Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Llama Café Tacuba a la rebelión en el Jardín Sur del Centro de convenciones

Oscar Ricardo Muñoz Cano

 

Pese a que el Jardín Sur del Centro Internacional Acapulco no estuvo lleno del todo, eso no impidió que se convirtiera en una gran pista de baile amenizada por Café Tacuba, y donde cientos de jóvenes al ritmo de No controles, Pachuco o Chica banda, dieron rienda suelta a sus ganas de divertirse al tiempo que Rubén, el vocalista del grupo, saltaba por aquí y por allá sobre el escenario, recorriéndolo por completo en varias ocasiones.

Previamente, el sonido alternativo de los músicos mexicanos de Bengala, nominados en 2007 al Grammy Latino, hizo los honores en este concierto del Festival Acapulco al abrir una noche cálida que terminó en infierno musical con canciones como Nunca digas nunca, Otra vez, y 16, que pertenecen a su más reciente material discográfico.

Fue cerca de las 9 de la noche cuando Rubén, Joselo, Quique y Luis aparecieron con El baile y el salón, que desde sus primeros acordes daban cuenta del tipo de espectáculo que esperaría el público, y no pasó mucho tiempo para que la gente, ya desinhibida por el alcohol, convirtiera la zona en una gran pista de baile donde el slam hizo presencia, igual que los empujones y la cerveza y las playeras y sostenes que volaron por doquier al ritmo de canciones como la de Cómo te extraño.

De cuando en cuando, Rubén saludaba al público y lo conminaba a rebelarse contra el Estado, la escuela, la iglesia, generando con ello el aplauso general: “es hora de armar la gran fiesta y a través del baile podamos deshacernos de todo lo que nos controla”, sentenció.

Las persianas y Las flores, las canciones que generaron euforia entre la gente, que para ese momento ya coreaba el “Olé, olé, olé, Café, Café…”, mismo que se convirtió en griterío cuando llegó el momento de La Ingrata y No controles, canciones que convirtieron al Jardín Sur en una gran circo donde cuerpos semidenudos bailaban sin importar los olores ni los sabores, donde los asistentes compartieron calor, cerveza, y baile, contagiados de un poderosa energía que se convirtió en ovaciones para una de las bandas de rock más queridas por el público.

“Le damos gracias al espíritu del agua y del viento por todas sus bondades… Son ustedes unas florecitas muy encantadoras, bailadoras…”, le dijo Rubén a un público entregado.

Las manos arriba y las gargantas listas fueron la constante de la noche, igual que el olor a cerveza y una neblina ligera pero penetrante en aroma que desdibujaba la noche, misma a la que Rubén hizo referencia cuando llegó el turno de Déjate caer: “canción dedicada a todos los que en este momento están por alcanzar las estrellas…”.

Al tiempo, hacía un llamado “a los que leen entre líneas y aquellos que tienen el ímpetu de no creerse todas las pendejadas que les dice… Manténganse jóvenes y libres”, dando paso a las canciones Chilanga banda y El fin de la infancia.

El vocalista de Café Tacuba trató de despedirse sin lograrlo, pues la gente quería más, a lo que él accedió, pero antes puso dos condiciones: “démonos un abrazo colectivo, que se sienta el calor humano. Muchachos, el amor entre nosotros es lo único que nos puede salvar de la clase política, de esa perdición que vivimos”. Y la segunda condición, agregó Rubén, “vamos a ver cómo le cantan y le bailan con La chica banda, con lo que la gente volvió a subirle el tono a su entusiasmo.

Durante su presentación recibieron un reconocimiento por su participación en esta edición del Festival Acapulco y como extra, cantaron Desde este lado del camino, El espacio, Aprovéchate y Eres.

“Estamos agradecidos de estar en Acapulco, de poder saludar a toda la banda acapulqueña… gracias y hasta la próxima”, dijo un Rubén extasiado hasta las lágrimas luego de interpretar Esa noche y El puñal y el corazón, canciones con las que cerró finalmente Café Tacuba el espectáculo.

468 ad