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Desarma el Ejército a dos policías comunitarios de El Troncón, Tixtla, que iban a una protesta

Zacarías Cervantes

 

Tixtla

 

Soldados del Ejército desarmaron a dos policías comunitarios de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC) de la comunidad de El Troncón, municipio de Tixtla, y retuvieron a cinco más por media hora, entre ellos al promotor de la Policía Comunitaria en Tixtla y Ayutla, Gonzalo Molina González.

El incidente ocurrió el medio día de ayer cuando los policías comunitarios y el promotor se dirigían a reforzar una protesta de 30 policías comunitarios de la comunidad de Acatempa, quienes a la altura del entronque de la carretera Chilapa-Chilpancingo con el libramiento Tixtla-Chilpancingo, mantenían un retén.

El punto de revisión había sido instalado en protesta por la detención de los dos coordinadores y los cuatro policías comunitarios de la CRAC en Acapulco, la tarde del lunes, y quienes la tarde de ayer fueron liberados.

Gonzalo Molina y los cuatro comunitarios fueron retenidos por los militares en la gasolinera que se encuentra en el entronque de la carretera Tixtla- Apango.

Sin embargo, al lugar llegaron caminando más policías comunitarios y tomaron posiciones, rodeando a los militares, aunque sin apuntar sus armas hacia ellos.

Minutos después, quien se identificó como el teniente de infantería del Ejército mexicano, Delfino Tapia Zamora, y quien iba al mando de los militares, ordenó que se regresaran las dos escopetas que les habían recogido a los dos comunitarios y la retirada de los más de 30 militares que estaban bajo su mando.

Entre los cuatro policías comunitarios iba el segundo comandante de la comunidad de El Troncón, Nahum Santos Bartolo, quien la noche del 7 de abril fue detenido por militares y policías ministeriales en el tramo de la carretera Tixtla-Acatempa. El mismo Santos Bartolo, fue uno de los dos comunitarios que fueron desarmados.

El desarme de los dos comunitarios ocurrió a pesar de que ambos portaban escopetas hechizas, que no son de uso exclusivo de las fuerzas armadas.

Otro de los comunitarios que iba dentro del grupo es Pedro García González, quien portaba un rifle calibre 22 y quien a pesar de que los soldados le pidieron el arma se negó a entregarla, “¿por qué te la voy a dar, a ver tú dame la tuya?”, encaró al militar.

García González permaneció toda la media hora que estuvieron retenidos con el arma empuñada y con el cañón hacia arriba y pegada al pecho, mirando de frente a los militares.

El ambiente se puso más tenso cuando la columna de 30 policías comunitarios de la comunidad de Acatempa, que participaban en un punto de revisión a unos 500 metros adelante, sobre la carretera Chilpancingo-Chilapa, llegaron caminando a la gasolinera en donde los militares mantenían retenidos a los cuatro comunitarios y a Gonzalo Molina.

Todos llegaron empuñando sus rifles o escopetas y tomaron posiciones a ambos lados de la carretera rodeando a los militares. Con ellos iba el comisario Pastor Coctecón Plateado, escopeta en mano y carrillera terciada en el torso.

Molina González, reclamó al jefe militar su actitud pues dijo que no habían cometido ningún delito y que, en cambio ellos, los militares, estaban violando la Ley 701 y el Convenio 169 de la OIT que garantizan los derechos y la cultura de los pueblos indígenas.

No pasó mucho tiempo cuando el jefe de los militares, el teniente de infantería, Delfino Tapia Zamora accedió y ordenó que fueran entregadas las dos escopetas que les habían recogido a los policías comunitarios y también ordenó la retirada a sus elementos.

Minutos después llegó al lugar un camión de estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, quienes llegaron para respaldar a los policías comunitarios. Sin embargo los militares ya se habían retirado.

Los policías comunitarios todavía se quedaron en el lugar hasta las 3 de la tarde entregando volantes a los automovilistas, en los que exigían la libertad de los dos coordinadores y los cuatro policías comunitarios detenidos en Acapulco y que horas después fueron liberados.

Los policías comunitarios también aprovecharon para vender entre los automovilistas el primer número de El Comunitario, un periódico mensual de la CRAC.

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