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Carlos Pérez Aguirre

Tirar la piedra y esconder la mano

 

Con objeto de tratar de alejarse lo más pronto posible de la grave crisis que sus instrucciones generaron en la estabilidad de la entidad por el caso Ayotzinapa, Ángel Aguirre a desarrollado diversas vertientes distractoras con el objeto de que el resultado final de las investigaciones lo toque lo menos posible y lo aleje de una contundente juicio –el que por cierto tendrá que enfrentar independientemente de sus fingidos actos de contrición, pues este no dependerá de sus malabarismos actuales.

Como ejemplo en esta semana destacaron tres; el primero la continuación de las reuniones con la comisión de intermediación, con la cual pretende por la vía del acto de fe, convertirse en supuesto defensor de los estudiante que antes acorraló, publicitando con largueza los apoyos que les está otorgando, seguramente para que en el próximo capítulo de la represión mostrarlos como prueba de su generosidad.

El segundo lo constituyó la firma de un “pacto por la educación” –documento, que no se entregó y que nadie conoce– contando en el acto con la destacada participación de la cúpula del liderazgo sindical en su versión local del “charrísimo elbasteriano”, esencia de la corrupción en la educación, según lo declarado por el doctor Pablo Sandoval y contando también con la presencia de la familia incrustada, perdón, de la alta burocracia gubernamental, y en donde con planteamientos sumamente vagos e insustanciales, sin mecanismo operativos específicos, se procedió a la firma de ese documento mas cosmético que real.

Con ese acto se pretende mandar la señal de querer solucionar el problema educativo, pero por la característica de los funcionarios de ese sector nombrados en el segundo gobierno “de izquierda” y en donde hasta ahora se sigue solapando la corrupción y la simulación, nos preguntamos ¿con ese material humano se pretende mejorar? La respuesta es no. Por ello la percepción ciudadana de que este evento sólo constituyó un acto más de propaganda y lo que menos requiere la entidad en estos momentos son esos actos cosméticos de foto fácil y de resultados magros o inexistentes.

Por último, un evento que retrata de cuerpo entero las formas de actuar del gobernante lo constituye el terminante deslinde y alejamiento que realizó respecto de su ex procurador López Rosas. Al parecer a Ángel le atacó una repentina amnesia, pues o no se acuerda o desconoce a sus cercanos colaboradores. Todo ello dentro del contexto de los señalamientos que López Rosas realizó en contra de miembros de la PFP sobre que dispararon en el entorno de esos acontecimientos y que ha dado como resultado un acoso policiaco a este.

Seguro que al calor de los acontecimientos López Rosas cometió pifias, pero también habrá que apuntar que con base en las imágenes policías (que el vocero del gobierno estatal acreditó a la policía federal) se ve a miembros de ese cuerpo policiaco disparar y golpear salvajemente a muchachos rendidos. Mal actúa el gobernador al desentenderse y tratar de ignorar ahora lo dicho y exhibido por sus subordinados, cuando su obligación es aclarar y llegar a la verdad, aunque esta no sea cómoda para él y su círculo cercano.

Titishando. A la sombra de los acontecimientos de Ayotzinapa, se aprobó una lesiva ley que daña los derechos de los trabajadores del gobierno del estado y sus organismos, los cuales están afiliados al SUSPEG. De entrada verán disminuido sus ingresos reales y tendrán que trabajar más años para alcanzar el derecho a jubilación. Entre otras muchas pérdidas.

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