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Diez horas de golpes, amenazas y vejaciones de policías del estado y en la PGJE, denuncian

Lourdes Chávez

 

Chilpancingo

 

Durante diez horas, los 25 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa detenidos por la Policía del Estasdo el martes, recibieron golpes, amenazas y vejaciones de agentes policiacos y  trabajadores de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), en la detención, traslado y cuando realizaron los trámites que les practicaron antes de ponerlos en libertad.

De acuerdo con los estudiantes, fueron detenidos a las 5:30 de la tarde en el entronque de Filo de Caballos, en la carretera federal de Chilpancingo a Iguala, y a las 3:45 de la mañana terminaron de hacer su declaración los últimos liberados.

Un joven, quien pidió reservar su nombre, denunció que los policías los humillaban porque “Aguirre ya les había tenido mucha paciencia”, y los amenazaban con un “quieren otro muerto, para ver si así se aplacan”, y comentaban entre sí que los iban a tirar en una barranca, para que se pensara que la maña terminó con ellos.

Los estudiantes dijeron que en la PGJE recibieron un trato indigno de los funcionarios, quienes se reían de ellos, y no intervenían ante los insultos de los policías. Además, los hicieron pasar en medio de cientos de granaderos que los insultaron.

El joven explicó que la tarde del martes, 27 estudiantes fueron a hacer una colecta en el crucero de Filo de Caballos, a bordo de un autobús del servicio público, en el paraje conocido como Casa Verde, y a las 5:30 de la tarde llegaron  unos cien policías estatales en camionetas y en un camión, y detuvieron a 25, y dos lograron escapar.

En un boletín de la comunidad estudiantil se precisó que los policías dispararon al aire y detuvieron a  los jóvenes, y el testigo dijo que los policías iban armados y los golpearon a patadas, con sus cascos y con las cachas de sus pistolas.

Subrayó que más de cien policías llegaron golpeando a los estudiantes, y  les advertían que no se pusieran violentos. Recordó que uno de los líderes del grupo se acercó a los uniformados para decirles que no habría resistencia, pero que dejaran de golpear a sus compañeros. La respuesta del oficial fue jalarlo del pañuelo que tenía en la cara, para someterlo y tirarlo al piso casi ahorcándolo.

El joven reconoció que esta información no se detalló en una conferencia de prensa minutos antes, porque los estudiantes todavía tenían miedo de que los policías cumplan sus amenazas.

Sobre la detención, añadió que cuando ya estaban en el suelo, tirados boca abajo a un lado de la carretera federal, los policías continuaron golpeándolos en la cabeza, en la espalda y en la entrepierna, luego los subieron y tumbaron “como a bultos”, unos sobre otro, en sus camionetas. Ahí los trasladaron al Instituto de Formación Policial (Infocap).

Asimismo, señaló que en la camioneta había una lámina muy caliente que causó quemaduras y ámpulas en los hombros y brazos a algunos de sus compañeros, pero los peritos de la PGJE no tomaron nota de estas heridas, ni las fotografiaron.

Las amenazas fueron permanentes, decían que los iban a navajear cuando estaban tirados en la camioneta boca abajo, y les recriminaban “así quieren plazas, pendejos”, pero insistió en que el boteo era para conmemorar el Día de las Madres en Tixtla, no para exigir más plazas.

Cuando los llevaron a la PGJE, dijo que los llamaron “pasajeros con destino a ya se los cargó la verga”, y los subieron al autobús retenido por los estudiantes porque presuntamente serían llevados a la cárcel.

El estudiante dijo que en las oficinas de la PGJE, ante peritos y trabajadores de derechos humanos de la dependencia, los policías les gritaban frases degradantes, y a un joven que detectaron con un problema de arritmia y le dieron una pastilla.

Dijo que les quitaron la ropa, para ver sus golpes, y les tomaron fotografías de perfil, de espalda, de frente y les pidieron sus datos personales, “cuando preguntaban por la ocupación y decíamos que estudiantes, los peritos se reían con burla”.

Los ficharon y los llevaron por bloques a hacer su declaración individual, y cruzaban un pasillo lleno de granaderos que resguardaban el edificio de la protesta de maestros y alumnos que aguardó la salida de los 25 jóvenes retenidos.

Los oficiales del Ministerio Público observaban con burla, y  uno dijo, “ya se los chingaron, ¿ahora sí se  van a calmar?”. Denunció que el abogado de oficio se salió antes de que terminara su declaración, y no hizo una intervención para apoyarlos. El último bloque terminó su declaración a las 3:45, y se reunieron con sus compañeros, con abogados de Tlachinollan, y padres  de Tixtla, que los esperaban afuera de la PGJE.

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