Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Eduardo Pérez Haro

Ni hacen economía ni hacen política

Para Juan Carlos Pérez Castañeda.

 

Hemos iniciado el segundo semestre del año y para efectos prácticos el segundo semestre del régimen de seis años de Enrique Peña Nieto. En muy poco tiempo las condiciones se han complicado, dentro y fuera de México.

Aunque nadie debió imaginar que las cosas tendrían porqué haber sido esencialmente diferentes, hubo quienes así lo dijeron y así lo aconsejaron. La importancia de un diagnóstico objetivo no lo resuelve, pero permite tensarse en la búsqueda de las mejores fórmulas para atender los asuntos, falta entenderlos para hacerse de las capacidades y los instrumentos de distinto carácter que deben de ponerse en juego para salirles al paso.

La toma de controles políticos por parte del régimen en un primer momento pareció eficaz, el tono del discurso presidencial fue firme, las acciones (el Pacto por México, las reformas laboral, educativa y de telecomunicaciones, y sin duda el encarcelamiento de Elba Esther Gordillo) apuntaban en el mismo tono y la comunicación política cumplía su papel, todo apuntaba bien.

En el exterior había complicaciones en el seno de los países desarrollados, pero se veían lejos y México contaba con una sólida economía cifrada por su bajo déficit fiscal, inflación controlada, amplias reservas internacionales y una indiscutible fortaleza del peso frente al dólar, qué más…

Los jóvenes del movimiento Yo soy 132 se diluían desvaneciéndose entre acciones vandálicas, el zapatismo se pudo interpretar como una acción aislada y artificiosa, el crimen organizado y el clima de violencia parecían irse a segundo plano, no había mayor perturbación en el horizonte y todo podría centrarse hacia las reformas de mayor envergadura, la financiera, la fiscal y la energética pues en ello vendría el fortalecimiento de las arcas gubernamentales y el fortalecimiento de los vínculos con la clase global y particularmente con Estados Unidos.

Podría no parecer exagerado imaginar a México en una senda de crecimiento económico de hasta el 6.0% del PIB e ingresar a la categoría de potencia emergente sentándose en la mesa de las diez principales economías del mundo. Pero un sinnúmero de hechos parece alterar, si no los planes, si las condiciones.

La violencia no cesa, los estudiantes no concilian con el gobierno, los maestros no le dan admisibilidad a la reforma educativa, el sector popular y las clases medias se tornan escépticas ante el desempleo y el encarecimiento de los consumos esenciales y los agregados macroeconómicos flaquean. Las instituciones gubernamentales no se muestran mejores, el discurso del Presidente no se acompaña por los hombres del gabinete, pierde resonancia, se desgasta.

La economía mundial trastabillea ante el anuncio de la Reserva Federal de Estados Unidos de iniciar hacia fines de este año el retiro de las prácticas de estímulos monetarios (Cuantitative Easing) que desde que estalló la crisis de los créditos hipotecarios, hace cinco años, viene practicando como mecanismo para dinamizar la economía pero que no ha dado resultados, a pesar de que haya quien diga que “la medida responde a que el enfermo ya sanó” pero nadie puede engañarse ante los resultados del PIB norteamericano que fueron menores a sus más conservadoras expectativas del primer trimestre de este año.

“El Banco de la Reserva Federal inyectó 3.5 billones de dólares a los mercados financieros equivalente a más de tres veces la economía de México. La liquidez en los circuitos financieros globales llevó a las bolsas de valores a alturas insospechadas, el índice industrial Dow Jones acumulaba una ganancia de 135 por ciento, el Nasdaq se había incrementado 176 por ciento y en el caso del índice de Precios y Cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores el incremento observado fue de 172 por ciento.

“Adicionalmente, las divisas emergentes vivieron una época como pocas veces, especialmente el peso mexicano; considerando su nivel de mayor debilidad registrado en la crisis subprime cuando alcanzó una cotización de cierre de 15.49 unidades, hasta el 9 de mayo pasado cuando rompió el piso de 12 pesos por dólar en el mercado interbancario, la divisa nacional registró una apreciación de 22.78 por ciento, la más importante para cualquier moneda global.

“En materia de tasas de interés la historia dice que la diferencia de réditos operó por mucho tiempo a favor de México. Con una tasa promedio de 4.5 por ciento frente a prácticamente cero por ciento en Estados Unidos, los capitales volaron al mercado mexicano así como a otras plazas emergentes. La liquidez global apuntaló el crecimiento, muchas veces desmesurado, de activos financieros en todo el mundo. Las bolsas fueron un ejemplo pero no el único, también pueden contarse a los commodities, las divisas emergentes e incluso algunos mercados crediticios.

“Lógicamente muchos de esos activos se desinflarán. Las expectativas hablan de tasas de interés con tendencia alcista, bolsas de valores menos fortalecidas en una primera instancia, además del castigo que ya estamos observando en otros instrumentos financieros como los metales”. (Nota de Eleazar Rodríguez /Felipe Sánchez de El Financiero página 22 viernes 28/2013).

Efectivamente, las bolsas de valores en todo el mundo ya se retrajeron con signos negativos y el peso mexicano se convirtió en la moneda con mayor pérdida entre los países emergentes. Todo ello sin que aún se tome ninguna medida. Con el solo anuncio por parte de Ben Bernake Presidente de la FED el 22 de mayo pasado, la economía mundial se cimbró y México no es la excepción: baja la expectativa de crecimiento del PIB de 3.5% a 3.1%, baja la expectativa de generación de empleo a 3.0%, el peso acumula una depreciación de 1% en el primer semestre; la BMV retrocede 9.28% respecto de diciembre, la productividad laboral pasa de 0.88% a (-0.2%) y las maquiladoras ajustan a la baja sus exportaciones de un rango de 5 a 8% para pasarla a entre 3 y 5%, esto es, 10% por abajo del crecimiento registrado en 2012.

No estamos frente a un asunto menor y no es necesario exagerar ningún dato para darnos cuenta de que hacia adelante la cosa no se presenta fácil. Todo apunta hacia momentos más difíciles, pues podría sobrevenir una condición recesiva ante el incremento del costo del dinero y la retracción de la inversión en gran escala, ajustes mayores en el tipo de cambio, encarecimiento del dólar con impacto sobre la capacidad de importación sin que se tenga un efecto de compensación simétrica en las exportaciones. En pocas palabras menores crecimientos económicos en los países emergentes con el consecuente desempleo, México incluido.

Los macroeconomistas de la época, neokeynesianos y neoliberales monetaristas, están desprovistos teórica y técnicamente, y así dan muestras de su incapacidad de entender las premisas básicas y el momento de la fase actual del desarrollo de la economía mundial. Atrapados en el falso paradigma del equilibrio general, de gestión de la demanda o del control monetario y fiscal, pierden de vista el agotamiento del ciclo económico de la reproducción, voltean a todos lados y terminan por echar mano del dinero para animar la demanda o para controlar la inflación. No reparan en que lo que están haciendo es atar el proceso productivo a un patrón de producción y productividad que está exigiendo su evolución para que las nuevas posibilidades tecno-productivas tomen su cauce; un nuevo patrón de producción y productividad en el que se enchufen los motores de la innovación en nuevos productos concordantes con las exigencias potenciales del consumo (alimentario, vivienda, transportación, salud, información, cultura, etc., etc.) y las nuevas posibilidades tecnológicas; un nuevo patrón de producción y productividad en donde las personas en edad de trabajar se adiestren y se aboquen al despliegue de nuevos procesos en los que fulguren los procesos y productos de nueva gener@ción como base de la tecno-economía del siglo XXI, que está siendo frenada por la miopía de la macroeconomía ahora tradicional vencida en los hechos pero estimulada por los intereses que se cobijan en su velo.

Entre los economistas macro nadie habla de la producción como fundamento y olvidan los tiempos terminales de los inventarios, activos fijos, infraestructura y tecnologías, que constituyen elementos constitutivos de los ciclos económicos de la producción-circulación como reproducción. Hacen a un lado la importancia de la organización de la producción y del papel de las instituciones más allá del presupuesto y la administración gubernamental; pierden de vista las posibilidades de la política, como acción de Estado, como políticas públicas en tanto que engarce de capacidades y coalición de intereses. Y al final ni hacen economía ni hacen política. Simplifican la economía al juego aritmético de ecuaciones y derivadas con las que construyen un modelo que no se corresponde con la realidad, al que se le mueve una variable y se desmantela porque es eso, un falso modelo y la política la reducen al control del conglomerado o del aparato gubernamental olvidando sus mayores alcances y posibilidades.

Las sociedades de base atomizadas y desconcertadas, presas de su ignorancia, su miedo y su individualismo y mediatización propagandística ya no tienen propuesta; sólo denuncias y reclamos, si acaso. El empresariado sigue acomodaticio, oportunista y peticionista. Empero se aproxima un periodo en el que incluso los dueños del mundo pueden ver su suerte. Es tiempo de retomar conciencia de la ciencia y el conocimiento, de convertirles en baluarte masivo del desarrollo, sentido común, cultura. Adentrarse a un ciclo de transformación que puede significar varios lustros pero que inicia este día y que cualquier retraso se escala en atraso estructural y profundo.

El debate sobre el qué hacer rebasa la agenda inmediatista de los partidos políticos y las próximas elecciones en México aunque en ello les va hasta su existencia, al igual que rebasa las discusiones tal y como están planteadas en las próximas reformas o los cambios en el gabinete. La izquierda no es de izquierda, la derecha no tiene partido, el gobierno no se convence de la magnitud de los problemas y de la importancia de la oportunidad o sencillamente está mirando para otro lado. Los científicos hacen puntos en el SNI y los jóvenes, ¿y los jóvenes dónde están…?

 

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