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Rubén Aguilar Valenzuela

Hijas e hijos de político

 

 

 

En las sociedades democráticas donde circula abiertamente la información, la nuestra avanza y consolida su actuación en esa dirección, lo que los políticos y funcionarios hagan o digan, también sus entornos, se vuelve “noticia” y tema de interés público. Las mujeres y los hombres del poder que no son conscientes de esta realidad o intentan ignorarla terminan pagando enormes costos.

La “noticia” o la “nota” adquiere proporciones mayores cuando se refiere a eventos o dichos que tienen relación con la vida privada del político o funcionario público, pero también de los que están cerca de ellos ya sea en el trabajo o en el círculo de los amigos y la familia.

Un error o una falta, grande o pequeña, ya sea en el trabajo o en el ámbito privado lo van a tomar los medios y ahora también la sociedad, a través de las redes sociales, para  “censurar” la actuación del político o funcionario. Si éstos no advierten que están en una situación de “crisis” harán que las cosas crezcan y se hagan todavía peores con el consecuente desprestigio de ellos, de las instituciones y del gobierno al que sirven.

El hecho en el que días atrás se vio envuelto la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) y su titular, Humberto Benítez,  provocado por la hija de éste, ahora conocida por los medios y redes sociales como #LadyProfeco, que a su llamado  injustificado e impropio, hizo que personal de la institución, como si fuera la titular, se hiciera presente en forma relámpago, para intentar clausurar un local que no había hecho eco de sus caprichos.

Benítez y el gobierno no asumieron que estaban frente a una verdadera “crisis” y no actuaron con la contundencia que ameritaba el caso. Dejaron, entonces, que las cosas crecieran y se convirtiera en uno de los “grandes” temas de las redes sociales. El gobierno, sin quererlo, se veía como protector de un vulgar acto de “prepotencia”, pero también de la acción arbitraria, discrecional y poco profesional de la Profeco que reaccionaba a las órdenes de la hija de su titular.

El gobierno tardó en reaccionar, pero ha hecho bien en despedir a Benítez. La Profeco ya no era creíble bajo su responsabilidad. El PRI, lo debe concientizar mejor, está a “prueba” por parte de una buena parte de la ciudadanía que en el pasado fue testigo del actuar arbitrario y prepotente de muchos de sus funcionarios. El evento despertó el imaginario de que eso seguía ahí y que lo nuevo, en  todo caso, era que ahora también los hijos de los funcionarios podrían actuar, de manera impune, como lo hizo la hija de Benítez.

En campaña el presidente Peña Nieto enfrentó un incidente, en algo parecido, ante la reacción inmadura de una de sus hijas. Aquello fue sólo una opinión, pero lo de ahora era que la hija de un funcionario resultaba capaz de ordenar y poner a sus pies una institución pública, como la Profeco. Más allá del folklore el hecho es grave. El gobierno al despedir a Benítez manda un mensaje a sus funcionarios, a sus amigos y familiares, pero también le dice a la ciudadanía que está dispuesto a escuchar su reclamo.

 

 

Twitter: @RubenAguilar

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