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Abre la revista Wikipulcos perspectivas en la definición de la identidad acapulqueña

Redacción

 

La revista de reciente aparición, Wikipulcos, estrategias para una identidad acapulqueña, es un nuevo episodio del combate que el escritor Edgar Pérez Pineda (Acapulco, 1977) libra desde hace mucho tiempo en busca de una respuesta al ser acapulqueño. Aunque desde el principio afirme que se desconoce quién es el acapulqueño, cuál es su identidad, su épica y que nunca se ha reflexionado desde la criticidad al respecto, lo cierto es que basta leer los textos del primer número de la revista para ir descubriendo, por acá y por allá, frases que nos dan alguna pista.

De hecho, la misma idea de la revista parece ser la de esbozar una identidad que se va a ir construyendo a partir de los estereotipos (el costeño rampante, el chilango fresón, el acapulqueño labioso…), por lo que Pérez, como escritor y editor, coloca desde el comienzo una base, buena o mala, para una posible identidad de la gente que aquí vivimos, en Acapulco, en esta geografía que divide, que impide el diálogo, que hace difícil la comunicación, que propicia el recelo y la desconfianza, que sume al individuo y a su grupo en sus propios valores sin ventilarlos pues, recordemos, el mar no integra, tan sólo sirve para importar y exportar materiales para los imperios decadentes; recordemos, al mar se fue Quetzalcóatl y la amenaza siempre se encuentra fuera del centro del país.

Como bien dice el título de la revista, los textos son estrategias para que la búsqueda tenga al menos un camino que indique por dónde empezar y sin duda es la parte más arriesgada e interesante pues a diferencia de algunos trabajos al respecto, Pérez Pineda no elude la difícil y decisiva cuestión del valor literario. La revista en sí representa un ejercicio de motivación más que estético, cuyo campo de aplicación es, básicamente, las ciencias sociales. Claro, no faltan en Wikipulcos, las citas y referencias literarias, pero su presencia es discreta y hasta demasiado limitada por sus ambiciones de llegar a cualquier público. Con todo, mal se haría en reprocharle que prefiera esta situación puesto que el lector estaría poco familiarizado con esas citas y referencias, y nada resulta más equivocado que elevar el discurso hasta volverlo inaccesible.

A todo lo largo de la revista, cuyo pequeño formato es sencillo y vistoso, los textos (cuya autoría es, de todos, de Edgar Pérez) responden de a poco a la pregunta inicial y son presentados al lector con la intención de abrir la discusión sobre la identidad acapulqueña. De este modo, si en Chilangos révol nos dice acerca de la dependencia entre chilango y costeño, en Tirar el verbo… nos describe un tipo de acapulqueño “largo como la Costera”. Por su parte, en la entrevista al grupo Acapulquito reggae acudimos a una exploración musical e irracional, como ellos dicen, de las propuestas rítmicas que les dicta “el corazón que les baila tropical” y en Ye Pa Ti y Shultz y Clipperton nos enteramos de un pedazo de historia poco conocida y harto interesante acerca del puerto y su gente.

Así mismo, hay sin duda, algo de provocador en las imágenes del fotógrafo Pedro Pardo, quien participa en este número, y que con sus imágenes nos invita a deshacernos de la solemnidad, dejando para otra ocasión la posibilidad de ver el trabajo de una de las lentes más interesantes de Guerrero.

Las respuestas al quién del acapulqueño, sobre cuál es su identidad y su épica serán muchas sin duda, tantas como preguntas se planteen con el devenir de los siguientes números de Wikipulcos, pero la revista apunta, en última instancia, al principio del placer de la lectura y a la discusión, aunque al final del camino no haya una sola respuesta pues, como nos dice Francisco González Pineda en El mexicano. Su dinámica psicosocial, México no es un país, sino varios. (Que en este caso sería: Acapulco no es un puerto, sino varios).

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