a la bufonada del gobernador.

Este accionar, ese malestar que estalló, es sólo una pequeña muestra de lo que puede suceder si se continúa tratando de minimizar el hartazgo popular con medidas no consensuadas con los actores fundamentales, pero sobre todo cuando los interlocutores actúan con falsedad y mentiras. Ahora el gobernador continua por otro camino mas sinuosos y desestabilizador al generar las órdenes de aprehensión contra 36 participantes en la inconformidad magisterial y haciendo sonar los tambores de la represión y la guerra contra los ciudadanos de la entidad; alguien deberá decirle que los tiempos de la represión autoritaria y sin freno, a la que está acostumbrado, no funcionan ya, que la inconformidad por fortuna está validada socialmente, y llegó para quedarse.

Hoy en la sima de la paranoia señala con índice represor a todos aquellos que han actuado fuera de su actuar corruptor. Así declara que la CETEG tiene “vasos comunicantes” con el Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras a la Parota (Cecop), el Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan, la Asamblea Popular de los Pueblos de Guerrero (APPG) y la Normal Rural de Ayotzinapa que, dijo, forma alumnos “expertos en rencor social”.

Así lo señalo el experto en construir rencores sociales antes de correr a esconderse en las faldas del presidente Peña Nieto, pero ¿podrá éste ultimo salvarlo de la repulsa de los guerrerenses? Evidentemente no. Así Angel Aguirre tendrá que irse de guerrero y pronto, pues como lo retrató el caricaturista Magú, ya con las maletas listas esperando ser contratado para incendiar alguna otra entidad. Esperemos se vaya pronto, su vandalismo hace demasiado daño al país.

 

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