Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Arturo Solís Heredia

CANAL PRIVADO

* Debate incómodo

No son pocas ni poco respetables las voces que critican la criminalización del magisterio disidente y que advierten un linchamiento informativo de su lucha sindical.
Entiendo y comparto en buena medida su preocupación, pues son evidentes los ejemplos y claras las señales que la sustentan.
Se oyen voces beligerantes y hostiles que, sin rubor ni freno, gritan sentencias lapidarias urgiendo dureza represiva en contra de los cetegistas. Se siente la furia acumulada de intolerantes viejos y consumados, inyectando veneno en ambientes propicios  y ánimos frustrados. Se distinguen voces mercenarias que, sin rigor ni ética, afilan plumas y micrófonos para condenar y cercenar la cabeza de los agitadores.
Hay, como ha habido siempre y hay en todos lados, cuando las luchas sociales se contaminan de vandalismo.
Lo que no entiendo, o quizá sí, es por qué los no pocos ni poco respetables sólo parecen escuchar las voces más estridentes e irracionales, sin distinguir las voces que, aunque parezca, no gritan por intolerancia ni por contrato, sino por una honesta y franca irritación ante los excesos impunes de un nutrido grupo de manifestantes.
Lo que no entiendo, o quizá sí, es por qué acreditan la verdad de los maestros disidentes, y desprecian la verdad de muchos ciudadanos, a pesar de existir ejemplos también evidentes, señales también claras, que la sustentan.
Los cetegistas califican de intolerante, autoritario y represor al gobierno de Ángel Aguirre Rivero; muchos ciudadanos, en cambio, lo califican de permisivo, débil y omiso.
Sincera y respetuosamente, para los maestros y para los no pocos, de por sí respetables, si juzgamos a partir de los hechos y datos duros del desalojo de la autopista, y el ataque a los inmuebles partidistas del martes 23 de abril y a automóviles y edificios públicos de ayer, suena más creíble la versión ciudadana.
Aunque suenen o parezcan intolerantes, muchas de esas voces son de gente buena y pacífica, trabajadora y honrada, que sólo juzga lo que ve, que sólo dice lo que piensa.
Sin duda, el tema del uso de la fuerza pública es delicado y espinoso, pero quienes defendemos el Estado de derecho entendemos que a veces, el uso de la fuerza pública no sólo es válido, sino necesario cuando se viola la ley utilizando la fuerza bruta de particulares. Si el Estado tolera que particulares usen la fuerza para defender sus intereses, lastimando a terceros, o a la misma autoridad, su legitimidad se va minando.
No es fácil aceptar que la fuerza pública se use en contra de movimientos sociales, pero cuando un movimiento social cruza la línea del diálogo, de su derecho a la libre expresión, de su derecho a organizarse pacíficamente, y utiliza la violencia, se debe actuar en su contra.
Es inaceptable y condenable si la fuerza pública se usa indiscriminadamente, fuera de la ley. Para ello se requiere de una justificación clara, como la defensa de particulares afectados y el sometimiento de violentos, pero además requiere de una aplicación debida. Si la policía comete abusos en contra de los particulares, sean o no delincuentes, sean o no violentos, la policía viola la ley. La fuerza pública sustenta su legitimidad en su justificación y en su forma.
Sin duda, el uso de la fuerza pública es un tema delicado y espinoso, por eso mejor dejo que voces más respetables que la mía, hablen al respecto.
Emilio Álvarez Icaza, Walter McKay, Ernesto Mendieta, Carlos Silva, Luis Gabriel Salazar, Jorge Méndez, Juan Balboa, Luis González Placencia y Ernesto López Portillo, en los Cuadernos de Trabajo del Instituto para la Seguridad y la Democracia, en la mesa debate sobre el tema Policía y uso de la fuerza, una agenda clave de nuestra democracia, el 30 de noviembre de 2006, se refirieron concretamente a los asuntos que hoy comparto con los ya 42 lectores de este espacio: la prensa y la sociedad civil.
Sobre la prensa, opinan que “el tratamiento de los temas de seguridad por parte de los medios de comunicación es inadecuado. La cultura periodística y mediática actual tiende a tratar los contenidos como productos que son fabricados con el objetivo de incrementar las ventas y maximizar la utilidad, sin responder a imperativo ético alguno. Esta situación ha propiciado el tratamiento amarillista de los temas de seguridad, en particular en lo que a uso de la fuerza se refiere, y ha dejado en desuso la investigación periodística”.
Sobre la sociedad civil, opinan que “la participación de la ciudadanía es un elemento fundamental para limitar el uso de la fuerza. Si el Estado dirige su violencia contra el ciudadano, debe hacerse responsable frente al ciudadano y frente a la policía misma. La sociedad debe exigir investigaciones cuando la autoridad abusa del poder que se le otorga; pero para lograrlo es necesario que la sociedad entienda qué implica un abuso y qué no”.
Por eso, por los tiempos que vivimos y por los que parece viviremos, me parece más útil y necesario debatir sobre el tema, en lugar de sólo escuchar verdades a medias. Aunque sea incómodo el debate, creo que sólo así aprenderíamos todos a respetar más el derecho y la libertad de manifestarse y protestar, sin aplastar los derechos de los demás.

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