Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Tomás Tenorio Galindo

Otro País

* El maquillaje de los muertos y el acto evasivo de Aguirre

Si México quiere que se le deje de asociar con el narcotráfico, debe acabar con el narcotráfico, recordó ayer el publicista británico Simón Anholt en el periódico Reforma. Pero el gobierno federal aplica otra fórmula para tratar de borrar la imagen que el país tiene en el exterior, que consiste en maquillar la realidad, en documentar sólo una parte de los muertos que la violencia genera día a día y en dejar de hablar del tema. La prioridad no es reducir la violencia, sino decir que se reduce.

Esa fantástica estrategia va camino de producir buenos resultados en el papel, pues de acuerdo con los datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en el transcurso de los primeros cinco meses del año la tasa de homicidios dolosos se sitúa en 5.25 casos por cada cien mil habitantes. Si se toma en cuenta que el 2012 arrojó una tasa de 18.62 casos por cada cien mil habitantes, es probable que en diciembre alcance los 12 o 13 casos, que resultaría un índice notoriamente inferior. Esto último supondría una reducción también notoria en el número de muertos, que tendrían que ser mucho menos, quizás dos terceras partes de los 21 mil 700 registrados en el 2012, cantidad muy probable si hasta mayo se han acumulado 7 mil 975 homicidios, es decir, la tercera parte de todos los documentados el año pasado.

Pero como ni el gobierno es capaz de desaparecer por ensalmo la realidad, la comparación de las cifras totales de homicidios ofrece indicios de la maniobras. Hasta mayo, los registros del Sistema Nacional de Seguridad Pública indican que este año se han producido 14 mil 857 homicidios de todas las clases posibles. Es una cifra bastante similar a la reportada entre enero y mayo de 2012: 15 mil 798, con una diferencia de menos de mil. No lo es en cambio la cifra de homicidios dolosos, pues entre enero y mayo de ese año fue de 9 mil 168, y la de este año resulta inferior en más de mil. En su momento se podrá comprobar si este comportamiento errático de las estadísticas no es consecuencia del abultamiento de los homicidios ordinarios y de la reducción arbitraria de los homicidios dolosos, es decir, de una grosera manipulación para simular que la violencia está en declive, pero las evidencias sugieren que de eso se trata.

La mala noticia es que ni siquiera el subregistro estadístico del gobierno federal ofrece a Guerrero un respiro en la documentación de la crisis que agobia al estado. Guerrero cerró el 2012 con 66.14 homicidios dolosos por cada cien mil habitantes (como quedó establecido en el Plan Nacional de Desarrollo 2012-2018), y entre enero y mayo de este año ese índice se encuentra en 19.65, el más alto del país como se puede observar en la gráfica anexa, extraída del portal del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Si el estado permanece en ese liderato es porque la violencia mantiene su tendencia. Al contrario del estribillo publicitario del gobernador Ángel Aguirre, en mayo tampoco se redujo el número de muertos. La tabla reproducida aquí hace dos semanas contenía los datos de homicidios totales y dolosos ocurridos de enero a abril. En estos días el Sistema Nacional de Seguridad Pública incorporó a su base los datos de mayo, mes en el que se produjeron en total 242 homicidios, de los cuales 186 fueron clasificados como dolosos o vinculados al crimen organizado. El total de homicidios registra 19 más que en abril, cuando fueron reportados 223, pero en cambio el número de homicidios dolosos muestra 13 menos que en abril. No hay ninguna reducción relevante. Hasta mayo el total de homicidios en Guerrero ascendió a mil 64, y el número de homicidios dolosos a 876 (igual que en el 2012: mil 66 y 882).

Si acaso se creyera que semejantes estadísticas no reflejan una condición grave, para confirmar la crisis ahí están los levantamientos ciudadanos, que con la ola de secuestros incrementaron la semana pasada la inquietud social a extremos sin precedente en el estado. Todo lo cual, sin embargo, no fue motivo suficiente para que el gobernador mantuviera sin cambios sus planes de realizar una gira por cuatro ciudades de Estados Unidos, donde continuará hasta el viernes próximo. El objetivo de su viaje es tratar de desvincular a los destinos turísticos de la violencia, o simplemente decir que no es tanta como refleja la prensa, sobre todo en Acapulco. Si frente a las empresas de cruceros procede con la misma actitud cínica y mentirosa que exhibe aquí, es predecible el fracaso del viaje. A riesgo de que esta columna quede clasificada como “amarillista” en la nomenclatura propuesta por la cantante Regina Orozco, debe recordarse que los cruceros se retiraron de Acapulco y Zihuatanejo por la inseguridad, y mientras ésta no sea acotada –que es lo que importa– es improbable que regresen. Por lo demás, debe reconocerse la maestría con la que el gobernador puso en escena su acto evasivo.

 

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