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Egresados de Ayotzinapa rinden homenaje a Raúl Isidro Brugos, fundador de la normal

Lourdes Chávez

 

Chilpancingo

 

Egresados de la Normal Rural de Ayotzinapa de la generación de 1957-1963 rindieron homenaje al doctor Raúl Isidro Burgos, fundador de la institución educativa,  y develaron una placa conmemorativa a 50 años de que salieron de la octogenaria escuela, bajo la premisa de que siempre la van a defender, y exhortaron a los alumnos a que no abandonen la lucha por mejores condiciones de estudio.

En el acto oficial también recordaron con un minuto de silencio, que acompañó con una marcha la banda de Guerra, a los egresados que ya fallecieron, entre ellos a Lucio Cabañas Barrientos, que egresó con esta generación, de quien uno de sus amigos aseguró que una vez que recibió sus documentos en la graduación, se fue a trabajar a la sierra y no tuvieron más comunicación con él.

De quien se convirtió en el principal líder de la guerrilla en el estado en los 70, Efraín Ortega Carbajal, indicó que su compañero de dormitorio y de comedor, ya tenía el espíritu revolucionario, porque podría quedarse sin comer para compartir el pan con quien tenía hambre.

A pesar de que la escuela era parte de la clandestina Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), no hubo represión durante su periodo de estudios. Incluso, recordó que Cabañas fue el dirigente nacional, de la organización estudiantil, y por esta labor, perdió un año de estudios, y terminó en la generación del 63.

Abimael Pérez compartiría más tarde con los alumnos de la normal una anécdota del joven revolucionario que encaró a un representante del gobernador, cuando discriminó a los estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, en un acto público, pues reconoció que desde siempre se le ha colgado la etiqueta de que es una escuela comunista.

Señaló que la banda de guerra de la Normal, que aún mantiene la calidad de aquella época, fue invitada a participar en un homenaje por el descubrimiento de los restos de Cuauhtémoc, en Ixcateopan, a pesar de que también había bandas en Iguala y en Taxco, más cerca de este municipio.

Luego que terminó el acto protocolario, donde participaron representantes del presidente de la República, del Poder Judicial, del Congreso de la Unión, así como funcionarios locales, antes de comenzar la comida que se sirvió en una escuela primara, un diputado local, representante del gobernador, “dijo, palabras más, palabras menos, los siguiente: cuando la mayoría de los presentes han venido a este altar de la patria a rendir honores a nuestro buen abuelo, con ofrendas florales, y coronas para testimoniar su término, hay un contingente de personas que faltándole al respeto al buen abuelo, no se han dignado a traer una flor ante sus restos”.

Indicó que “esto era una agresión directa a los jóvenes de Ayotzinapa que estábamos ahí”. Cuando terminó su discurso el diputado recibió los aplausos de los políticos presentes pero antes de que sorbiera la primera cuchara de su sopa, Lucio Cabañas pidió la palabra para responder al diputado.

Él dijo, “las palabras del diputado son sin duda para nosotros, porque hemos sido los únicos que no hemos traído una corona, ni un ramo de flores, pero debo decir al diputado, que esas flores que trajeron se van a marchitar, lo que no se va a marchitar es el corazón de este ramillete de jóvenes que vinieron de Ayotzinapa a rendir este homenaje”.

Añadió, “si no trajimos flores es porque no tenemos dinero y porque parece que el diputado desconoce que somos estudiantes muy pobres que apenas tenemos para comer, y debo decir al diputado que mientras nosotros tenemos una ración diaria de 3 pesos con 7 centavos diarios para alimentación, los caballos del ejercito tienen asignados 5 pesos al día”.

De la fama comunista, que Abimael Pérez consideró que no había tal, también contó Ortega Carbajal, que como anécdota personal, indicó que cuando iba a ser su examen de admisión en Ayotzinapa, su mamá le pidió que contestara mal el examen para que no entrara a una escuela comunista, y su papá le dijo que aprobara para tener la beca de estudios, de alimentación y hospedaje. Una vez que entró, un sacerdote primo de su mamá, lo llamó para decirle que estaba todo listo para que entrara al seminario, pero era tarde, porque para entonces, incluso tenía novia.

En el acto, junto a la tumba de Isidro Burgos, unos 20 egresados se presentaron y compartieron con sus familiares y egresados de otras generaciones, algunos datos de su historia personal, todos hicieron un reconocimiento a la escuela normal, que les abrió las puerta de superación, y exhortaron a los nuevos estudiantes a impulsar sus estudios y a no desistir de su lucha por mejores condiciones.

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