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Demandan organizaciones religiosas mejores políticas públicas que garanticen la paz

Karla Galarce Sosa

 

Miembros de la iglesia católica, cristiana y budista tibetana coincidieron en la necesidad de fortalecer la paz en cada ser humano para replicar y fortalecer la paz social, que incida en mejores políticas públicas en beneficio para la ciudadanía.

Los participantes en la mesa redonda Construir la Paz que convocó el Centro Cultural Calpulli Mogote, dijeron ante unos 80 asistentes, que el caos y violencia en la sociedad actual es reflejo del desorden, dolor, miedo y angustias que imperan en el interior de cada ser humano, resultado de la individualización y desorientación.

El primero en participar fue el integrante de la congregación cristiana Palabra de Vida, Ismael Anderete Garay, destacó el amor divino como el único camino para hallar la paz interior.

“He visto cómo familias se han levantado, se han perdonado y se han restablecido. Hay dos caminos para construir la paz, la natural y la paz sobrenatural”, consideró Alderete Garay.

Sobre la paz natural dijo que está relacionada en reunir todos los esfuerzos de naturaleza humana para construir la  tranquilidad natural como social. “Si yo tuviera una posición de influencia dentro del gobierno propondría que se hiciera la secretaría de la felicidad natural porque el énfasis de las instituciones es lo económico. Esos esfuerzos, tanto en individuos como de instituciones, entran dentro del término del amor filiar, condicional”, explicó.

La segunda paz, continuó, está en el amor agape, que es el que Dios nos dio a través de Jesucristo cuando murió en la cruz del Calvario, es un amor que acepta de manera incondicionalmente a la persona amada; y cuando éste amor entra en el seno de la familia, transforma la mente y las emociones de las personas.

Paz sobre natural, propuso “soportarnos unos a otros por amor”, buscando tener la unidad del espíritu por la paz.

En su intervención, el responsable de la Pastoral Social de la Arquidiócesis de Acapulco, Jesús Mendoza Zaragoza, dijo que se requiere construir la paz de dentro hacia afuera.

“Estamos tan bombardeados desde afuera que olvidamos lo de dentro, además que nos da miedo ver hacia adentro, nos da miedo la libertad, con nosotros, pretendemos controlarlo todo. Estamos en la cultura del confort, no hemos sabido controlarnos a nosotros mismos, somos fuente de huracanes, terremotos que nos sacuden; pero últimamente ha habido más interés por la inseguridad. Hay una nueva búsqueda al interior del descubrirnos en esa realidad más íntima que cada quien tiene”.

Mencionó que la humanidad mantiene una reacción ante la superficialidad, que no le satisface, por lo que propuso dar una vuelta a la interioridad, que no sólo sea una búsqueda psicológica, sino algo más allá de eso.

“Interioridad en el sentido pragmático, del ámbito personal, estamos hablando de la persona que va más allá, hasta donde se genera su sentido de creatividad, el entendimiento, y sobre todo la búsqueda de la trascendencia. Hay un mayor cuidado de la interioridad, para que nos convirtamos en personas libres, críticas, creativas, abiertas a los demás, a la naturaleza, a la trascendencia, ese es el momento de llegar a la habitación que cada quien tiene en su interior. El problema es que cada quien tiene un desastre, por eso es necesario arreglarla, porque muchas veces hay un reflejo de lo que tenemos afuera, pero nos da miedo de afrontar esas realidades. En la vida moderna hay esa demanda, la gente muchas veces no está preparada, no está educada para recibirla”, dijo Mendoza Zaragoza.

Manifestó que sin la libertad no existe la posibilidad de desarrollo de los seres humanos, aunque consideró que los modelos de desarrollo están rebasados por las necesidades de los pueblos.

“La paz sólo se puede construir donde hay condiciones económicas, sociales, culturales, adecuadas para que haya una sana convivencia humana, por eso es importante la atención a la interioridad. La interioridad nos da las condiciones para desarrollar una vida espiritual. Las culturas manifiestan búsquedas espirituales, éstas son diversas. La experiencia espiritual da un sentido estético a la vida de las personas, es algo con lo que viven los seres humanos, hay desarrollos religiosos y otros que son circulares”, destacó durante su participación el sacerdote egresado de la pontificia Universidad Gregoriana de Roma.

Hay gente que no practica ninguna religión, continuó, sin embargo manifiesta expresiones maravillosas como el amor, la solidaridad, expresiones artísticas que implican la solidaridad.

Desde la perspectiva de la espiritualidad, dijo, también es una manera de concebir una experiencia religiosa, con concepciones sobre dios y su relación con los demás, implica también un sentido ético, es una manera de establecer un vínculo personal.

Agregó que la humanidad tendría que repensar el mundo, a partir de la vida interior, pero de manera conscientemente ir construyéndolo.

“Hay que repensar la política desde la vida interior, que las decisiones de la vida política, sea a partir de una vida interior que da un talante específico que apoye al ámbito político. Qué puede aportar una vida interior, primero aporta liberta, que aporta consciencia; la libertad permite liberarse de sí mismo, de los propios proyectos en favor de la convivencia humana para la paz; también puede otorgar lucidez, se necesita esperanza en que este mundo, tal como está puede ser transformada. La paz que construyamos afuera, puede ser un reflejo de lo que construyamos adentro”, exclamó.

El tercer participante en la mesa fue Gueshe Lobsang Dawa, el primer mexicano en ordenarse monje en la tradición budista tibetana.

Gueshe Lobsang explicó que para que haya paz exterior, debe haber paz interior.

Propuso investigar las causas de los conflictos personales, las causas del sufrimiento, para compartir los hallazgos con otras personas, para que así no se convierta en una cadena de desdichas y dolor.

“Primero debemos estudiar acerca de la conciencia, de las emociones, de lo que hace sufrir y odiarse unos a otros. La transformación comienza conmigo, sólo así se puede transmitir amor, paciencia a los hijos, a la pareja, a la sociedad, ese es el aporte. Si logras transformar a 10 personas, ellos podrán transformar a otros 10”, expuso.

Argumentó que cuando se comienza consigo mismo, se ayuda a crear una sociedad más pacífica.

“Las personas que dañan no lo hacen por gusto, son personas que como nosotros quieren ser felices, pero están perturbados, buscan la felicidad. Son personas que sufren, están afligidos, confundidos, es importante, generar una actitud compasiva en el corazón y tener una visión menos extrema, porque ellos son los que más amor necesitan. No se encarcela a la gente con odio, sino con compasión, porque así se evita que sigan haciendo daño, haciéndose daño. ¿Qué aflicciones provocan que dañemos y nos dañen?, todo surge de la ignorancia de la realidad y el etiquetar a partir del yo, de la individualización. Cuando se deja de ver la realidad interconectada, se afecta a uno mismo”, argumentó.

Señaló que la teoría del individuo más fuerte es absurda en el siglo XXI, y la consideró adecuada para la época de las cavernas. “Somos una comunidad interconectados en muchos niveles. De mi felicidad depende la felicidad de los demás, no hay forma de que sólo yo sea feliz. Habrá que averiguar cuál es el origen de la felicidad interior fomentar los valores humanos, el altruismo, la sabiduría”, anotó.

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