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Incompleto, el contraste fotográfico de Eric Miralrío entre Acapulco y ciudades europeas

Aurélie Daly

El fortoperiodista Eric Miralrío invita al público a reflexionar en otras modalidades de desplazamiento en la ciudad a partir de 27 imágenes que alternan vistas de los medios de transporte en Acapulco y de tres grandes ciudades de Europa: Amsterdam, París y Burdeos, en la exposición Propulsiones alternas que se inauguró ayer en las Rejas Solares del Instituto Guerrerense de la Cultura.
La foto de una ciclopista en Amsterdam se contrasta con la de un ciclista en Acapulco, frente a los coches en sentido contrario; un bicitaxi en Burdeos seguido de la imagen de una señora sentada en el carrito delantero de una de las bicis que sirven para transportar la mercancía aquí. Son algunas de las fotos que presentó Eric Miralrío para confrontar dos realidades distintas e inspirar un cambio en Acapulco. Idea ingeniosa, además de ser una propuesta interesante para el desarrollo vial de Acapulco, la serie de fotos, sin embargo, careció un poco de visión de ensamble y de reflexión.
El fotógrafo captó la idea general, pero no la realidad en todas sus manifestaciones. ¿Dónde están los patines, los skate boards y las patinetas? ¿Y si el objetivo fue centrar su trabajo en las bicis, entonces dónde están la bici-side car, la bici plegable, la bici con remolque para niños convertible en carrito para niños, la bici-caravana y la bici con cartel de publicidad? Al igual que aquí, los camiones sirven de espacio comercial para cualquier tipo de anuncio, se desarrolla en muchas ciudades de Europa, anuncios móviles en las bicis individuales, es decir que el usuario sigue usando su bici como siempre, pero recibe dinero por llevar un comercial.
Lo interesante es que, al igual que el fotógrafo se sorprendió de los medios de transporte europeos, cualquier europeo que venga de vacaciones a Acapulco será impactado por los camiones, y se puede apostar que una de sus primeras fotos de su estancia en el puerto será la de un camión con colores vivos y luces de neón.
A partir de esa idea, de alternar imágenes de Europa y de Acapulco, hubiera sido más impactante tener las dos vistas en una sola imagen, en lugar de presentar dos imágenes independientes, y se hubiera podido encontrar más correspondencia entre las imágenes si el fotógrafo hubiera tenido, desde el principio, una idea clara de lo que quería expresar. El punto es que, como lo comentó el fotógrafo, tuvo la idea por medio de su curador, Ulises Barreda, de yuxtaponer imágenes de Acapulco una vez de regreso al puerto, lo que explica algunas fallas en la realización de la idea conductora.
Por ejemplo, a la foto de las decenas de personas que participan de un paseo en bici los domingos en la Costera, faltó la versión europea, las salidas masivas, por ejemplo en París, que reúne todos los viernes por la noche a miles de ciclistas y otros usuarios con ruedas, a quienes pertenece la ciudad durante algunas horas, parecido a lo que se desarrolla en el Distrito Federal.
Asimismo, hubiera sido interesante confrontar la imagen de un taller mecánico en Acapulco y la de un taller para bici en Europa.
Asimismo, la bici no es solamente para el uso en una misma ciudad sino que es muy común para acudir a su lugar de trabajo, tomar el tren con su bici, colgarla a un gancho en el compartimento y, al salir del tren, subirse a la bici y llegar primero a la oficina sin el estrés del tráfico ni del metro.
Lástima que no haya tomado fotos en una ciudad con relieve para tener un elemento de comparación más cercano a la topografía acapulqueña.
Constatar que frente a cada escuela secundaria y preparatoria europea hay un garaje o un espacio para guardar las bicicletas de los alumnos y de los maestros, mientras que aquí se multiplican los puestecitos de comida chatarra. Hubiera sido bastante impactante para llegar a la conclusión, que formuló el fotógrafo en su discurso de inauguración, de que aquí no existe la costumbre de caminar o de pedalear para ir a trabajar o a la escuela y que es un problema que tiene que ver con la educación.
Enseñar al público la foto de una chica europea montada en una bici, frente a la imagen, en Acapulco, de una chica elegante en un coche de lujo, hubiera permitido destacar la idea que allá la diferencia entre pobres y ricos no se manifiesta tanto a través del medio de transporte que usa la gente como aquí.
El hecho de presentar una foto del metro en París aunque sea también un medio de transporte que contamina menos que el coche y que permite aflojar mucho el tráfico en las ciudades, no participa de la misma voluntad que los movimientos ciclistas, mucho más posteriores al metro parisino. Él que haya tomado una vez en su vida el metro en París no lo recordará como una experiencia agradable, ya que parece que los usuarios padecen una transformación al penetrar en las entrañas de la ciudad y se convierten en robots; toda forma de comunicación desparece y uno se pone a soñar con el metro defeño con sus vendedores y charlatanes. Ser aplastado por la gente y tener una bocina que esculpe canciones para aprender a contar, a dos centímetros del oído, puede ser muy molesto pero nada puede ser tan incómodo y angustioso como sentirse deshumanizado, hasta no poder cruzar la mirada de alguien. Los únicos que llevan un poco de calor humano son los músicos que tocan, ilegalmente, en los vagones.  Precisamente el desarrollo de las bicis en renta fue una reacción en contra de la deshumanización que se adueña de los usuarios del metro, porque a diferencia del metro, en el que nadie parece confiar en nadie, los ciclistas se hablan, se sonríen, se avisan y se ayudan si se da el caso.
Otro ejemplo que tomó el fotógrafo fue el tranvía como medio de transporte limpio, rápido, cómodo y estético en el paisaje urbano. Efectivamente, la (re)construcción de tranvías en todas las grandes ciudades de Francia en los últimos años tiene el mismo propósito que el desarrollo de las ciclopistas y bicis en renta, es decir, transformar la cara de las ciudades y todo lo que no se logró con el metro, un medio de transporte limpio, rápido y que permita la convivencia.
Otro punto para contrastar un poco con la imagen de la realidad vial de Europa hubiera sido comparar la casi nula señalización en Acapulco, frente a una, a veces excesiva, que se da en Europa, lo que con frecuencia dificulta una lectura sencilla y rápida de las indicaciones.

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