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Presentan obra de tintes shakesperianos en un ambiente de futuro post apocalíptico

Oscar Ricardo Muñoz Cano

 

Taxco

 

La historia de un hombre gordo y feo que luego de ser convertido en caballero por su rey lo mató para usurpar el trono, convirtiéndose en un tirano, fue presentada por la Compañía Ciénega Teatro, que vestida de un estilo futurista y decadente, rodeada de luces y en medio de andamios tuvo como fondo música hasta de guitarras eléctricas, un sintetizador y una tarola para hacer percusiones en vivo.

Con tintes del Macbeth de Shakespeare, explicó Iván Guardado, director del montaje escénico “lo que buscamos es esa imagen post apocalíptica, al estilo Mad Max, la película, y mostrar cómo el pueblo se somete y no hace nada por tumbar a los que disfrutan del trabajo del pueblo”.

Y agregó “esta obra la hemos llevado por más de 20 municipios de Zacatecas, donde curiosamente estamos padeciendo cosas parecidas y el público la aceptó muy bien”, agregó en entrevista luego de su actuación de este viernes en la Corrala del mitote, dentro de las actividades de las Jornadas Alarconianas.

Luego de usurpar el reino, el hombre llamado Ubu desterró al hijo de su predecesor y se convirtió en un tirano, llegando al grado de no sólo oprimir a su pueblo sino hacer que la gente se enfrente entre sí.

Fue tal su ambición, luego de sentirse poderoso, que llegó a revestir su castillo con oro y su pueblo, entonces sí, empezó a cuestionar poco a poco al rey, en especial su mano derecha, un militar al que le había prometido un ascenso pero que luego se lo negó.

Esto hizo que el militar ideara un plan para derrocarlo y lo logró con la ayuda de uno de los hijos desterrados, el heredero al trono del extinto rey, de la manera más atroz: a la esposa de Ubu la descuartizan y al tirano finalmente lo exilian.

Cabe resaltar que el nombre de la obra, Merdere, (mierda, según el director de la obra), era el grito para las batallas en el reino, batallas escenificadas incluso entre el andamiaje de la Corrala, donde los actores se trepaban a los tubos, balanceándose en ellos, corriendo por debajo del escenario y proyectando la voz de una manera muy fuerte, muy particular, lo que generó sorpresa entre la gente que al final los premió con nutridos apalausos.

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