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Vencen Nadal y Ferrer y protagonizarán una final española en Roland Garros

DPA

 

París

 

Con una victoria heroica y un golpe a las esperanzas francesas, España copó ayer la final de Roland Garros, en la que el domingo David Ferrer, por primera vez en la definición de un Grand Slam, se medirá a un Rafael Nadal en busca de su octavo título.

Ferrer puso fin al sueño de Francia de volver a tener un campeón al derrotar a Jo-Wilfried Tsonga 6-1, 7-6 (7-3) y 6-2 y llega al encuentro decisivo sin haber cedido un set.

Previamente, Nadal se había impuesto 6-4, 3-6, 6-1, 6-7 (3-7) y 9-7 al serbio Novak Djokovic, número uno del mundo, en un emotivo encuentro de cuatro horas y 37 minutos de duración.

“Este tipo de partidos hacen grande al deporte. Perdí uno similar en Australia, éste fue para mí”, dijo Nadal en referencia a la derrota por 9-7 en el quinto set ante Djokovic en el Abierto de Australia 2012, una final récord de cinco horas y 53 minutos de duración.

Así, el ex número uno del mundo igualó al argentino Guillermo Vilas y el suizo Roger Federer con 58 partidos ganados en Roland Garros, más que ningún otro jugador en la historia. Su único tropiezo llegó en 2009, cuando cayó en octavos de final ante el sueco Robin Soderling.

La heroica victoria de hoy sitúa a Nadal en una posición única, ya que puede convertirse en el primer hombre en la historia en ganar ocho veces un torneo de Grand Slam.

Una victoria que a punto estuvo de escurrirse, porque tras dejar pasar una ventaja de 6-5 y 30-15 con su servicio en el cuarto set, Nadal se recuperó de una desventaja de 4-2 en el parcial final.

El español admitió que la derrota se le cruzó por la mente.

“Sí, claro, es que si no, no estás viendo el partido. Con 4-2 abajo en el quinto qué vas a pensar… ¿Qué estás cerca de ganar? No, que estás cerca de perder”.

“En Australia iba a mi favor y lo perdí, creo que merecía un partido así después de aquel”.

Djokovic, que erró un par de smashes clave y vio como le quitaban un punto tras perder el equilibrio, tocar la red y pasar del otro lado apoyándose en su raqueta, estaba más que golpeado tras la derrota.

“Fue un partido increíble para ser parte de él, pero ahora sólo puedo sentir decepción. Felicito a mi rival porque mostró coraje en el momento adecuado, fue a buscar los tiros en ese momento. Es por eso que es un campeón y domina Roland Garros desde hace tantos años”, dijo el número uno del mundo, que sigue teniendo en París su única deuda con títulos de Grand Slam.

El serbio se quejó de que la cancha en el estadio central Philippe Chatrier estaba excesivamente seca y de que no se atendiera su pedido de regarla. Nadal no lo vio así: “No veo normalmente que se riegue la pista en medio de un set. Yo no la sentí resbaladiza, el juez de silla me preguntó si quería agua y le dije que no”.

Ferrer se dejó caer de espaldas al suelo tras confirmarse que París será escenario de la cuarta final española de su historia tras las de 1994, 1998 y 2002.

“Me siento bien, realmente feliz, estar en la final de Roland Garros es un sueño, este torneo es el más importante de mi vida. Estoy muy contento, es mi primera final de Grand Slam”, dijo el veterano español de 31 años, que llega a la final en su Grand Slam, número 42, lo que significa que necesitó más que ningún otro jugador en la historia para llegar a su primera definición en un grande..

“Tengo más años, pero más experiencia”, sintetizó Ferrer, que en su sexta semifinal de Grand Slam logró dar el salto a la final y evitar así igualar el récord del británico Tim Henman, seis veces semifinalista y nunca en una final de los cuatro grandes.

“Quiero disfrutar este momento y enfocarme en la final con Rafa”, añadió Ferrer, quinto de la clasificación, que hoy dominó en todo momento a Tsonga, sobre el que tuvo dos set points para ganar el primer parcial por 6-0.

“Estoy bien, no estoy cansado, y eso es importante para jugar la final ante Rafael Nadal. Intentaré hacer lo mejor, estoy seguro de que lucharé mucho y espero que el público disfrute con nuestra final”.

Tsonga, que no pudo cumplir con la meta de ser el primer francés en una final desde que Henri Leconte la perdiera en 1988, admitió lo evidente: “No jugué tan bien hoy, y mi rival sí lo hizo”.

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