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Diez días de protestas en Brasil dejan ya dos muertes; se “mantendrá el orden”: Rousseff

DPA / EFE

 

Brasilia

 

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, se mostró ayer conciliadora con “la voz de las calles” que protestan en todo el país, pero advirtió que su gobierno “mantendrá el orden” y no admitirá que el vandalismo empañe “un movimiento democrático legítimo”, en otro día más en que miles de personas salieron a las calles por reivindicaciones sociales.

Rousseff anunció ayer un amplio pacto, en respuesta a las demandas de la población que se manifiesta en forma pacífica, que estará destinado a mejorar los servicios públicos del país, empezando por el transporte.

Para poner el práctica el ambicioso plan, la mandataria se comprometió a convocar para su elaboración a las autoridades municipales y provinciales de las principales ciudades del país, así como a los líderes de las manifestaciones populares, sindicatos, asociaciones estudiantiles y organizaciones sociales.

Con respecto a la violencia que ha empañado las manifestaciones, dijo que ni el gobierno ni la sociedad “pueden aceptar que una minoría violenta y autoritaria destruya el patrimonio público y privado, ataque templos, incendie automóviles, apedree autobuses e intente llevar el caso a nuestros principales centros urbanos”.

“Corremos el riesgo de echar mucha cosa a perder”, advirtió la ex guerrillera, recordando que su generación luchó por mejorar a Brasil, y que muchos dejaron la vida en ello.

“No podemos convivir con una violencia que avergüenza a Brasil, con equilibrio y serenidad, pero también con firmeza, garantizaremos los derechos y la libertad” subrayó.

Mientras la presidenta se pronunciaba a través de cadena nacional de radio y televisión, las principales ciudades del país, Sao Paulo y Río de Janeiro, entre muchas, eran tomadas por grupos de manifestantes a los que se mezclaron en algunos casos grupos de delincuentes que aprovecharon para saquear comercios.

Las manifestaciones comenzaron hace diez días en Sao Paulo, en demanda por la suspensión del aumento de la tarifa del transporte, y además de propagarse a lo largo y ancho del país, los manifestantes agregaron otras reivindicaciones, como el repudio a los gastos millonarios con la Copa Confederaciones y el Mundial de 2014, contra la corrupción y por mejoras en salud, vivienda y educación, entre otros.

 

Las manifestaciones vuelven a sacudir las grandes ciudades

 

Miles de personas salieron ayer a manifestarse en las calles de las principales ciudades brasileñas, como Río de Janeiro y Sao Paulo, y de aquellas metrópolis que reciben partidos de la Copa Confederaciones.

En Río de Janeiro, cerca de mil personas marcharon por el barrio Barra da Tijuca, donde, paralelamente, un grupo de residentes de la favela Jacarepaguá, próxima al barrio, invadieron y saquearon varias tiendas.

También fueron incendiadas volquetas de basura, y varios vehículos fueron atacados. Por precaución, numerosos comercios y centros comerciales de la ciudad cerraron sus puertas más temprano.

En Sao Paulo, unas mil personas bloquearon varias calles e importantes avenidas, entre ellas la via Dutra, una de las principales arterias de la metrópolis, generando atascos, lentitud y caos en el tránsito.

La marcha prosigue por diversas calles del centro de Sao Paulo, dividida en varios grupos de activistas.

En Fortaleza, donde el domingo Uruguay se medirá ante Tahití, más de tres mil manifestantes participan de la cuarta protesta de la semana en la capital de Ceará.

Se trata en su abrumadora mayoría de jóvenes en torno a los 20 años que marcharon por la playa Iracema, en la zona de Beira Mar.

Los principales lemas de los manifestantes son: “Estatización del transporte público”, “Fuera Globo” (en oposición a la podorosa red televisiva) y “Educación pública de calidad”. Quienes protestan quieren ser recibidos por el alcalde Roberto Cláudio.

Las manifestaciones comenzaron en Sao Paulo hace diez días con una demanda por la suspensión del aumento de la tarifa del transporte público, pero enseguida se propagaron por todo el país sumando otras demandas, como la oposición a la realización del Mundial de 2014 y la Copa Confederaciones.

El jueves, más de un millón de personas tomaron las calles en cerca de un centenar de ciudades y se registraron varios disturbios.

En Brasilia, manifestantes intentaron invadir el Palacio Itamaraty, sede de la cancillería, y llegaron a provocar un principio de incendio en su fachada.

También el jueves, dos personas murieron en el marco de las movilizaciones.

Un joven murió al ser atropellado intencionalmente mientras participaba en una marcha por un conductor que se enfureció por tener el paso bloqueado y aceleró el vehículo contra los manifestantes. Otros 11 activistas resultaron heridos, dos de gravedad.

Por su parte, una funcionaria de la alcaldía de Belém, capital del amazónico estado de Pará, falleció de un ataque al corazón después de que se produjera un enfrentamiento entre manifestantes y policías.

La alcaldía informó que la empleada murió porque se asustó mucho con los disturbios, pero compañeros de trabajo de la mujer, de 51 años, afirman que comenzó a sentirse mal después de inhalar gas lacrimógeno que los efectivos lanzaron contra los manifestantes. La alcaldía negó esa hipótesis.

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