Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Jaime Castrejón Diez

La reforma educativa

Si repasamos lo que ha sucedido en la educación nacional en los últimos meses nos damos cuenta de que ha habido realmente un movimiento anarquizante en Guerrero, Oaxaca, Michoacán, en los CCHs, en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y con la irrupción en Rectoría de los encapuchados. Se ve claramente que el problema central no es educativo, sino es un movimiento político anarquizante.
Si analizamos severamente el problema, vemos que hay tres aspectos que realmente debemos considerar: la educación y la universidad, la educación y el sindicalismo y un movimiento anarquizante.
Desgraciadamente los tres conceptos se han entremezclado y hemos vivido ese movimiento y esa confusión de ideas que está poniendo en peligro no solo la educación nacional, sino la estabilidad social.  No es exagerado decir que el movimiento en sus distintas formas en el sistema educativo desde la primaria hasta la universidad son síntomas de un mal mayor, una confusión política y el uso de este tema tan importante en las sociedades como centro de agitación. Se pudo ver desde los sucesos del primero de diciembre.
Cuando empezaron a haber movimientos estudiantiles en contra de la reforma universitaria en Michoacán había una confusión de ideas muy clara porque siempre una reforma en el sistema educativo significa un cambio curricular y esto es natural, el currículum es la base para preparar a los jóvenes para entrar a una sociedad cambiante. El decir que se está privatizando la educación, es realmente una mentira, la educación pública sigue siendo la base nacional para enfrentar el futuro y darle elementos a las generaciones que surgen para poder ubicarse dentro de un sistema social. Este que cada vez requiere de mayores conocimientos que solo se obtienen en forma relevante cuando el currículo refleja lo que está sucediendo en la sociedad, en la técnica, en la industria, en el comercio, no solamente en actitudes y slogans revolucionarios.
Tal vez si repasamos un poco lo que ha sucedido en este proceso que involucra estudiantes, maestros y sociedad, empecemos a ver la respuesta. En el 68 había dos visiones diferentes: uno el de la relevancia social y otro el netamente político, el rebelarse contra un sistema que estaba ahogando a las nuevas generaciones; es decir se planteaba la idea del hombre empleable y la idea del hombre crítico, ambas necesarias para ser relevante como institución social. El hombre empleable era el inicio de los movimientos estudiantiles, es decir que fuera relevante la educación al sistema social y económico de un país o de una región, no solamente el currículum tradicional que ya no los preparaba para la situación social que vivían. Pronto surgió también la parte política, el hombre crítico, el hombre que cuestionaba el sistema y que también era necesario atender para que el currículum reflejara las dos cosas, la empleabilidad y la relevancia y por otro lado también el espíritu crítico y analítico del hombre que empieza a participar en sociedad.
Nunca estuvo la privatización como parte del esquema de la reforma. Los excesos que vinieron después fueron por la confusión entre sindicalismo y educación y esto es lo que hemos visto que ha proliferado más y ha tenido una mayor repercusión en la vida nacional. Es claro que puede haber sindicalismo y educación al mismo tiempo, lo que no es correcto es que el sindicalismo trate de imponer los postulados educativos y además defender su sistema laboral.  Lo laboral debe ser respetado, pero lo laboral no debe incidir en la parte realmente pedagógica que requiere una sociedad como la nuestra.
Si vemos en detalle lo que ha impulsado a varias sociedades a cambios en la producción y en el uso de sus recursos naturales veremos que han hecho cambios importantes en su sistema educativo. Esta evolución solo es posible con cambios curriculares que transformen los métodos de producción y de convivencia. Los ejemplos de los países asiáticos son relevantes, solamente se puede aspirar a cambios sociales importantes si se modifican las actitudes hacia las transformaciones educativas que los hagan evolucionar. Lo demás es anarquía y pone en peligro las instituciones.

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